Los eventos del golpe de estado en Venezuela del 4 de febrero de 1992, contó con la participación de dos actores civiles en roles secundarios, quienes con sus actuaciones iluminaron el camino a un pensamiento político que cambiaría para mal, el rumbo de la historia de Venezuela en los próximos 30 años o más. Estos actores fueron el ex presidente Rafael Caldera y el educador y político Aristóbulo Isturiz, los cuales, con sus mensajes a la nación desde el Congreso de Venezuela, catapultaron a quien fue el líder del golpe militar de ese mismo día.
Pocas horas antes del inicio de la sesión, todos los partidos representados en el Congreso habían redactado un comunicado que condenaba el golpe de Estado y en sucesivos discursos había predominado el rechazo a los militares rebeldes. El espíritu de la condena se imponía en la atmósfera parlamentaria hasta que tuvo un vuelco sorpresivo, cuando en cadena nacional, tomó la palabra el ex presidente socialcristiano y senador vitalicio Rafael Caldera.
El Dr. Caldera, aunque no validó directamente el golpe de Estado, con su excelente verbo, cuestiono la suspensión de las garantías constitucionales por sospechar del gobierno en la concreción de abusos, de excesos, de violaciones injustificadas, de detecciones sin fórmula de juicio, de allanamiento de los hogares e irrespetos a la libertad de expresión del pensamiento, es decir, todo un rosario de defectos democráticos lapidarios. En segundo lugar, categóricamente le sustrajo de las motivaciones del golpe, al asesinato del presidente en ejercicio, y en tercer lugar alentó que el sentimiento popular actuó espontáneamente, sin moverse en la defensa de la democracia.
El momento más importante en la vida política de Aristóbulo Isturiz fue aquel 4 de febrero de 1992, cuando el impacto del discurso del Dr. Caldera, le dio fuerza y argumentos al popular dirigente de un partido, que minutos antes había avalado la condena al golpe de Estado.
Isturiz siguió la brecha abierta por Caldera, tomó la palabra y dio un nuevo giro a lo que sería la política del país y un sentimiento de cambio que comenzó a germinar en la clase media venezolana. “Aquí, a la Constitución le hemos dado muchos golpes de Estado, lo que pasa es que cuando es con armas preocupa más, cuando es por brazos levantados a ciegas, siguiendo la línea partidista o los compromisos con los distintos sectores económicos, evidentemente que también constituyen golpes de Estado, pero la gente los conoce menos”.
El evento parlamentario conmovió a la opinión pública y junto al “Por ahora” de Hugo Chávez, condujo al país a todos estos años de populismo de izquierda, estatismo, controles y destrucción de las instituciones democráticas. Rafael Caldera siendo el próximo presidente elegido, liberó al militar golpista (Hugo Chávez) de la cárcel, dejándole intactos todos los derechos ciudadanos de un ciudadano inocente para participar en la política. Chávez ganó la presidencia del país en 1998 y despidió al moribundo (Caldera) con la moribunda (la constitución de 1961). Isturiz cultivaría una estrecha amistad con el líder golpista, estaría en los principales organismos que edificaron el nuevo modelo político pro cubano y ocuparía los más altos cargos del poder hasta el día de su muerte este 27 de abril de 2021.
En la mañana del 4 de febrero de 1992, volvieron las angustias que la población vivió a finales de febrero de 1989, solo tres años habían pasado y como consuelo de tontos nos ufanábamos de tener la experiencia para afrontar de nuevo una situación social complicada, con enfrentamientos armados, medidas de emergencia, cierres comerciales y desordenes.
Ese día martes, 4 de febrero, no asistimos a la empresa, cada quien permaneció en su casa, muy atento a las noticias del desarrollo del evento. Solo algunos se aventuraron a salir por víveres y para negocios en la cercanía del hogar. Recuerdo que el único negocio en la zona en donde residía, que abrió sus puertas sin ningún retardo, fue la Panadería en un pequeño centro comercial en la avenida principal de Santa Fe Norte.
En Caracas, el buen pan es un regalo desde hace muchas décadas. Las panaderías, principalmente, a cargo de portugueses, son comercios que además de varios tipos de panes horneados a lo largo del día, ofrecen una sección de embutidos, una cafetería, jugos de frutas tropicales, refrigerios típicos a base pan (para desayunar o merendar) y una sección de pastelería.
El dueño de la Panadería, un portugués joven, casado y con un hijo de la edad de mi hijo Eduardo, asistían al mismo colegio pre escolar. Totalmente integrado a la comunidad, se manejaba bien con las costumbres venezolanas, su música, el hipismo, las cervecitas y buen piropeador de mujeres.
Era muy buen conversador de cualquier tema y el de ese día por supuesto que fue el tema del golpe militar. Mientras otros se centraban en hacer filas de pensamiento alrededor de Chávez, alabándolo por haber reconocido la derrota con gallardía, este portugués se mantuvo centrado en la hazaña del golpista en la tarea para nada fácil de organizar y activar un golpe militar, aunque no hubiera logrado el cometido esperado. Para el, Chávez había demostrado ser inteligente y estratega, al pasar ileso en esos años de preparación del movimiento ante la inteligencia del ejército.
También argumentaba que, en ese grupo de golpistas, si existía la motivación por desaparecer físicamente al presidente para adueñarse del poder y establecer una dictadura, con todos los poderes conculcados a su disposición. Hasta se atrevió a comentar sobre una supuesta conspiración entre Chávez y los héroes del congreso de ese día, mencionado que en una fecha futura de pocos años se iba a materializar el ascenso al poder y el comienzo del fin del país con sus instituciones.
Ese día, pasado el alboroto inicial y de vuelta a la tranquilidad, los que vivíamos felices y no lo sabíamos, no fuimos capaces de defender ese estado de democracia, libertad y prosperidad para nuestro país. Los que allí estábamos, festejamos la entrega del golpista y otros cabecillas, comiendo cachitos de jamón acompañándolo con café con leche, espumoso y de lo más sabroso. También nos llevamos unos panes campesinos para la casa, que eran un verdadero delirio para la cena.
En Venezuela, el pensamiento de la mayoría estuvo esa noche del 4 de febrero de 1992, en olvidarnos muy rápido de lo ocurrido, con la esperanza de que el gobierno en turno rectificaría un camino recorrido, sin darnos cuenta, de que ese recorrido había transcurrido por la verdadera solución a la crisis, buscando un equilibrio macroeconómico en nuestro país, para que en conjunto con el empuje de la principal fuente de valor del país, la petrolera, y su apertura económica con capitales privados, nos condujera a mejores estados de prosperidad.
Al golpe de estado de ese día, le siguió otra intentona militar en noviembre de ese mismo año 1992, y de allí pasamos por la destitución del presidente Pérez y su juicio político/administrativo, por la instalación de un gobierno de transición, por la elección del presidente Caldera para un segundo periodo, por el otorgamiento del sobreseimiento de la causa a Hugo Chávez y por la libertad para todos los militares involucrados en las dos intentonas de golpe y finalmente por la elección del golpista en 1998, en tan solo seis años después. Ahora a 30 años de esa fecha macabra, el desastre en el país continúa vigente.
La conspiración si existía y el portu estaba en lo cierto.
Antonio Jimenez.
Excelente Relato de una Gran verdad que fue el principio de la destruccion de la Economia y de la Constitucion.