Mi oficina en la sede de Pdvsa en Barinas, conocido como Campo La Mesa, ha sido la más cómoda en mi vida profesional. A ella se podía acceder rápidamente, a través de una entrada secundaria a pocos metros de un área de estacionamiento y por un camino con escaleras.
La oficina tenía unas ventanas que permitían ver a un campo de césped, en donde algún gerente anterior y fanático del golf, construyó un recorrido con pocos hoyos. Un área cercada y protegida, que contaba con un portón para una rápida evasión. En esa vista, se podía dedicar un tiempo de éxtasis, en la búsqueda de ideas para la solución de los infaltables problemas. La oficina tenía un amplio baño privado y un salón anexo para reuniones de trabajo.
En esa oficina transcurrió el tiempo que resultó ser el más angustiante para la sociedad en la historia moderna de Venezuela. Los eventos sucedidos hicieron que el televisor se convirtiera en el artículo mejor valorado de la oficina, sobre el laptop, los libros, los informes y las presentaciones técnicas. En frente del Tv y encendido en ocasiones, pasaba más tiempo de lo debido, afortunadamente en la privacidad de mi oficina y sin dar un mal ejemplo. El televisor me permitió ser un testigo de excepción de los acontecimientos violentos de la historia reciente de Venezuela y de cómo se destruía un país, incluyendo al núcleo de la sociedad, la familia.
Solo había transcurrido un mes en Barinas, cuando en la pantalla apareció una mujer bonita de tez blanca con el pelo de color negro, que, en una primera impresión se confundía con una nueva actriz de telenovelas. Ella se expresaba con vehemencia en un español agringado, en la defensa de una burda denuncia de Hugo Chávez, sobre una supuesta invasión militar a Venezuela. La abogada norteamericana Eva Golinger, con buena apariencia física, estudiada y con poder de convencimiento, era la persona ideal para suavizar los rechazos a esta versión de la invasión y para lograr adeptos. Los regímenes autoritarios y dictatoriales, utilizan esta táctica de vocerias de gentes preparadas, fuera de su entorno. Eva se convirtió posteriormente, en la mujer estadounidense en la que más confiaron los mayores enemigos de Estados Unidos.
En España, en mayo del año 2001, un ejercicio militar de adiestramiento para sus fuerzas armadas, conocido como el plan Balboa, simuló la ejecución de una invasión militar por el occidente de Venezuela, con la participación de los Estados Unidos, Panamá, Colombia y Venezuela. Esta simulación le aportó a Chávez los elementos para su denuncia y para un acuerdo de cooperación técnico-militar con Rusia, lo que se mantiene hasta el presente año 2022 y que según parece se estaría reforzando a consecuencia de la invasión rusa en ucrania.
Un lunes temprano en la mañana y luego de reportar la situación local a nuestra directiva, observé unas tomas de televisión de las calles de la ciudad Caracas que se notaban vacías, sin gente caminando ni tránsito vehicular. Las santamarias de las tiendas estaban abajo, como si fuera un viernes santo cualquiera. El 10 de diciembre del año 2001, la cobertura de televisión mostró escenas contrastantes; por un lado, la soledad por un paro nacional convocado para cuestionar y solicitar el derogamiento de unas leyes abusivas y, por otro lado, una movilización de la gente que acudió al llamado de Chávez. En la aglomeración, se expresó para descalificar la huelga, anunciando una radicalización de las acciones en contra de sus promotores. La confrontación se convirtió luego en un toma y dame entre el ejecutivo y Pdvsa, por medio de protestas, cartas publicas incluyendo la solicitud de renuncia de Chávez y destituciones.
Así llego el mes de abril del año 2002, cuando si se encontró una salida, aunque fuera solo por un par de días. El mes se inició con el despido de siete altos ejecutivos de Pdvsa, de parte del mismo Chávez y de la manera más ordinaria haciendo sonar un pito y en simultaneo se dió el debut de unos grupos de violentos, conocidos como los círculos bolivarianos. Estos grupos eran pandillas de 10 a 15 maleantes, que se encargaban de impartir miedos y de actuar como brigadas de choque para suprimir cualquier manifestación de los opositores en el país. Las barricadas y la presencia intimidante de las pandillas, formaban parte del modus operandi.
En una ocasión, casi al mediodía y después de terminar una reunión de trabajo, retorné a mi oficina y encendí el televisor, logrando presenciar el acoso a una sede de Pdvsa, por parte de una facción de estos grupos violentos. Actuaban como los dueños del lugar, con la prepotencia de sentirse muy bien protegidos. En una de las tomas televisadas y justo en frente de la sede de Pdvsa, en el edificio de Chuao al Este de la ciudad de Caracas, llegó un vehículo Dodge Dart y de él se bajó un señor en los 60 años plus, de edad, según mis cálculos. Este señor sin mediar palabras, se dirigió a quien actuaba como el líder del grupo de violentos y lo golpeo con un recto de derecha directo a su rostro. El macho alfa cayó sentado por el impacto y en seguida se fue al suelo horizontalmente. Como en todo grupo de cobardes, el resto huyó del lugar dejando al líder desmayado.
A partir de este momento, todo cambio a favor de la oposición a Chávez y enseguida se presentó una multitud al sitio, que fue aumentando con los días, hasta llegar a ser considerada el más grande amontonamiento, jamás visto en el país.
El 11 de abril, las imágenes de televisión mostraban un rio de gente, que en la tarde se movilizó hasta la sede de los poderes públicos en el centro de Caracas.
La marcha fue atacada a tiros por civiles armados de los círculos bolivarianos, en un sitio conocido como Puente Llaguno, mientras que Chávez le hablaba a la nación, en lo que él creía que era una transmisión exclusiva. La televisión en pantalla dividida, mostró todo lo que estaba ocurriendo, el discurso y la violencia, murieron 19 personas y 127 resultaron heridas.
Llegando a la medianoche de ese día y en una transmisión de tv al país, se mostró la retirada de Chávez de su sede presidencial, en lo que se interpretó como el abandono del cargo por la presión que ejercieron altos oficiales para su renuncia. Sin temor a equivocarme, en el país se vivió el amanecer más feliz de los últimos años, al estilo del amanecer de año nuevo. En ese 12 de abril, se multiplicaron los abrazos entre amigos y familiares, con mensajes de esperanzas hacia un mejor porvenir. Los acontecimientos de los dos siguientes días con la firma de un acta de constitución del gobierno de transición y de un asedio a la embajada de Cuba en Caracas, propició a la acción de militares partidarios a Chávez, los cuales con un grupo de comando lo liberaron y retomó el mando presidencial, en la madrugada del 14 de abril.
Volvió el hombre y con un crucifijo apretado en su mano, mostro los dientes de su poder insaciable.
Antonio Jimenez.
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