Relatos (32): saqueos en tres actos.

Acto 1: Una larga fila de personas, y todas ellas con caras de preocupación, compartían un mismo interés visual hacia una puerta de vidrio corrediza de un supermercado de la cadena CADA ubicado en la terraza de un famoso centro comercial en el este de Caracas, y solo se distraían por escasos segundos mirando hacia la montaña del Ávila, la cual era un paisaje encantador en esa zona despejada de edificios por las regulaciones de seguridad en torno a una pista aérea militar conocida como La Carlota.

Esas personas que permanecían muy tranquilas en la cola conocían de los graves desórdenes públicos que se estaban manifestando en los días finales de febrero de 1989 a causa del rechazo popular a unas medidas económicas del recién estrenado gobierno en Venezuela. En el control de esos desórdenes existían fuertes restricciones a la movilidad ciudadana con el empleo de militares bajo un toque de queda de 14 horas con la suspensión de las garantías constitucionales.

Una vez que el portero permitió el ingreso de un grupo de personas, se iniciaba dentro del supermercado una carrera desenfrenada compitiendo para ubicar un carrito de compras y para transitar por los pasillos tomando el alimento que les hacía falta en las despensas o algún otro alimento que no siendo necesario era atractivo para un posterior trueque. Las mismas personas que permanecieron con comportamiento cívico en las colas, ahora se mostraban en todo lo contrario dejando desordenados los estantes y los pasillos, incluyendo un reguero de artículos rotos por el piso. En eso, lamentablemente, emulaban el desespero de las personas que saqueaban negocios en las zonas populares de Caracas, que resultaron en la afectación de 900 bodegas, 131 abastos, 95 ferreterías, 62 papelerías y 850 negocios de mercancía en general, entre los cuales se produjo el incendio de 154 edificaciones.

Acto 2: Una de esas personas en la cola que luego formó parte de la diáspora profesional venezolana de finales de los años 2000 fue contratado como consultor para Pemex y estuvo en Villahermosa, la capital de Tabasco, en México, en el tiempo de una severa inundación entre octubre y diciembre del año 2007. De todas las zonas inundadas en Villahermosa, fue en la Colonia Las Gaviotas en donde las viviendas que permanecían bajo las aguas sin ocupantes fueron saqueadas por bandas delincuenciales utilizando pequeños botes y actuando bajo el amparo de la oscuridad.

Acto 3: Un goajiro obeso dueño de una carnicería popular en una urbanización en Maracaibo se resistió a perder una considerable inversión por descomposición de las carnes sin refrigeración en los varios días del apagón general venezolano en marzo del año 2019. Con mucho esfuerzo logró ubicar y rentar una planta eléctrica a gasolina para mantener operando una nevera exhibidora y una cava, y siendo que hasta allí llegaba el aporte de energía de la planta, los anexos de su negocio se quedaban sin electricidad. En las noches de ese apagón se manifestaron saqueos a los negocios y viviendas particulares por bandas de delincuentes que arremetían y sometían a los afectados con disparos al aire que inducían al terror. El goajiro estuvo actuando como su propio vigilante pernoctando armado y dispuesto a enfrentarse a las bandas, y afortunadamente no fue un elegido para ser saqueado.

Se entiende por saqueo a la toma o el apoderamiento ilegítimo e indiscriminado de bienes ajenos aprovechando los tumultos en superioridad numérica al control de la ley. Esas ventajas a favor de los saqueadores la convierten en una acción que puede ser apoyada en las zonas populares si la gente se considera afectada bajo unas condiciones de impunidad que impera muchas veces.

Antonio Jimenez.