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Sucedió en Alemania.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

La historia es la ciencia que tiene como objeto el estudio de los sucesos del pasado, tradicionalmente de la humanidad. Es la disciplina que estudia y narra cronológicamente los acontecimientos pasados. A partir de la experiencia histórica se pueden realizar un análisis para establecer esquemas que podrían repetirse en el futuro. Cuando se dice que la Historia es cíclica o repetitiva podemos caer en el error de considerar que se reproduzca la misma película ya que un acontecimiento histórico puede estar cargado de azar y estar marcado por sus protagonistas. Sin embargo, la historia ha mostrado repetitivamente que un dictador con todo el poder militar en sus manos puede ser vencido y que las intervenciones extranjeras de control en el país rescatado reciben el apoyo de la gente que está hastiada de la guerra o de abusos del poder. La historia también ha demostrado  que los insurgentes o grupos creados para crear violencia y desequilibrios en la situación política posterior, no siempre son eficientes actuando en condiciones de inferioridad y también por la ausencia de patrocinio, sobretodo si en esos grupos no existe ese valor intrínseco de defensa de la patria.

Según el Antiguo Testamento, Sodoma y Gomorra eran dos ciudades habitadas por pecadores y delincuentes que Dios aniquila con una lluvia de fuego y azufre y de las que solo se salvan Lot (sobrino de Abraham) y sus dos hijas.

Hace 76 años, Hamburgo también sufrió esa ira, fue la primera de las grandes ciudades alemanas en ser destruida.

La Operación Gomorra es el nombre en clave de una serie de bombardeos sobre la ciudad alemana de Hamburgo llevada a cabo a partir de finales de julio de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial. Un nombre que presagiaba lo que iría a ocurrir en la ciudad.

En el marco de la Operación Gomorra, tuvieron lugar cinco ataques nocturnos por parte de la Royal Air Force Británica y dos ataques diurnos por parte de las USAAF.

En su momento fue la mayor campaña de bombardeos de la historia de la guerra aérea.


Estos ataques aéreos fueron precedidos por un acuerdo entre las fuerzas aliadas occidentales y las fuerzas Rusas de Stalin. Stalin había insistido en abrir la guerra a un segundo frente, al oeste de Alemania. Por su parte, las potencias occidentales no querían todavía iniciar dicho ataque con tropas de tierra; a cambio, se comprometieron a bombardear ciudades alemanas. Finalmente, ese segundo frente no se abrió hasta el 6 de junio de 1944, con la Operación Overlord.

El inicio de la operación Gomorra quedó marcado por el uso pionero de contramedidas anti-radar, llamadas en su momento por los británicos window (ventana) y en la actualidad más conocidas como chaff. Consistían en arrojar desde los aviones una gran cantidad de tiras de papel metalizado (es decir, objetos con una "sección radar" (σ) elevada); cada una de ellas provocaba un falso eco y el radar quedaba inutilizado.

Hace 76 años, la ciudad alemana de Hamburgo dejó de existir. Miles de bombas lanzadas desde cientos de aviones provocaron una tormenta de fuego que mató a unas 43 mil personas. El horror había llegado a Alemania desde el cielo, en pocas noches se borraba del mapa una ciudad de 1,7 millones de habitantes, una de las más grandes de Alemania.


El infierno empezó casi a las 10 de la noche del 24 de julio de 1943, cuando comenzaron a sonar las alarmas antiaéreas. Muchos no las tomaron en serio, porque un bombardeo, a esas alturas, no tenía sentido. Nadie creía que una ciudad tan grande como Hamburgo corriese peligro. 791 aviones británicos descargaron 2.396 toneladas de bombas, plagando la ciudad de incendios. El objetivo fijado fue el centro de la ciudad aunque las bombas impactaron apartadas del objetivo fijado y se propagaron incendios con gran rapidez. El número de muertos fue cifrado cerca de 20.000.

En los dos días siguientes, 25 y 26 de julio, la Octava Fuerza Aérea de EEUU, con base en Inglaterra, lanzó otros 127 bombarderos contra un astillero de submarinos, una fábrica de motores de aviación y una central eléctrica. En estos dos ataques diurnos, unos 150 civiles murieron.

El cuarto ataque de la Operación Gomorra consistió en una operación de hostigamiento por parte de 6 Mosquitos británicos durante la noche del 26 al 27 de julio, que se saldó con escasos daños materiales.

El quinto bombardeo y segundo ataque de la RAF tuvo lugar la noche del 27 de julio de 1943, en el que tomaron parte 739 bombarderos. El bombardeo se centró en los barrios situados al este de la ciudad. Los incendios producidos por el ataque unidos a las extrañas condiciones meteorológicas que había esa noche en la ciudad tuvieron como resultado una tormenta ígnea. El fuego en las calles y el calor del verano elevaron las temperaturas de manera descomunal. De la mezcla del aire y el fuego nació una tormenta letal, que mató toda forma de vida. A velocidades de más de 240 kilómetros por hora y a temperaturas de 800 oC la ciudad se convirtió en una trampa. El asfalto se derritió. La gente se quemaba en las calles, y los que conseguían saltar a los canales morían hervidos. No había oxígeno, y los que no habían sido carbonizados, murieron asfixiados en los refugios y sótanos. Muy pocos lograron salir con vida.

Unos 30.000 civiles perdieron la vida en este ataque.

El sexto bombardeo y tercer gran ataque británico fue el de la noche del 29 al 30 de julio de 1943, en el que participaron 726 aparatos. A pesar de la magnitud de los incendios resultantes, no se produjo una tormenta de fuego, el número de víctimas es incierto, pero una fuente lo cuantifica en cerca de 1.000 muertos.

Para el séptimo y último bombardeo de la Operación Gomorra (noche del 2 al 3 de agosto), la RAF desplegó 740 aviones que sobrevolaron Hamburgo en medio de una violenta tormenta. Las condiciones climáticas hicieron que el ataque fuera prácticamente indiscriminado. Se produjeron varios grandes incendios aunque ninguno de ellos fue de rápida propagación.

Durante los bombardeos se emplearon tanto bombas explosivas como incendiarias. Las primeras destrozaban los tejados de los edificios, de modo que el fósforo de las segundas cayera directamente en el interior de las viviendas y en los huecos de las escaleras. Estos, casi en su totalidad de madera, propagaban el fuego hacia el interior de las plantas subterráneas, de modo que las casas ardían completamente hasta los cimientos.

Los búnkeres construidos para la protección de la población sólo podían ofrecer en esta fase final de la guerra una protección limitada; a lo largo de la misma, las bombas se iban haciendo cada vez más grandes, de modo que los búnkeres apenas podían ya resistirlas.

La cantidad de víctimas de la Operación Gomorra aún no ha podido ser determinada con exactitud. Hasta el 30 de noviembre de 1943 se recuperaron 31.647 cadáveres, de los cuales 15.802 pudieron ser identificados.

Los distintos búnkeres demostraron ser insuficientes y por ello se emprendió la evacuación en aquellos barrios en los que aún se estaba a tiempo. Todos aquellos habitantes que no fueran necesarios en la producción de suministros tenían que abandonar la ciudad. Los niños fueron en su mayoría desplazados a zonas rurales para ponerlos a salvo. Tras los ataques, cerca de 900.000 personas tuvieron que irse de su ciudad siendo realojados, entre otras zonas, en Alemania Oriental, Baviera y la actual Polonia.

En 10 días, la fuerza aérea británica, lanzó 8.621 toneladas de bombas, devastó 22 kilómetros cuadrados de terreno y mató a 43.000 personas, además de dejar a 125.000 personas heridas, de ellas 37.000 con heridas graves. Más de 900.000 habitantes de la ciudad quedaron sin hogar, más de uno de cada dos. Hamburgo había dejado de existir.

A Hamburgo le acompañan las siguientes ciudades alemanas bombardeadas: Berlin, Colonia, Dortmund, Dresde, Essen, Duisburg, Düsseldorf, Hannover, Mannheim, Fráncfort del Meno y Bochum.

Aproximadamente 15 millones de alemanes étnicos sufrieron terribles penalidades de 1944 a 1947 durante su huida y expulsión de los territorios de Alemania del este y del sureste.


Entre 2 y 2,5 millones murieron como resultado de una evacuación alemana mal planeada, bombardeos, hundimientos de barcos de refugiados, de hambre y privación durante largas marchas durante el frío glacial, en los trenes de expulsión, en campos de reasentamiento o asesinados por tropas de saqueo y por habitantes locales.

En agosto de 1945, poco después de la rendición incondicional de la Alemania Nazi el 8 de mayo de 1945, las Potencias Aliadas dividieron a Alemania en cuatro zonas de ocupación militar: Francia al suroeste, Reino Unido al noroeste, Estados Unidos al sur, y la Unión Soviética al este. Estas zonas autónomas de ocupación estaban bajo el mando unificado de un Consejo Aliado de Control.

Los triunfadores aliados decidieron abolir las fuerzas armadas alemanes así como también todas las fábricas de municiones e industrias civiles que las apoyaban. Esto incluía la destrucción de toda la capacidad de construcción de naves marítimas y aéreas. Incluso, se decidió que las industrias civiles que pudieran llegar a tener potencial militar, que en la era moderna de la "guerra total" incluía virtualmente a todas, iban a ser severamente restringidas. La restricción de estas industrias fue para preparar las "necesidades aprobadas en tiempos de paz" de Alemania, que estaban definidas para establecerse en un promedio del estándar europeo. Cada tipo de industria fue subsecuentemente analizada para saber cuántas fábricas requería Alemania con este nivel mínimo de requerimientos industriales.

El primer plan, del 29 de marzo de 1946, indicó que la industria de Alemania debía ser reducida a 50% de los niveles de 1938 con la destrucción de 1,500 plantas manufacturadoras enlistadas.

Si bien el plan inicial era reunificar el país, la creciente tensión entre los Estados Unidos y la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría provocó que en 1949 las zonas de ocupación occidentales se unieran en un nuevo Estado independiente denominado República Federal Alemana (RFA), a lo que la URSS respondió constituyendo ese mismo año la República Democrática Alemana (RDA) en su respectiva zona de ocupación. A partir de entonces cada Estado alemán siguió su propio modelo socio-económico, situación que se agravó aún más en 1961 con el levantamiento del Muro de Berlín. Ya en 1990, a 45 años de la ocupación, tras el desmembramiento del bloque soviético y la caída del Muro de Berlín, fue posible concretar la reunificación de Alemania, aunque en los hechos se trató de la extinción de la RDA y la integración de su territorio a la RFA.

Werwolf, fue el nombre usado para definir el plan alemán de 1944 de resistencia ante una eventual invasión de Alemania por parte de los ejércitos Aliados a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Werwolf es una variante de “Werewolf” o “Wehrwolf” siendo este último una combinación de “Wehr” (defensa) y “Wolf” (lobo), lo que resultaría como “Lobo de defensa”.

La configuración de este grupo de defensa estuvo basado en la guerra de guerrillas mediante la creación de un grupo de personas armadas, que luchan contra un enemigo (el gobierno, un invasor, etc.), generalmente con el apoyo de parte de la población, mediante ataques por sorpresa, emboscadas y tácticas similares. Este sistema de lucha armada no pasó desapercibido para los jerarcas y altos mandos nazis que ya habían sufrido los efectos de este tipo de lucha durante la invasión de la Unión Soviética. Con la autorización de Hitler se organizan unas partidas armadas de insurgentes que estarían encargadas de atacar e intentar interrumpir la logística de los ejércitos invasores, así como otros objetivos militares o autoridades nombradas por las potencias ocupantes. Para llevar a cabo este plan se nombró a un Inspector General de la Defensa Especial y se creó un Cuartel General en Berlín, también se apoyó en la publicidad de este grupo con un periódico y una emisora de radio, ambos llamados “Werewolf”.

En el proyecto inicial se contemplaba que las diferentes agrupaciones de la Werwolf siempre debían estar en coordinación con los cuarteles generales de las tropas regulares territoriales, por lo que nunca llegó a actuar plenamente como una guerrilla auténtica.

Los métodos utilizados por la Werwolf incluían el uso de francotiradores, incendios, sabotajes, asesinatos, etc.

También se supone que tendrían a su disposición una gran variedad de armas (como pistolas Walther con silenciador) y otros elementos tales como abrigos ignífugos. En la práctica la organización nunca llegó a tener ni el equipo ni la organización necesarios para poder actuar de una forma efectiva, constituyendo otra traba para su correcto funcionamiento que no se había previsto cómo debería actuar en caso de derrota o de que la autoridad central del Reich cayese, por lo que tampoco llegó a formar guerrillas útiles.

Los integrantes de esta futura guerrilla deberían profesar un fanatismo total hacia el régimen nazi, basando su adoctrinamiento en un discurso pronunciado el 23 de marzo de 1945 por el Secretario de Estado del Ministerio de Propaganda nazi, que fue recogido en un folleto titulado “Capitular, ¡nunca!”, en donde se exhortaba a todos los alemanes a luchar contra las potencias aliadas, incluso hasta la misma muerte, aunque sembraba la duda acerca de qué hacer en los territorios ya ocupados por tropas extranjeras.

Como se ha citado anteriormente, la organización de la Werwolf contemplaba que pudiese ser miembro potencial de la misma cualquier ciudadano alemán, aunque se prefirió que se organizase en torno a las SS y las Juventudes Hitlerianas, para lo que fueron reclutados unos 5.000 hombres y jóvenes procedentes de las mismas, haciendo especial hincapié para su elección que contasen con entrenamiento en tácticas de guerrillas. Incluso se intentó establecer compañías territoriales en el frente para que continuasen la lucha en caso de ocupación pero, debido a que estos “guerrilleros” no contaban con el armamento idóneo para sus acciones, tropezaron con la oposición de la Wehrmacht y las SS, que se negaban a ceder armas y equipo a “unidades juveniles” de escaso valor táctico, por lo que estas compañías fueron fácilmente descubiertas y neutralizadas por los aliados al final de la guerra, por lo que no pudieron llegar a actuar ni a efectuar ninguno de los ataques previstos.

Durante el último período de la lucha se intentó por parte de algunos jefes nazis enterrar explosivos y armas para que fuesen utilizadas por la Werwolf por todo el país, especialmente en la antigua frontera con Polonia para su uso contra el ejército soviético aunque, dada la poca entidad de tales arsenales improvisados y la ya citada desorganización reinante, muy pocos líderes sabían qué instrucciones a seguir acerca de qué hacer con ellos o dónde se encontraban.

Hitler jamás había contemplado la posibilidad de una derrota hasta que en los últimos días de la guerra en Europa, esta ya era inevitable por lo que, debido a que las actividades de la Werwolf debían estar siempre sujetas a órdenes superiores, tras la capitulación de la Wehrmacht el 8 de mayo de 1945 muchos reclutas de la Werwolf abandonaron la lucha y se unieron a la marea de tropas que se retiraban hacia el Oeste para entregarse a los Aliados occidentales, casi sin llegar a usar ninguno de los arsenales previstos, debido entre otras razones a que no existía ninguna instrucción acerca de qué hacer en el caso descrito de capitulación. Muchos de estos arsenales serían encontrados intactos por las tropas soviéticas del Ejército Rojo.

Tampoco ayudó al desempeño de la organización el cansancio del pueblo alemán, harto ya de una guerra larga y cruel, por lo que aceptó de facto una ocupación occidental para evitar en la medida de lo posible que dicha ocupación fuese realizada por fuerzas soviéticas. Por ello, la Werwolf derivó prácticamente en una organización terrorista que atentaba tanto contra los ocupantes como contra los “colaboradores” alemanes, llegando incluso a intentar volar infraestructuras económicas del país, ya de por sí bastante maltratadas por los bombardeos aliados, en una política de “tierra quemada”. ¡¡¡Quien no está con nosotros, está contra nosotros!!! ¡¡¡Werwölfe!!!"

Diversos historiadores coinciden en señalar que el impacto de la Werwolf fue hábil y deliberadamente mitificado por los propagandistas nazis y, aunque no lograse su objetivo inicial de evitar la ocupación aliada, perjudicó en gran medida al pueblo alemán, ya que los occidentales y soviéticos respondieron a sus actividades con controles más duros y limitaciones.

Aunque algunas fuentes atribuyen a esta guerrilla algunos ataques y asesinatos, como algunas masacres de civiles y ataques a tropas soviéticas en Polonia de las que no hay pruebas concluyentes.

Los ciudadanos alemanes estaban dispuestos a colaborar con los ocupantes, trabajar con ellos e incluso aceptar su asesoramiento y ayuda, sin que los Aliados encontrasen prácticamente ninguna señal de la resistencia que esperaban encontrar. Los insurgentes de la organización siguieron actuando contra la ocupación desde sus últimos refugios hasta 1949-50, sin que lograse provocar un verdadero espíritu de resistencia nacional, aunque sus actuaciones e influencia tendrían graves consecuencias en el futuro alemán.

Los Werwolf según algunas crónicas adoptaron tatuarse en el brazo con el número 88, que significa Heil Hitler, ya que la letra H es la octava en el alfabeto latino.

Recopilación de la información y Estructuración por Antonio Jimenez.

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