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La Mochila y los Picós en el Carnaval de Barranquilla.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

El carnaval de Barranquilla es el evento folclórico y cultural más importante de Colombia ya que cerca de dos millones de personas, entre visitantes y locales, participan anualmente de la fiesta, ​que comienza el sábado anterior al miércoles de Ceniza y termina el martes inmediatamente posterior.​ Los primeros registros sobre el carnaval de Barranquilla datan del siglo XIX


El carnaval de Barranquilla es un acontecimiento en el que se expresan todas las variedades culturales y el folclor de la Costa Caribe Colombiana, así como las más variadas manifestaciones locales, como la música popular y el baile.


Son motivo de risas y sustos los muchos disfraces que invocan todo tipo de especies animales, nativas y extrañas; negros africanos; cabezones; dementes; muñecotas; super héroes; seres mitológicos, que trascienden los límites de la sexualidad y la Muerte, entre un número casi interminable de invenciones y ocurrencias populares.



Algunos de los disfraces más tradicionales del carnaval de Barranquilla son la Marimonda, el Garabato, el Congo y el Monocuco. Otros elementos propios del carnaval de Barranquilla son las máscaras de torito, las letanías, las verbenas, así como los disfraces satíricos y alusivos a sucesos de actualidad que se convierten en motivo de hilaridad colectiva y que causan gran expectativa cada año.



Actualmente participan cerca de quinientas agrupaciones folclóricas y los ingresos generados a la ciudad por este evento rondan los cuarenta mil millones de pesos. 


Por su variedad y riqueza cultural, el carnaval de Barranquilla ha obtenido dos importantes reconocimientos: «Patrimonio Cultural de la Nación», en declaración otorgada por el Congreso Nacional de Colombia el 26 de noviembre de 2001, y «Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad», concedida por la Unesco en París el 7 de noviembre de 2003.


El Carnaval es tiempo de liberación del espíritu y de la carne, de la desmesura y la creatividad, de la pasión desbordada, de la paz, la igualdad y la fraternidad, en la que la danza, el baile y el disfraz de toda una región cuyo mestizaje, producto de la fusión de razas y de culturas dice presente y manifiesta su fuerza en forma de tolerancia como regla de oro de la convivencia.



Es la fiesta en la que toda la Región Caribe se manifiesta en forma incluyente, escenario para la risa y la burla fina, el remedo y la comedia humana, en el que se suspende el tiempo y la tragedia es apartada fugazmente de la existencia social, en la que no se permite que nadie se sienta forastero. El Carnaval de Barranquilla es patrimonio de la humanidad y le pertenece a la humanidad. 


El factor esencial del Carnaval es que nos iguala, a blancos, indígenas y negros; a caribeños y a cachacos, a ricos y pobres, a creyentes y no creyentes, a liberales, conservadores, anarquistas, socialistas y críticos de la política.


Nada iguala tanto en la vida como el Carnaval, y no existe un carnaval más igualitario que el de Barranquilla: un disfraz solamente requiere imaginación y no está limitado por el dinero.


La esencia igualitaria del Carnaval de Barranquilla no distingue al intelectual del iletrado, del culto del inculto. Él es una fuente de educación en democracia porque iguala a todos en alegría. Del espíritu igualitario propio del Carnaval no escapa el genio, por el contrario, el genio le rinde tributo, en especial, al de Barranquilla. 



Cuando se acerca el Carnaval el ambiente festivo que se respira en cada rincón de La Arenosa vaticina una de las más emocionantes, alegres y coloridas temporadas del año. Por unos días, la rutina da un vuelco para cambiar jornadas de trabajo extenuantes, hábitos alimenticios sanos y hasta una vestimenta formal por sabrosura y bacanería. 


Para salir a ‘carnavalear’ la mochila es ese elemento infaltable que acompaña ‘la pinta’, pero, más allá de cómo combine con la camiseta, jean y tenis, su contenido debe ser un ‘salvavidas’ para que cualquier eventualidad no lo tome desprevenido. 



Los rayos solares que por esos días golpean de manera inmisericorde sobre los barranquilleros son culpables de insolaciones, lesiones, quemaduras y hasta manchas. La asistencia a desfiles o verbenas suele dejar como saldo una sobreexposición a los rayos ultravioletas lo cual es muy perjudicial para la piel. Por este motivo, el bloqueador solar es uno de esos elementos imprescindibles para llevar en su ‘mochila carnavalera’. 


En carnaval los barranquilleros deben protegerse de la exposición directa al sol, en especial, de 11:00 a.m., a 3:00 p.m. Es importante que el bloqueador sea ligero para una fácil absorción. También se recomienda llevar ayudas como gorras, camisas manga larga, gafas y sombrillas. 


Los puestos de comidas de la calle no siempre cuentan con medidas sanitarias, lo recomendable es hacer y llevar sus snacks como sándwich, frutos secos, galletas integrales y agua.


El polvo carnavalero es un talco fabricado y distribuido exclusivamente para ser utilizado en el carnaval de Barranquilla, donde existe una costumbre arraigada entre las personas, que consiste en untarse o rociarse algunas sustancias en el cabello y la cara durante los días de carnaval; hasta hace algunos años se utilizaba "Maizena", que es una harina de maíz para preparar alimentos para bebés. Por ello a algún empresario o comerciante se le ocurrió fabricar y vender este talco que en la actualidad es muy utilizado en la mencionada fiesta.


¡Pero mucho cuidado con el polvo que echa en Carnaval! Regularmente se decomisan cajas de ‘Talco Carnavalero’ listas para ser comercializadas en la ciudad durante las carnestolendas que no cuenta con los requerimientos legales para su distribución, y por ende son potencialmente dañinos para los consumidores. 


La espuma y el talco pueden dañarle la fiesta a más de uno por contener agentes químicos que irritan la piel y los ojos. Los efectos adversos se manifiestan con enrojecimientos, ampollas, daños a la córnea y la conjuntiva, para lo cual la solución más efectiva es lavarse de inmediato con abundante agua.


Lentes de sol, pañuelos, hidratante de labios, toallas higiénicas, medicamentos para el dolor de cabeza pueden hacer parte de su ‘mochila carnavalera’, y no se olvide de empacar los preservativos, estos pueden evitar que un gola través de un Polvo Carnavalero le complique las post fiestas. 


Unos tocadiscos que tienen parlantes del tamaño de un escaparate, que retumban con tanta potencia que hasta han derribado varias casas, que han cuarteado las paredes de decenas de edificaciones y que han dejado sorda a media humanidad en esa ciudad de carnaval y parranda que bulle entre los habitantes de Barranquilla.


Se trata de aparatos tan grandes como una cómoda colonial, los barranquilleros los llaman “picós”, que es su elemental transcripción fonética de la palabra inglesa “pick-up”, la cual, hace muchos años, servía para designar los primeros tocadiscos y equipos de sonido que llegaban al país.



Y, sencillamente, no son más que eso: una máquina para hacer sonar discos. Aunque sería mejor decir, para hacer tronar discos. 


El parlante mayor es la parte más representativa de cada «picó» y alcanza dimensiones descomunales. La potencia de emisión del sonido de este altavoz, a la que se le suma la de los demás parlantes, ha hecho efectiva la leyenda. Es una realidad el que varios «picós» han echado abajo los muros de los salones en donde se les ha puesto a funcionar. Por eso, y muchas veces porque no caben por ninguna puerta, los «picós» se instalan a la entrada de las casas, sobre los andenes. Desde allí retumban los sones afrocaribes, para alegría o desesperación de todo el vecindario.


Además de los parlantes o «columnas de sonido», los «picós» constan de una mesa con dos tocadiscos y de un inmenso baúl en el que se almacenan los discos. En éstos se incluyen, al gusto de los propietarios y de la clientela, exhaustivas colecciones de música de baile, preferencialmente de la música de baile del Caribe y de la llamada «salsa» que se incubó entre las colonias latinas de Nueva York.


Se calcula que en Barranquilla hay decenas de «picós». Allí se inventaron y fue allí, además, en donde se generalizó la costumbre de bautizarlos con un nombre y pintar los frentes de sus parlantes. Aunque se dice que el «picó» llamado «El perro», de Cartagena, fue el primero en ser pintado algunos sostienen que el más antiguo es el «1.310». Y que el más grande y más famoso es “El gran Pijuán”el cual está equipado con 18 parlantes de 18 pulgadas cada uno, además de las columnas grandes de sonido, posee una colección de 2 mil discos.



Los picós es una de esas tradiciones que los barranquilleros se niegan a que se pierda y mantienen viva desde hace unos 60 años, como parte de su historia musical.


De allí que nombres de grandes ‘escaparates musicales’ como, El Coreano, El Timbalero, El Concorde, El Gran Pijuán, El Solista y Yimmi, entre otros, sigan sonando en la cabeza de los barranquilleros y continúan evocando las verbenas y la cultura picotera. 


Es un producto neto barranquillero y por eso en la actualidad está de moda una variedad de picos de menor tamaño. 


Como no es fácil llevar un picó con sus parlantes gigantes, se hacen más pequeños, que se puedan transportar como un parlantico, pero con el valor agregado de personalizar los diseños. Los ‘miniturbos’ que así fueron bautizados utilizan la misma madera, formica, y platinas que usa un picó tradicional. 


En el tema de sonido trabaja con tarjetas boards que traen pequeños amplificadores y vienen con las funciones de la USB, Sd, Bluetooth, F.M. y entrada auxiliar, luces led con pila recargable que dura hasta 10 horas y con un sonido de 10 vatios. 


Los miniturbos miden 26 centímetros de ancho por 27 de alto, suficiente para amenizar una reunión o escuchar música en un patio, la piscina, o la playa. Es así como hoy Sofía Vergara.



Y el autor de esta escrito tengan su miniturbo personalizado. 



Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.


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