Un maratón es una carrera de larga distancia que consiste en recorrer una distancia de 42 km y 195 m.
Su origen se encuentra en el mito de la gesta del soldado griego Filípides, quien en el año 490 A.C. habría muerto de fatiga tras haber corrido 42 km y 195 m desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa.
En realidad Filípides recorrió el camino desde Atenas hasta Esparta para pedir refuerzos, lo que serían unos 213 kilómetros. Aun así, el mito ganó mucha popularidad sobre lo que realmente sucedió.
Los seis maratones más prestigiosos del mundo (World Marathon Majors) se efectúan anualmente en las siguientes ciudades:
• La Maratón de Berlín, se corre en el mes de septiembre desde 1973 y congrega a unos 40.000 corredores.
• La Maratón de Boston, es la más antigua de las maratones anuales; se corre en el mes de abril desde el año 1897 y congrega a 22.000 participantes. Se conoce como la maratón de los maratonistas, ya que para poder inscribirse es necesario acreditar un determinado tiempo de acuerdo con la edad del participante, conseguido en una maratón internacional en el año previo, aunque ya existen otras formas de registro sin necesidad de dar los tiempos.
• La Maratón de Chicago, se efectúa cada octubre desde 1977 y congrega 50.000 corredores.
• La Maratón de Londres se efectúa cada abril desde el año 1981 y reúne a 49.000 participantes.
• La Maratón de Nueva York, se efectúa cada noviembre desde el año 1970 y congrega 50.000 participantes.
• La Maratón de Tokio, es la más moderna creada en el año 2007.
Otras carreras de maratón conocidas en América Latina son:
• La Maratón de San Silvestre, también llamada Carrera de San Silvestre, es una carrera urbana llevada a cabo anualmente el 31 de diciembre, día de San Silvestre. La Carrera Internacional de San Silvestre de São Paulo se inició en el año 1924, recogiendo una tradición francesa de carreras nocturnas en la noche de año viejo donde los corredores portaban antorchas. Es la más conocida y más importante de Sudamérica.
• La Maratón de Medellín es la competencia de calle más antigua de Colombia y cuenta con el reconocimiento de organismos internacionales y es clasificatoria para la Maratón de Boston. Desde 1994, se lleva a cabo cada año en el mes de septiembre. En la edición 2019 participaron 15.000 personas.
• La Maratón de la Ciudad de México: se realiza desde 1983, en la última semana de agosto. En la edición de 2019 participaron unas 35.000 personas.
En los últimos treinta años los mejores tiempos en el recorrido de un maratón han mejorado cinco minutos y 11 segundos, tal y como se describe en la figura esquemática que se muestra a continuación. Como se nota, todos esos mejores tiempos han estado por encima de las dos horas, lo cual dio base para la definición del término del “muro de las dos horas” como una meta o hazaña insuperable para los participantes en el maratón.
El Keniano Eliud Kipchoge comienza a competir en la maratón a partir del año 2013 y en su trayectoria ha ganado siete competiciones de las World Marathon Majors y se proclamó campeón olímpico en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Posee la mejor marca de la maratón masculina de todos los tiempos (2:01:39), obtenida en Berlín el 16 de septiembre de 2018.
La keniata Brigid Kosgei es poseedora de la mejor marca femenina (2:14:04), conseguida en Chicago el 13 de octubre de 2019.
Siete meses después de su récord del mundo, el 28 de abril de 2019, en la maratón de Londres, hizo la segunda mejor marca de la historia con un tiempo de 2h02:37 y una semana después anunció un proyecto llamado "Ineos 1:59 Challenge" que consistía en intentar bajar de las dos horas en el maratón, si bien en condiciones que no permitirían homologar la marca como récord del mundo.
El reto se llevó a cabo en el Prater de Viena en octubre de 2019 y en él Kipchoge consiguió una marca de 1h59:40, consiguiendo así ser el primer hombre de la historia en romper el muro de las 2 horas en la distancia de maratón.
Este registro es considerado no oficial debido a las ayudas externas que recibió; sin embargo, la hazaña fue recibida con beneplácito entre atletas, público y medios especializados. Algunos incluso recurrieron a la famosa frase lunática "un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad", para explicar la importancia del momento.
El maratoniano más rápido de siempre logró correr los 42 kilómetros y 195 metros a un ritmo casi constante de 2.50 minutos por kilómetro. En los últimos mil metros, en solitario, se permitió el lujo de cubrirlo en 2.42 minutos, saludando a un público que lo vitoreaba, seguro ya de haber dinamitado la última frontera del atletismo moderno.
Kipchoge contó con ayudas externas no permitidas por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) y, por tanto, su marca no será homologada.
El keniano corrió detrás de un vehículo que le iba marcando el ritmo proyectando un rayo láser verde sobre el asfalto y rodeado por siete 'liebres', en formación de V, con cinco atletas por delante y dos de escoltas, formando un dibujo con la forma de cromosoma humano.
Esos siete corredores formaban parte de un equipo de 41 atletas de primer nivel que se fueron turnando a lo largo de toda la carrera para darle apoyo. Kipchoge corrió perfectamente distinguible por su camiseta blanca en contraste con las negras de las liebres.
"En África decimos que no puedes cortarte el pelo tu solo", recalcó Kipchoge para referirse al inestimable trabajo de las liebres y la detallada organización del evento.
Para completar dos medios maratones en menos de una hora cada uno, Kipchoge se calzó la cuarta generación de las famosas y codiciadas Vaporfly Elite, las zapatillas de la marca Nike, blancas con un reborde en el talón de color rosa, provistas de una capa elástica de fibra de carbono y un relleno de espuma ZoomX en la parte anterior, que Nike comercializará en el año 2020, a un precio de 250 dólares. Aparte de su peso, inferior a 200 gramos, su forma aerodinámica y su inclinación hacia adelante, el secreto está en la mediasuela y tienen la forma acucharada de una delgadísima y rígida placa de fibra de carbono incrustada en la goma. “Correr con estas zapatillas será como correr cuesta abajo, no se podrá correr despacio”, anuncian quienes inventaron el producto.
Entre el récord actual de maratón (2h 1m 39s) y el resultado no homologado de Kipchoge (1h 59m 40s) hay 119 s, un salto del 1.6 %. Nunca en la historia se ha bajado tanto el récord del maratón. Nike había anunciado que las zapatillas permitirían reducir un 4% el gasto energético necesario para correr. Si la proclamación, basada en análisis de laboratorio, se puede corroborar en la práctica, lo que dudan fisiólogos y biomecánicos, los atletas elegidos para la hazaña, Kenenisa Bekele o Eliud Kipchoge, tienen ya las dos horas en sus piernas.
La federación internacional de atletismo (IAAF), el organismo que debe aprobar todos los materiales, ya ha anunciado que estudiará el caso y la redacción del artículo que las regula y que prohíbe cualquier “ventaja injusta”. De fibra de carbono con efecto muelle eran las cuchillas polémicas que le permitieron a Oscar Pistorius correr con piernas.
“El espíritu transporta al cuerpo, la fuerza mental es la clave. Corro desconectado de mis pensamientos”, es el lema de Kipchoge, y su espíritu ascético y su cuerpo finísimo, nacido para la carrera de fondo, humanizan mejor que ninguno los últimos avances tecnológicos, zapatillas y bebidas que permiten que el estómago pueda absorber todos los carbohidratos que necesita el organismo para reponerse, fundamentales en la evolución de las marcas en el maratón.
El deporte, un mundo conservador y nostálgico que se aferra a la tradición como esencia de la leyenda que le alimenta, denuncia como escandalosa cualquier novedad tecnológica. Y a veces tiene razón. No la tuvo, y perdió la batalla con los bañadores de cuerpo entero que permitieron hace una década que todos los récords de natación quedarán anticuados. La tuvo, pese a la desesperación de los que ven en el deporte un arte aparte de una demostración de proeza física, el cambio de las raquetas de madera a las metálicas (ahora de fibra de carbono y otros materiales sintéticos), que permitieron una expansión y un desarrollo tremendo del tenis.
Las zapatillas de Nike, en todo caso, recuerdan más a casos pasados en el propio atletismo.
En 1957, el saltador soviético Yuri Stepanov saltó 2,16m, una altura que privaba a Estados Unidos de un récord mundial que poseía desde hacía 44 años. Pronto se descubrió que la zapatilla del saltador tenía una suela de un grosor de cinco centímetros, exagerado. En 1960 las prohibió la IAAF. Stepanov, una víctima de la guerra fría, no superó la depresión y se suicidó en 1963.
En 1968, él tartán cubrió de superficie sintética las pistas de atletismo. Puma inventó para los Juegos de México unas zapatillas que, en lugar de los seis clavos habituales, que se frenaban en el tartán, tenían 68 puntitas colocadas en la suela como si fueran púas de un cepillo. Tommie Smith las usó y ganó los 200m. Poco después, Adidas logró que se prohibieran.
La noción de ventaja injusta o de dopaje tecnológico más que en los laboratorios se ha fijado en los despachos. Así se resolverá el caso de las media suelas de las zapatillas mágicas de Nike. La frontera del dopaje tecnológico, una línea tan borrosa como la que delimita el marketing de la ciencia, puede volver a cambiar.
Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.
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