En estos días de intensas lluvias en la ciudad de Bogotá he notado que fácilmente desaparecen algunos caminos interiores de parques bajo la tierra y el lodo arrastrados por la correntia de las aguas de lluvias.
Si esos caminos no llegan a ser restaurados quitando esas delgadas capas de material arenoso y se dejan así, esperando por nuevos arrastres en el futuro, lo más seguro es que desaparezcan y se integren al paisaje con todo y la vegetación incluida.
Esta observación me dio el motivo para investigar y producir este escrito que he titulado “Lo que esconden las costras de la naturaleza”, un símil que utiliza el recurso de la comparación o semejanza a un proceso de curación natural de una herida en la piel.
Una costra es una formación cutánea temporal, de color rojo o pardo, constituido por plaquetas y sangre, que cubre una herida al cicatrizarse y que sirve de barrera protectora para la dermis en regeneración.
Las ciudades o sitios perdidos o desaparecidos si no pertenecen a la imaginación popular, tuvieron una existencia real comprobada, muchos de estos asentamientos eran áreas extensas, prósperas y abundantemente pobladas, que desaparecieron bruscamente, por acciones de la naturaleza o alguna guerra devastadora, o que declinaron progresivamente hasta desaparecer.
Estas ciudades o sitios perdidos pueden dividirse en tres amplias categorías:
• Aquellos cuya desaparición ha sido tan completa que ningún conocimiento de la ciudad existió hasta la época de su redescubrimiento y estudio.
• De las que se ha perdido su localización, pero cuya memoria se ha conservado en el contexto de mitos y de leyendas.
• De las que se ha conocido siempre su existencia y localización, pero que dejaron de estar habitadas durante un largo periodo.
La búsqueda de tales ciudades o sitios perdidos o desaparecidos dio como resultado el desarrollo de la ciencia de la arqueología. De muchas ciudades o asentamientos que estuvieron perdidos y que actualmente son considerados como patrimonios de la humanidad, he tenido la oportunidad de haber visitado El Tajín en México y la Huaca Pucllana en el Perú.
“Bajo la costra de piedra y tierra de los cerros están las moradas de dioses y muertos, ámbitos de frescura y vegetación vedados al hombre. Las poblaciones serían, recíprocamente, réplicas de los cerros sagrados, y en ellas se erigirían las pirámides, montículos artificiales en cuya cúspide habitarían los dioses”. Estas expresiones pertenecen a un escrito de la ciudad de El Tajín, en el estado de Veracruz, México.
El Tajín es una zona arqueológica (300-1200) precolombina de origen olmeca que se cree fue la capital del imperio Totonaca y llegó a su apogeo entre los años 800 y 1150. En su apogeo, unas 20 mil personas vivían en El Tajín, principalmente en las colinas circundantes.
La ciudad y su interior sobrevivieron al colapso social del Período Clásico, pero El Tajín continuó prosperando. En el año 1300, la ciudad fue invadida por un pueblo nómada que vivía en lo que hoy es el norte de México. Fue parcialmente destruido y abandonado, y los residentes establecieron otra ciudad a cierta distancia. La ciudad abandonada era conocida por los toltecas y los aztecas posteriores, y asociaban las ruinas con lo sobrenatural y el reino de los muertos.
Tras la conquista española la ciudad quedó olvidada.
El Tajín se encuentra en un altiplano semitropical y pronto fue cubierto por árboles. Estaba escondido en la densa jungla y solo fue descubierto en 1785 por un funcionario del gobierno que buscaba plantaciones ilegales de tabaco.
La noticia del descubrimiento de la ciudad perdida causó sensación, pero fue solo en el siglo XX que la ciudad fue excavada. El descubrimiento de petróleo abrió el área para los arqueólogos que, junto con otros, despejaron la jungla de la ciudad perdida. Hasta la fecha, solo se ha investigado el 50% de la ubicación y se declaró parque arqueológico nacional para proteger sus numerosas ruinas.
Todos los monumentos en El Tajín, incluido el paisaje circundante, han sobrevivido prácticamente inalterados a lo largo de los siglos, ocultos al hombre por la jungla tropical.
La construcción de edificios ceremoniales del Tajín probablemente se inició en el siglo I, la parte más antigua de la ciudad es el Grupo Arroyo, que es una plaza rodeada por un arreglo de pirámides escalonadas. Situados en la parte superior están los templos. Hasta la caída de la ciudad, la plaza se usaba como un mercado que también presentaba muchas estatuas. Quizás el edificio más importante en El Tajín es la Pirámide de los Nichos, que fue el primer edificio que quedó totalmente libre de vegetación de la selva.
La pirámide recibe su nombre de los muchos nichos de todos los niveles y representa las cuevas que simbolizan las puertas de entrada al inframundo. Esta construcción está hecha de losas y tiene siete pisos de altura. Se compone de tres lados inclinados y una pared vertical, típica de Mesoamérica. Para los habitantes prehispánicos, la pirámide de los nichos fue un marcador astronómico unido al calendario agrícola, así como el descenso del dios Quetzalcóatl, quien daba comienzo al inicio de la siembra.
A esta ciudad precolombina se le dio el título de Patrimonio de la Humanidad, por considerar que es un testimonio excepcional de la grandeza de las culturas precolombinas de México y un ejemplo sobresaliente de su arquitectura. El 14 de diciembre de 1992 el sitio prehispánico de El Tajín, ubicado en la región norte del estado de Veracruz, fue inscrito como Bien Cultural en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.
La Huaca Pucllana es un sitio arqueológico perteneciente a la cultura Lima, del periodo de los desarrollos regionales (200 - 700 d. C.), ubicado en el distrito de Miraflores, provincia de Lima, capital de la República del Perú. Es investigado, conservado y restaurado desde 1981.
Está construido casi en su totalidad con adobes y rellenos de cantos rodados y arena. Está conformado por una pirámide de 25 metros de altura y un conjunto de patios, plazas y recintos al noreste de ésta. Cuenta con seis hectáreas, pero hacia la década de los años cuarenta del siglo XX el área triplicaba la actual; el abandono y el desinterés en el pasado hicieron que valiosas evidencias y pirámides de menor tamaño fueran destruidas para la construcción de viviendas, avenidas y parques. Resulta extraño imaginar que este emplazamiento, en el que antes se celebraban carreras de motos, albergaba tantos tesoros antiguos bajo tierra.
De todas estas ruinas destaca su impresionante pirámide, que ha resistido violentos terremotos sin duda gracias a sus ladrillos de adobe dispuestos en vertical. Las labores de investigación de Huaca Pucllana, financiadas por la municipalidad de Miraflores, permitieron descubrir en octubre de 2013 dos momias precolombinas (un niño y un adulto) en perfecto estado de conservación. Este hallazgo es vital para el estudio de un pueblo tan desconocido como el huari.
También se han extraído numerosos restos óseos de mujeres que probablemente fueron sacrificadas y ofrendadas en las frecuentes ceremonias que antiguamente se celebraban en honor a los dioses.
Originalmente la zona era campo de cultivos y se encuentra a menos de dos kilómetros de los acantilados al borde del océano Pacífico y está totalmente integrada al entorno urbano.
Esta ubicación le dio en la antigüedad acceso rápido al litoral, al ecosistema de lomas y control de las bocatomas de los canales de riego. Al observar en la actualidad el paisaje urbano que la rodea es difícil imaginarse el ambiente original de campos de cultivo, bosques y humedales.
El sitio fue construido, probablemente, a partir de los primeros siglos de la era cristiana, pero alcanzó su apogeo a partir del siglo V. Originalmente estuvo compuesto por un conjunto de pirámides, plazas, patios y accesos en rampas, todo construido sobre la base de barro, sea por medio de tapiales o los adobes con forma de paralelepípedo rectangular en posición vertical que caracterizan a la cultura Lima.
Lo que se puede observar del sitio en la actualidad es el resultado de sucesivas construcciones realizadas tras el relleno de las anteriores; el edificio alcanza así su altura y área actual. Debajo de lo que se observa hoy se hallan edificios anteriores sepultados por gran cantidad de relleno de cantos rodados y arena gris.
Los muros eran cubiertos por capas de barro fino a manera de enlucido que muchas veces era pintado de color amarillo. Este color parece tener una connotación sagrada muy importante para los constructores del sitio. En algunos muros de la pirámide hay grafitis.
Recopilación de la Información Reestructuración por Antonio Jimenez.
Enlaces:
コメント