En la antigüedad, las hijas se consideraban propiedad de sus padres y cuando llegaba la hora de desposar a la hija, si su padre lo aprobaba, él transfería la posesión de su hija como la dote al novio. En la actualidad, el acto de entregar la novia al novio en el altar, simboliza la bendición de sus padres al matrimonio.
Si te invitan a la boda de una hija, es porque formas parte de un privilegiado circulo de amistad y se te considera con méritos para compartir con esos momentos felices.
En los años 2009 y 2012, asistí a las bodas de las hijas de dos altos directivos de Pacific, que se efectuaron en la isla de Margarita en Venezuela y en Punta Cana en la República Dominicana. Ambas son locaciones de playa del mar Caribe, abiertos al turismo internacional.
Tan pronto aterrizó un avión Fokker 100 de una aerolínea colombiana, en la pista del aeropuerto de Maiquetía en Venezuela, nos envolvió ese aroma exquisito a mar.
Ese modelo de avión ya tenía más de una década descontinuado, desde el momento en que el constructor, había cedido el diseño de control digital de la cabina para el Airbus, pero todavía ese avión cubría la ruta de Bogotá a Maiquetía, a falta de un mayor número de pasajeros.
Las inconformidades que pudimos tener con respecto al confort en ese avión, pasaron a un segundo plano, en cuestión de un par de horas, cuando utilizamos una aerolínea venezolana para ir al aeropuerto de Porlamar en la isla de Margarita y nos embarcamos en un DC-9, probablemente en servicio por más de 40 años.
La boda en Margarita nos permitió visitar la Catedral de La Asunción, una edificación que cumplía 435 años a la fecha de la ceremonia y que no mostraba su mejor imagen externa. Aun así, muchas parejas seleccionaban esa catedral, aspirando a que una parte de su perpetuidad, se le transfiriera a su vida en matrimonio.
La tarde noche en esa isla estaba bien calurosa y con una escasa brisa que se lograba aprovechar por la vestimenta sugerida para los hombres, que, era la guayabera y el pantalón, ambos en lino, de color blanco o de tonos claros.
Afortunadamente, en las zonas aledañas al mar caribe, las guayaberas finas constituyen una vestimenta de etiqueta y se portan en ceremonias solemnes, indistintamente de día o de noche.
La fiesta de la boda se efectuó en una casa de festejos, ubicada en una colina en frente de la playa Guacuco. Una zona que daba fuertes señales de una interrupción en su desarrollo turístico, mostrando sus calles sin pavimentar y muchas de sus casas a medio construir y como si estuvieran abandonadas.
Al llegar y estacionar el vehículo que había rentado, mi esposa que estaba de vestido largo, bajo inadvertidamente sobre unos arbustos y salió de allí con su vestido lleno de cadillos, esas vainas erizadas de espinas tiesas de una planta. Tantos cadillos, que pasamos tiempo quitándoselos de su vestido.
Una década de un gobierno con políticas no amigables con el turismo, ya dejaba sus huellas de retroceso en la isla, la otrora conocida como la perla del caribe.
Tres años después, la buena sensación que sentimos al salir del avión en el aeropuerto Internacional de Punta Cana, no era solo por el aroma y ya parecía que estábamos inmersos en un ambiente de playa. Ese aeropuerto comercial de propiedad privada, uno de los muy poco en el mundo, tiene sus terminales al aire libre con sus techos cubiertos de hojas de palmas.
En contraste con la baja actividad aérea de Porlamar, por Punta Cana transitaban anualmente más de 7 millones de pasajeros con 60 mil operaciones de aviones comerciales.
Eso era una clara indicación de un desarrollo turístico exitoso, aprovechando las bondades de la naturaleza de playa, que bien podía ser en la perla maltratada del caribe.
La ceremonia de la boda fue en frente del mar, en donde no todo era una tacita de oro, por el fenómeno del sargazo, una macroalga que afectaba las playas de Punta Cana, totalmente inofensiva, pero bastante desagradable a la vista y el olfato.
Según los comentarios de los locales, el aumento de nutrientes en el mar y el incremento de la temperatura de las aguas, creaban las condiciones perfectas para que el sargazo proliferara y las corrientes marinas los acercaban a las costas.
La limpieza de esas playas era a diario, por lo que no era para nada común, encontrarse con montañas de algas acumuladas, que opacaban la belleza paradisíaca de las playas. La red de hoteles, en conjunto con el estado, dedicaba gente y recursos para lograr una playa limpia que continuara motivando la asistencia de los turistas.
Antonio Jimenez.
Sr. Jimenez en eventos de gran significación para la sociedad, se pudo constatar en carne propia la diferencia entre el socialismo y la democracia, Isla de Margarita en Venezuela y Punta Cana en RD (años 2009 y 2012).