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Relatos cortos (63): el jueves patrio.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Uno de los sitios más emblemáticos de Bogotá es el Parque de la 93, una plaza turística ubicada en la calle 93 y que, hasta mediados de los años 1990, era un botadero de escombros y parqueadero de zorras, que es como se conocía a los vehículos de tracción animal en Bogotá.


Alrededor del parque existen bares, restaurantes, cafés y heladerías, todos muy visitados por turistas y locales. La vida nocturna del sector es muy activa porque agrupa diversos lugares de música y recreación. El Parque se caracteriza por sus áreas abiertas, verdes y arborizadas, que en ocasiones es decorado con arreglos navideños impresionantes.



El miércoles 15 de octubre del año 2008, en el Parque de la 93 todo estaba despejado, no circulaba ningún vehículo por sus calles que estaban aisladas con barreras antidisturbios. No se esperaba ninguna manifestación pública ni la visita del Papa y solo los que allí estaban, esperaban por un finlandés catire.


Mika Hakkinen, el ex campeón de la F1, retirado un año atrás de la competencia y en ese año actuando como el embajador de la marca de whisky Johnnie Walker, realizó tareas de concientización del consumo responsable de licor, sobre todo al volante. En esas labores realizó una demostración de velocidad, conduciendo un vehículo deportivo biplaza de uso personal, en cuatro vueltas a un circuito improvisado, que incluía su paso por el Parque.



Tan pronto nos enteramos de la gestión de Mika detrás de ese consumo responsable del licor, decidimos apoyarlo allí mismo en la 93. En un bar-restaurante-discoteca, nos reunimos al siguiente día, para comentar sobre la actuación de Mika y para festejar nuestro jueves patrio.


Sin importarnos que lloviera, tronara o relampagueara, que en Bogotá son como todos los días, acudíamos los jueves al llamado de la patria, para apoyar con nuestro dinero a las ventas de la empresa Johnny Walker y ahora con más sentido, al habernos enterado de tan loable política de concientización.


El sitio para nuestros encuentros se llamaba Afrikafe, y allí nos sentíamos atendidos como unos propios reyes, por la calidad de sus comidas y bebidas y por la presencia especial de una hermosa mujer que nos atendía como mesera y que dejó prendado a más de uno.


Regularmente ocupábamos un espacio en una terraza al aire libre, combinando el clima delicioso de Bogotá con la vista hacia el parque y a su movimiento de turistas. Afrikafe también disponía de un espacio más reservado puertas adentro, con una barra bar y con una pista de baile. En esto aplicaba la típica expresión venezolana de ser pequeño, pero con todas las comodidades.


Son muchas las vivencias de nuestro jueves patrio en Afrikafe, el adoptado como nuestro consulado venezolano, en donde llegamos a formar un gran grupo, empleando nuestro tiempo con un sentido amplio de la convivencia y de la solidaridad en la vida fuera de Venezuela. Lamentablemente, el grupo quedó disuelto, tan pronto se concretó la venta del local a una franquicia de comida mexicana conocida como Sipote. A nosotros como un grupo entusiasta, simple y llanamente nos mandaron para el cipote.


El Parque de la 93 continuó siendo el favorito como un lugar de encuentro, ofreciendo un buen entretenimiento con su infinidad de restaurantes de todo tipo y con los espectáculos al aire libre en la propia plaza. Las pantallas gigantes y la transmisión en vivo de los partidos de los mundiales de futbol fueron un buen ejemplo de ello. Pero nada similar como el decorado y el alumbrado navideño del año 2008, con un árbol gigante en su centro y las luces en sus árboles y figuras decorativas.



Esa práctica se eliminó en una ciudad, cuyas autoridades clamaban y actuaban detrás del ahorro de gastos de energía. El recordado año 2008 y con él, Afrikafe, no volverán.


Antonio Jimenez.

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