Un proyecto de inversión, como el de la perforación de un pozo de alta complejidad, incluyendo las fases de planificación de las actividades y el seguimiento a la ejecución, consumía un tiempo de consultoría de 4 a 6 meses, lo cual era lo anhelado. El proyecto seleccionado para mí atención, se trataba de un pozo multilateral, realizado para el activo integral Macuspana, uno de los negocios pertenecientes a la Región Sur de Pemex en el estado de Tabasco.
Mi participación como el coordinador de la metodología de planificación del proyecto, se podría homologar a la de un director de orquesta, quien identifica, reconoce y repotencia la individualidad de cada participante, para lograr el mayor rendimiento de una agrupación musical. Nuestro trabajo exigía conocer de cada disciplina participante en los equipos de trabajo y de cómo podían ser integradas cada una con las otras. El riesgo del fracaso del proyecto desde el punto de vista técnico-gerencial era mitigable, fortalecido en el dominio de la metodología y en el know how de muchos años conduciendo grupos de trabajo en Pdvsa.
El riesgo estaba en las ocurrencias imprevistas detrás de cámara, que podían interrumpir la continuidad del proyecto, siendo las más comunes la de obtener una baja estima profesional de parte del empleador o recortes del presupuesto y en ausencias motivadas por una salud deficiente, por exigencias familiares y hasta por una lamentable desaparición física.
La sede de las oficinas del activo estaba en Ciudad Pemex, un campo petrolero ubicado a 60 kilómetros de Villahermosa, una hora de tiempo por carretera, de los cuales solo en la mitad del recorrido se transitaba por una autopista y en los 30 kilómetros restantes por una vía rural, de apenas dos canales para el flujo vehicular.
Esa vía rural se me parecía a la carretera Williams en Venezuela, que conectaba a Tía Juana en la costa oriental del lago con Mene Mauroa en la vía Falcon Zulia. A un lado y a lo largo de la Williams, habían sido construidos dos oleoductos y una red eléctrica de alta tensión. Ambas carreteras, la de México y la de Venezuela, siempre estaban en inapropiadas condiciones de tránsito, abundando los huecos, los pliegues y los hundimientos de la capa asfáltica.
La carretera hacia Ciudad Pemex, se afectaba mucho en la época de lluvias, ya que el agua ocultaba los grandes huecos que dificultaban el control del manejo del vehículo. Era notable los trágicos accidentes causados por el tráfico de las pipas, que es como se le conoce en México a las tractomulas de Colombia o a las cisternas en Venezuela.
Pero esta vía a Ciudad Pemex, no era la única con alta peligrosidad. En una mañana normal de trabajo, se me requirió mi asistencia para atender una llamada telefónica, seleccionándome como el interlocutor, solo por ser un venezolano. La información que me transmitieron, fue muy triste y se relacionaba con un lamentable accidente de tránsito en la entrada de Agua Dulce, un campo petrolero cerca de Coatzacoalcos, la ciudad natal de la actriz Salma Hayek. En el accidente falleció un geomecanico brillante, el hijo de nuestro recordado Gerente General de Maraven en Lagunillas, Nelson Vásquez.
Las carreteras rurales no tenían la exclusividad del peligro, también había que cuidarse en las calles y avenidas de la ciudad de Villahermosa, en donde las combis eran consideradas con alto riesgo de colisión.
Una combi es una camioneta tipo van, acondicionadas para transportar pasajeros, como tales sardinas en latas. A veces algunas personas iban colgadas de la puerta, con más de la mitad de sus cuerpos guindando afuera. Los conductores de estas combis ejecutaban maniobras y giros inadecuados, por estar alicorados y como producto de su desesperación por tomar un pasajero y quitárselo a la competencia.
En México, no es de extrañar que ocurra una paralización súbita de un proyecto. En Ciudad Pemex precisamente y en otras provincias petroleras de México, en marzo de cada año, se festejaba una semana completa de fiestas de feria, para conmemorar la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas de 1938. Un evento histórico que resultó en la paralización de todos los trabajos y en la toma de todos los bienes materiales de las 16 empresas privadas que operaban en el país.
La feria conmemorativa de una paralización y expropiación, todavía se efectúa, es algo que está allí presente para recordar que puede ser posible en cualquier momento y que por tanto motiva la desconfianza a la inversión privada en el sector del petróleo en México.
En ese año 2006, México estaba muy rezagada de Venezuela, que, en el plano de negocios, ya había mostrado la eficiencia de la participación privada en convenios operativos y de asociaciones en la Faja Petrolífera del Orinoco. Con la reelección de Chávez a finales de ese mismo año, no faltaba mucho tiempo para retrogradar los avances de esa apertura. El espíritu de Cárdenas estaba rondando por la América Latina.
Antonio Jimenez.
Comments