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Relatos cortos (30): clamores.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

“Pérez Amado está resteado en defender al Banco, ha enviado varios camiones de valores cargados de dinero para entregar cualquier monto, a quienes solicitan retirar sus ahorros. Este Banco es una institución muy sólida, son más de 100 años desde su fundación y su nombre está ligado a la misma ciudad. No creo que salga de compensación, yo le doy mi voto de confianza, dejando mi dinero allí. Mucha gente especula y causa mucho daño”.


Estas palabras se las escuché a mi amigo y compañero de trabajo en Maraven, René Faria, en una conversación iniciándose el mes de enero de 1994.


El Banco de Maracaibo fue la primera entidad bancaria de Venezuela, fundada en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia, el 11 de mayo de 1882. Gozó de una gran reputación dentro y fuera de Venezuela, era emisor de billetes y su slogan en 1992 era ser “Un gran banco nacional”. El banco fue intervenido en enero de 1994, durante la crisis bancaria venezolana, dando como resultado la confiscación y el cierre de sus instalaciones y entre ellas la sucursal en Lagunillas, aquella en la cual René no quiso acudir por la confianza en Pérez Amado.



René no fue el único con ese pensamiento y acción solidaria con su banco, yo también tuve un exceso de confianza en el sistema financiero venezolano y en la banca privada y así resultó que mi dinero se quedó retenido en el Banco Latino, en la espera del auxilio financiero del gobierno para la devolución de los montos congelados de los ahorristas. El Banco Latino, que era el segundo banco más grande del país y el primero en captación de ahorros, fue cerrado en enero de 1994 en medio de una severa crisis financiera que abarcó a más de la mitad del sistema bancario venezolano. Cerca del 60% del sistema bancario fue clausurado y la crisis le costó al país el 14% del producto interno, una de las más grandes hasta entonces en el mundo.



Con la creación de una Junta de Emergencia Financiera, la crisis se resolvió y el sector se normalizó. Los bancos que pudieron ser salvados, se reprivatizaron y abrieron a la participación de la banca extranjera.


En mi caso en particular siendo un asalariado más del sistema, las preocupaciones por la falta de dinero por el día a día, duraron hasta que el próximo depósito de pago quincenal fue efectivo por taquilla de un nuevo banco en convenio con Pdvsa, ubicado en las oficinas de la propia empresa. Para recuperar los ahorros retenidos en los bancos intervenidos, hubo que esperar por los plazos y montos oficiales. Ante la falta de información oportuna, fue necesario acudir con frecuencia a la sucursal del banco Latino en Ciudad Ojeda, saliendo de allí muchas veces con las manos vacías. No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero el dinero recibido del auxilio, ya no tenía su mismo valor, era un dinero devaluado con un poder adquisitivo más bajo con respecto al momento de su retención.


La crisis financiera tuvo dimensiones que nadie pudo calcular, como el impacto sobre la salida de divisas que forzó un control de cambios y un violento ascenso de la inflación, llegando a 99,9% en 1996.


En la convicción de la gente del pueblo, al presidente de Venezuela no se le consideraba como el causante de la crisis financiera, pero si como el responsable de que afectara con un impacto mayor a los más necesitados y que todo se diera por efecto de una especie de revancha, reconcomio político y soberbia. En las estrofas de la gaita zuliana “Doctor Caldera”, del Gran Coquivacoa y Neguito Borjas, se representa muy bien ese sentir del pueblo y en un aparte de los versos del coro, con la voz del icono gaitero Astolfo Romero, qepd, se le implora al presidente que escuchara el clamor del pueblo, utilizándose para ello un dialecto típico marabino “hermano oiiii”.


En la segunda mitad de la década de los años 1990, en las filiales operativas de Pdvsa se efectuó una restructuración organizacional, que en el caso de lo que me atañía, constituyó las Unidades Estratégicas de Explotación. Estando encargado de una gerencia de dichas unidades también fui parte activa en los programas de recreación y esparcimiento del personal en la política de Responsabilidad Social, actuando como presidente de un club con dos sedes, para la nómina profesional de la empresa.


En esos años de exigentes cambios empresariales en Pdvsa y en otras empresas del país, se condicionó la mente de mucha gente de que era indispensable un cambio de las empresas del sector público y de la gerencia del país. En ese ambiente, progresista existía el riesgo de que una figura mesiánica popular y además de eso un sinvergüenza, pudiera manipular dichos conceptos y ser bien recibido. El país transitaba por un deterioro económico con la inflación impactando la alimentación y otras necesidades y clamaba por un cambio.


En una ocasión con la directiva del club se aprobó una jornada social en un barrio de Lagunillas, con la participación de brigadas médicas para despistaje de enfermedades, sesiones de peluquería, venta de alimentos a precios solidarios y otras actividades que fueron muy bien recibidas por la población de menores recursos. Con estas actividades fue muy fácil distinguir lo que era muy obvio, de que el país pasaba por graves problemas sociales producto de la desatención, diferencias de clases, segregación y desequilibrios, que la democracia y el bipartidismo en Venezuela no habían podido solucionar en muchos años.


Fue así como los más humildes recibieron gustosamente la medida de sobreseimiento otorgada al líder de la intentona golpista de 1992 y este se hizo del respaldo de grupos muy poderosos con lo que obtuvo un impulso considerable para ganar las elecciones de 1998, sorprendiendo y cambiando los resultados adversos de una elección previa del Congreso, en donde su partido había estado en minoría. Su amplia victoria con mas del 56% de casi 7 millones de electores abrió la puerta a su tesis de “refundar la República”, violando el orden constitucional vigente desde 1961, comenzando un proyecto autoritario con la eliminación del Senado, que tenía el control sobre los ascensos militares, y la norma de no reelección inmediata, que lo hubiera forzado a salir del cargo al terminar su mandato de cinco años.


Todos en el país de alguna manera fuimos cómplices del triunfo de Chávez, al hacer nuestro trabajo muy eficientemente, pero en nuestra propia burbuja, desconocimos a la otra realidad de un país y a una gente muy necesitada que al final se decidió por el populista que le ofreció resolverles todos los problemas. Ya esto forma parte de la historia de un país quebrado, que algún día vamos a recuperar, pero antes, espero que este escrito pueda constituirse en otro clamor de mucha utilidad para evitar que semejantes seres destructores lo sigan intentando en otro país.


Antonio Jimenez.

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