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Una adicción que afecta (o entretiene) más a las mujeres.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

El consumismo es la compra o acumulación de bienes y servicios considerados no esenciales, el consumismo a gran escala en la sociedad contemporánea compromete los recursos naturales y la economía sostenible.



​Las alternativas a algunos de los problemas del consumismo son el desarrollo sostenible, el ecologismo, el decrecimiento y el consumo responsable. La publicidad idealiza la satisfacción y felicidad personal producida por el consumismo. 


El consumismo inicia su desarrollo y crecimiento a lo largo del Siglo XX como consecuencia directa de la lógica interna del capitalismo y la aparición de la publicidad, herramientas que fomentan el consumo generando nuevas necesidades en el consumidor.


El consumismo se ha desarrollado principalmente en el denominado mundo occidental, extendiéndose después a otras áreas, haciéndose popular el término creado por la antropología social sociedad de consumo, referido al consumo masivo de productos y servicios. 


Para muchas personas, el uso de esta palabra tiene necesariamente una carga política, ya que, casi siempre, el que utiliza las palabras consumismo y consumo excesivo lo hace para criticar lo que considera consumo innecesario en otras personas. 


Una manera distinta de interpretar la palabra "consumismo" es considerarla como la organización de la economía de una sociedad que, aunque tal como está ahora, funciona a satisfacción tanto de consumidores como de productores, se puede decir que en su conjunto despilfarra ciertos recursos.


Un ejemplo no trivial podría ser el uso de los envases y las bolsas de plástico, que contaminan los ríos y reservas de agua dulce y ensucian las ciudades y regiones suburbanas.


El método moderno es más cómodo e higiénico para los consumidores e incrementa los ingresos de los comerciantes, pero desde el punto de vista del funcionamiento de la economía en su conjunto también desperdicia una serie de recursos que antes se aprovechaban mejor. 


La adicción a la compra se define como la deficiencia del control de impulsos que se manifiesta en el afán por efectuar continuamente compras nuevas, en su inmensa mayoría de productos innecesarios o superfluos.


El término adicción a la compra tiene actualmente un enfoque psicosocial o se encuadra dentro de las adicciones sin droga, como la adicción al juego, internet, videojuegos, redes sociales etc. Se trata de un concepto muy cercano al de compras compulsivas, aunque este concepto tiene un enfoque más clínico.



Las compras compulsivas es un trastorno psicológico del control de impulsos, caracterizado por preocupaciones excesivas relacionadas con las compras y por la necesidad irresistible de comprar de forma masiva objetos superfluos, acompañados de sentimientos de ansiedad, irritabilidad o malestar, y consecuencias adversas como el endeudamiento.


Tras el alivio momentáneo al realizar la conducta adictiva, la persona experimenta sentimientos de culpabilidad. En Estados Unidos, se da una prevalencia del 5,8% de la población, y aproximadamente el 80% de los afectados son mujeres.



Este trastorno frecuentemente es comórbido a trastornos del estado de ánimoansiedadabuso de sustancias y trastornos alimentarios. Las personas que puntúan con altas puntuaciones en la escala de compras compulsivas tienden a comprender y valorar mal sus sentimientos, teniendo dificultad para distinguir entre deseo y necesidad, además de tener poca tolerancia a los estados psicológicos desagradables, tales como el mal humor, la tristeza, la soledad, y la frustración


El inicio del trastorno se produce en la adolescencia y alrededor de los veinte años es crónico, este trastorno es similar al síndrome de acaparador compulsivo y la manía.



La compra compulsiva no se limita a las personas que sobrepasan las compras más allá de sus medios y posibilidades, sino que también incluye a personas que emplean una cantidad excesiva de tiempo yendo de compras o que crónicamente planifican comprar cosas, aunque nunca las compre. 


Los criterios utilizados como referencia para determinar si la persona cursa con el cuadro patológico incluyen el diagnóstico de la presencia de impulsos excesivos y recurrentes por comprar, la impulsividad y repetición de la conducta de compra, una necesidad urgente e irreprimible de comprar, los intentos fracasados de controlar gastos y la existencia de consecuencias negativas tangibles de comprar excesivamente. 


A partir de la década de 1980, la adicción a la compra ha recibido especial atención debido a un espectacular aumento del número de personas que las padecen. Por supuesto no todas las compras imprevistas o no planificadas son compras compulsivas, una persona puede encontrar una oferta de un artículo que precisaba, pero que no pensaba comprar de inmediato, y adquirirlo, sin que se trate de una compra compulsiva.


Por ello hay que señalar que una característica básica del comportamiento de las personas con problemas graves de adicción al consumo es que las compras que realiza son inadecuadas e insatisfactorias. Es posible que sienta cierto placer al realizarlas o una sensación de alivio al ceder ante la tensión que le provoca el deseo de compra, pero después se arrepentirá de la compra efectuada. Este arrepentimiento, en el caso de personas con problemas intensos de adicción al consumo, puede llegar a ser una sensación de culpa y malestar muy profunda, aunque para la mayoría de los consumidores, simplemente el objeto deja de ser atractivo una vez comprado. 


La falta de autocontrol económico es la incapacidad constante y grave de ajustar los hábitos de gasto a las posibilidades económicas, no se trata de que gastos ordinarios o imprevistos hagan vivir con dificultades, sino que hay una absoluta incapacidad para controlar el dinero personal o familiar racionalmente y disciplinar los gastos, por superfluos que objetivamente sean. Una manifestación de esta falta de control suele ser uso excesivo del crédito.


La persona entra en una rueda de “vivir a crédito” se va acostumbrando a enlazar un préstamo con otro, va aumentando su número y la “alegría” con la que se endeuda. El resultado final es el sobreendeudamiento activo, o “culpable”, es decir, el que se deriva de la propia conducta desordenada del consumidor.



La adicción al consumo y otras manifestaciones graves de la falta de control en el gasto son problemas extendidos y en constante crecimiento en nuestra sociedad. Los estudios con muestras de la población general dan una proyección de entre el 8% y 16% de personas con problemas de compras incontroladas o excesivas; ​el 3% de los adultos y el 8% de los jóvenes tienen un nivel de adicción a la compra que puede considerarse patológico. 


La mayoría de las personas que tienen estos problemas no reciben, ni solicitan tratamiento y si lo hacen es después de años de padecerlos, cuando la adicción ha provocado importantes repercusiones económicas en su patrimonio o de deterioro de la relación con las personas de su entorno. 


Se ha estudiado la relación de la adicción a la compra con otros trastornos, especialmente con los depresivos, la ansiedad. También se ha relacionado esta adicción con la baja autoestima y con determinados rasgos de personalidad como la impulsividad, el materialismo y el hedonismo. 


Los trastornos depresivos constituyen el padecimiento más frecuente en los casos más graves de adicción a la compra, muchos consumidores utilizan la compra como un mecanismo para compensar, o afrontar sus estados depresivos. La ansiedad tiene un papel esencial como antecedente o desencadenante de la adicción a la compra, a medida que aumenta el nivel de ansiedad, crece la posibilidad de desarrollar adicción al consumo. 


En un principio la adicción a la compra se veía como un problema propio de mujeres y se pensaba que podía ser una manifestación, casi, específicamente femenina, de problemas depresivos o de trastornos obsesivo compulsivos. Para explicar la mayor incidencia de la adicción al consumo entre las mujeres, se ha argumentado que las personas desarrollan más fácilmente adicciones excesivas hacia conductas que les son habituales, y que existe una influencia social que hace que una parte importante de las compras, sobre todo las domésticas, sea realizada mayoritariamente por las mujeres.


En la medida en que la compra constituye para muchas mujeres como obligación o como distracción, una de sus actividades más habituales, es fácil que se convierta en la principal válvula de escape frente a otros problemas, y acabe convirtiéndose en adicción. Otra posible causa es que los comportamientos incontrolados de compra más llamativos son los referidos a las compras de prendas de vestir, calzado, cosméticos y otro tipo de productos que tienen que ver con el cuidado de la apariencia física, estadísticamente más frecuentes en las mujeres.


En cambio, otro tipo de excesos en las compras, más frecuentes en los hombres, como los artículos de electrónica, automóviles, complementos para vehículos etc., suelen pasar más desapercibidas, a pesar de que se refieren a productos de elevado costo económico. 


Las mujeres sienten más atracción por la compra, pero no por ello son más gastadoras, el setenta y cinco por ciento de los hombres que se prueba una ropa la compran, mientras que, en el caso de las mujeres solo lo hacen el veinticinco por ciento. Las mujeres sienten una mayor simpatía hacia el shopping, es decir, pasear por tiendas a ritmo calmado, examinando artículos, comparando productos y precios, interactuando con el personal de ventas, escogiendo cosas y finalmente haciendo la compra.


A medida que avanza la edad, hay una menor incidencia de adicción. Es en torno a los 18 años cuando, en la mayoría de las personas, comienzan los síntomas de la adicción, pero el tratamiento, si se recibe, suele comenzar casi 12 años después, es decir, a partir de los 30 años, es infrecuente encontrar problemas graves de adicción a la compra a partir de los 65 años. 


En el tratamiento de la adicción a la compra, al contrario que en otras adicciones como el juego, el alcohol o el tabaco, no se puede pretender apartar a quién lo padece de la conducta a la que es adicto (la compra) sino que debe ser capaz de enfrentarse a los estímulos consumistas que le rodean (tiendas, escaparates, publicidad), manteniendo el autocontrol. Por ello, las técnicas psicológicas más empleadas son de tipo conductista, especialmente las de control de estímulos y prevención de respuesta. 


En el tratamiento de la adicción al consumo, resulta muchas veces de gran utilidad que otras personas, generalmente amigos, familiares, o técnicos en consumo, intervengan para ayudar al adicto a controlar sus gastos y evitar los comportamientos impulsivos. A menudo, el adicto tiene que aceptar que, hasta que recupere el autocontrol, sus cuentas, sus tarjetas, y toda su economía sea supervisada por otra persona que se convierte en tutor voluntario.


Es posible que tenga que aceptar también no ir solo a centros comerciales y otro tipo de limitaciones.


El síndrome de acumulación compulsiva, también conocido como el síndrome de acaparador compulsivo, trastorno por acumulación o disposofobia es un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia a la acumulación de artículos u objetos en forma excesiva en referencia a cantidades socialmente aceptadas y la incapacidad para deshacerse de ellos, incluso si los objetos no tiene valor, son peligrosos o insalubres.


Este acaparamiento compulsivo puede afectar la movilidad en la vivienda e interfiere con las actividades básicas, como cocinar, limpiar, reposo, dormir y el uso de instalaciones sanitarias. 


El síndrome representa un apego excesivo a tales posesiones al punto que se incomodan si otros tocan sus cosas, o les angustia la idea de desechar o separarse de éstas debido a una necesidad percibida de guardarlas o rescatarlas. Una persona con trastorno de acumulación experimenta angustia ante tal idea y como resultado se produce una acumulación excesiva de artículos, independientemente de su valor real o sentimental. ​ 


La presencia de este trastorno se estima del orden del 2 al 5 % en adultos, aunque es probable que se eleve con los reportes de paranoicos, esquizofrénicos, obsesivo-compulsivos.


El acumulador compulsivo estima que los objetos que acumula tienen valor. Estos son conscientes de que algunos objetos que acumula son inútiles o se encuentran en mal estado e incluso algunos podrían considerarse basura, pero aun así quiere conservarlos, o bien les atribuyen un gran valor emocional. La acumulación compulsiva en sus peores formas puede provocar incendios, condiciones insalubres (tales como plagas de ratas y cucarachas), o causar otros problemas de salud y seguridad. Las personas con trastorno de acaparamiento a menudo no lo ven como un problema, lo que hace más difícil su tratamiento. ​Viven en espacios con un desorden tal que impiden realizar las actividades para las cuales estos fueron diseñados. 


El comportamiento de acaparador también se relaciona con el trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad. Puede existir un solapamiento con trastornos conocidos como trastornos del control de impulsos, particularmente cuando el acaparamiento se vincula con compras compulsivas. Sin embargo, algunas personas que muestran un comportamiento típico de acaparador compulsivo no muestran signos normalmente asociadas con los otros padecimientos. Algunos pacientes diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad presentan también una tendencia a acaparar. 


Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.


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