Al mediodía del 27 de enero del año 2010, un funcionario de migración Colombia llegó a un hangar privado del aeropuerto El Dorado en Bogotá y portaba consigo las imágenes escaneadas de unos pasaportes. En forma inmediata se dispuso a revisar los documentos originales y nos otorgó el selló de la salida del país. Con ese trámite, quedamos autorizados para iniciar un viaje de negocio en un jet Falcon 20, para 8 personas, con el destino hacia los Estados Unidos. Me encontraba formando parte de ese grupo de ejecutivos de la empresa Pacific Rubiales, en donde estaban incluidos su Presidente y el CEO.
Al arribar a Miami se reabasteció el combustible y efectuamos la gestión migratoria para el ingreso a los Estados Unidos, luego seguimos en vuelo hasta los aeropuertos de Orlando y de Oklahoma City, siendo este último, el destino final para ese día.
Los viajes de negocios eran frecuentes en la empresa al amparo de nuestra política de expansión, en el cumplimiento de la visión de ser la primera empresa independiente de Latinoamérica. La intención por obtener la preferencia de los clientes del mundo industrializado, pasaba por llevar buenas relaciones ejecutivas entre las partes, con visitas para reuniones y en “road shows”.
Al siguiente día de nuestro arribo y en un salón del mismo hotel en donde pernoctamos en Oklahoma City, se efectuó una reunión con los ejecutivos de la empresa Osage Exploration & Development, nuestro socio en la propiedad de un campo petrolero en Colombia. Ese campo tenía una moderada producción de crudo, pero contaba con otros atractivos de negocio, como eran la participación en un oleoducto intermedio y en unas instalaciones para la venta de gas vehicular.
Esas características motivaron la asistencia de la alta representación de parte de Pacific Rubiales, cuya intención era la de abrir un camino para la compra de la participación de esa empresa privada en el activo mencionado.
Al terminar la reunión antes del mediodía, nos dirigimos prontamente al aeropuerto para tomar un vuelo hasta San Antonio en el estado de Texas. En esa ciudad se quedaría parte del grupo, quienes irían a atender otra reunión de negocio, ahora con la empresa de refinación Valero Energy Corporation.
El pronóstico de las condiciones del clima en Oklahoma City, mostraba para ese día la llegada de un frente frio de gran magnitud, que se convertiría en una tormenta de nieve y hielo en las horas de la tarde.
La tormenta llegó sin demoras y se mantuvo hasta el día 30 de enero, ocasionando la interrupción de los servicios de electricidad, agua y transporte.
En el trayecto del avión hasta la cabecera de la pista se congelaron sus alas, a pesar de que habían sido tratadas previamente con una química antifreeze, por lo que se abortó ese despegue al mediodía y se resguardó el avión en un hangar, para esperar por una mejoría en las condiciones ambientales.
La estadía en el aeropuerto en una sala con vista panorámica, nos mostró como cambiaba al color blanco, tanto la pista como las áreas verdes. Estando allí, recibí la noticia sobre un accidente de tránsito que mi segundo hijo había tenido en Maracaibo durante la noche anterior, del cual resultó muy golpeado y se mantenía hospitalizado, pero fuera de peligro. Mi serenidad mental se perdió al no poder estar a su lado, pero afortunadamente con la solidaridad de todos, evité caer en un quiebre emocional.
A eso de las ocho de la noche, la tormenta nos permitió un respiro, ya que se formó como una especie de un corredor despejado al sur, que estaba en la misma dirección de nuestro viaje. Abordamos el avión en el hangar en el medio de un gran charco de agua, producto del deshielo de sus alas. El avión fue transportado a la cabecera de la pista y en el camino hubo un pequeño incidente, al salirse de la pista el tractorcito que lo carreteaba, que no distinguió la línea divisoria de la pista con el césped.
Al despegar el avión y cuando creíamos que ya todo había pasado, sentimos como si se silenciaran sus turbinas. Alguien comentó que parecía que se habían apagado y otro le contestó ¡cierto!, pero con una entonación de desespero, solicitando más bien una confirmación inmediata. Yo los escuché desde mi asiento al fondo del pasillo y sin mediar palabras, tomé una pequeña almohada que mantenía de soporte para mi espalda y me tapé mis ojos y mis oídos, como para no ver ni escuchar nada y hasta pensaría que serviría para no sentir nada.
Ese terror en el aire tardaría pocos segundos, porque rápidamente sentimos que el avión volvió a tomar un impulso sonoro, pero para nosotros ese tiempo duró una eternidad.
La explicación de parte del piloto fue de que siguió las indicaciones de la torre de control, para mantenerse a una altitud de no más de 500 pies y eso solo sería posible si disminuía la potencia del despegue. Nada para temer en la integridad mecánica del avión, pero si, en la de nuestros corazones.
El mismo avión nos llevó al siguiente día a Houston y de allí seguimos en vuelo comercial a Bogotá, con lo que se completaron seis aeropuertos visitados en tres días.
Pacific Rubiales nunca adquirió la participación de Osage en los activos del campo petrolero en Colombia y tampoco incorporó los procesos de refinación en su cadena de valor.
De ese viaje de negocios, solo quedaron temas preocupantes para recordar. Afortunadamente, mi hijo mejoró de su salud y salió en un par de días en alta de la clínica.
Antonio Jimenez.
Definitivamente tienes una manera muy especial de narrar tus relatos, haces que uno sea partícipe de los mismos. Felicitaciones. Alfredo de Jongh
Bendecido lunes Tony.
En resumen: Considero q fue una experiencia algo complicada la q viviste con situaciones que no estuvieron bajo tu control, sobretodo con el incidente familiar.
No es nada fácil mantener un autocontrol emocional para tener la mente fresca y ágil para poder negociar ante tales circunstancias imprevisibles.
Tony, que horas tan estresantes e intensas. Gracias a Dios, al final nada que lamentar mas que el No logro de los negocios...Saludos... Eddy Martinez
Excelente relato Antonio. Gracias por mostrarnos de manera simple esa parte del Negocio que muchos no conocemos. Magistral publicación. Felicitaciones.🙏👍 Hugo Villasmil
Tony, excelente como siempre tu relato. Me pongo en tus zapatos, y te considero enormemente ante la noticia del accidente del hijo. Particularmente, no me puedo imaginar cual hubiera sido mi reaccion. Felicitaciones por este nuevo relato. Gonzalo Alvarez