Un colector o alcantarilla colectora es un conducto en el que vierten sus aguas diversos ramales. Se construye bajo tierra, a menudo al medio de las calles importantes, de manera que las edificaciones de la ciudad, puedan conectarse para la evacuación apropiada de las aguas residuales. Los colectores conducen las aguas hasta un colector principal o interceptor que las llevará hasta una estación depuradora antes de su disposición final.
Cada conexión perteneciente a una edificación se llama acometida o toma. Ésta comprende la tubería que va desde la cámara de inspección final hasta el colector.
Tanto los colectores como las acometidas deben proyectarse con cierta pendiente para permitir el flujo de las aguas por gravedad, pero nunca extrema, para evitar velocidades excesivas y riesgo de erosión. Así mismo, sus juntas deben ser herméticas para evitar filtraciones de aguas residuales al terreno y para impedir el ingreso del agua de lluvia, las infiltraciones del terreno circundante o la introducción de raíces. Por otra parte, deben ser lisas a fin de que no se produzcan obstrucciones por acumulación de pelos, telas, pañales y otros elementos habitualmente arrojados al alcantarillado, a pesar de estar prohibido.
Dentro del rubro de otros elementos, el que ha causado mayor daño es el vertido de líquidos inflamables y combustibles.
Los líquidos inflamables y combustibles obedecen a una clasificación de productos químicos, que permite establecer las condiciones especiales con las cuales deben manipularse. Los líquidos inflamables se definen como líquidos que tienen un flash point (punto de inflamabilidad) por debajo de 37.8 grados centígrados. Los líquidos combustibles pueden definirse como aquellos que tienen un flash point superior a 37.8 grados centígrados.
El punto de inflamabilidad o punto de destello (flash point) es el conjunto de condiciones de presión, temperatura y mezcla de gases en que una sustancia combustible/inflamable, normalmente un líquido, produce suficientes vapores que, al mezclarse con el aire, se inflamarían al aplicar una fuente de calor (llamada fuente de ignición) a una temperatura suficientemente elevada.
En el punto de ignición la tasa de producción de vapores es lo suficientemente alta como para que se mantenga la llama por sí misma al retirar la fuente de calor externa. Son importantes tanto la temperatura como la proporción de la mezcla. De hecho, la temperatura puede ser relativamente baja, la mayoría de las veces inferior a las normales en el ambiente, pero a esa temperatura los combustibles líquidos empiezan a desprender vapores que, al mezclarse con el oxígeno del aire u otro comburente, pueden dar las condiciones, para que cualquier chispa que alcance la temperatura de ignición necesaria, inicie el fuego.
En un periodo de tiempo de menos de 65 años, se produjeron explosiones en cadenas en tres sistemas de recolección de aguas servidas de ciudades importantes. Como si fueran erupciones volcánicas, se produjeron llamaradas por las bocas de visitas y profundas excavaciones del terreno debajo de las calles principales. La devastación y el tiempo en restablecer los sistemas fueron importantes. Las causas de estos eventos coinciden en la presencia de vapores de líquidos inflamables o combustibles en cantidades apreciables que alcanzaron la ignición.
En Ottawa, Canadá ocurrió una serie de explosiones en el sistema de aguas servidas en mayo de 1929. Hubo una persona muerta y varios heridos.
La primera explosión ocurrió al mediodía y luego en los próximos 25 minutos una seguidilla de explosiones se dio a lo largo de la línea principal del sistema de aguas servidas. Al principio fueron explosiones débiles, pero tan pronto se destaparon los accesos a la cañería y hubo provisión de oxígeno se produjeron erupciones de llama en las calles de la ciudad.
Los mayores daños fueron en el área residencial en donde las tuberías son menos robustas, las explosiones destruyeron la plomería en muchos sótanos residenciales.
La causa de las explosiones nunca se determinó, la presencia natural de metano en las cañerías nunca excede la concentración para originar una explosión de la magnitud ocurrida en Ottawa. La compañía de gas doméstico insistió en que la causa del desastre no era atribuible a su línea de provisión.
Hoy en día, se cree que las estaciones de combustible y talleres mecánicos, que eran nuevos en la ciudad desde la introducción del automóvil, contribuyeron a la calamidad. Aunque la ley regulaba la disposición de los combustibles y aceites usados, lo más común es que estos establecimientos dispusieran de ellos en el sistema de cañerías. Esta ilegal disposición y el diseño ineficiente del sistema de aguas servidas serían los responsables de las explosiones en Ottawa.
En Louisville, Estados Unidos, en febrero de 1981, una serie de explosiones destruyo más de 21 kms del sistema de tuberías de las aguas servidas, incluyendo las principales con diámetros de hasta 4 metros y hasta las calles en el centro de la ciudad fueron devastadas con agujeros de hasta 12 metros de profundidad. Afortunadamente no hubo pérdidas humanas quizás por la hora muy temprana de la ocurrencia del evento (5 am) y solo 4 personas resultaron heridas.
Las explosiones fueron causadas por la ignición de los vapores de hexano. Se estima que 10.000 litros de este solvente refinado del petróleo, altamente inflamable, que se utilizaba para extraer el aceite de las habas de soya, fue ilegalmente vertido en la cañería de una planta de procesamiento propiedad de la empresa Ralston- Purina.
La planta tenía una facilidad para reciclar el hexano usado que no funcionó esa noche y todo el volumen del hexano usado fue vertido en la cañería de la planta.
Las explosiones, luego de producirse la ignición de la atmósfera inflamable de los vapores que emergieron por las tapas de visitas de la tubería, se sucedieron en cascadas.
Las reparaciones del sistema de aguas servidas tomaron dos años. La compañía Purina aceptó que vertió hexano en las cañerías pero no aceptó su responsabilidad en las explosiones sino hasta años más tarde en que fue declarada culpable de cuatro cargos de violación de leyes federales ambientales. En compensaciones por los daños causados, pagó 33 millones de dólares al Distrito, la ciudad y a demandantes.
En Guadalajara, México, ocurrieron una serie de explosiones en el sistema de alcantarillado en abril de 1992, destruyendo 8 kilómetros de calles. El saldo oficial de las explosiones fue de 212 muertos, 69 desaparecidos, 1470 lesionados, se destruyeron ocho kilómetros de calles, se afectaron 1142 viviendas, 450 comercios, 100 centros escolares y 600 vehículos. El daño económico fue de 10 millones de dólares.
Los resultados de una investigación mostraron que la causa fue la presencia de gasolina en el alcantarillado cuyos vapores se acumularon y al darse el punto de ignición produjeron la explosión. La fuente de la gasolina se da por la rotura de una tubería de acero del sistema de distribución de combustible y esta rotura fue el resultado de la corrosión del metal por una reacción electrolítica en un ambiente húmedo producida por el contacto con otra tubería de hierro revestida de zinc.
Estos tres eventos muestran que no todo puede ser vertido y dispuesto a través de las cañerías de aguas servidas. En todos los países existen leyes que regulan y prohíben expresamente la disposición de diversos materiales y líquidos. Los líquidos inflamables o combustibles son los más peligrosos por el riesgo de explosiones, incendios y destrucción total de la infraestructura vial y residencial y de la más lamentable de las pérdidas que es la vida de las personas.
Recopilación de la información y Estructuración por Antonio Jimenez.
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