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El bulo Mercurio rojo.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Un bulo es una falsedad articulada de manera deliberada para que sea percibida como verdad. El anglicismo hoax, con el que también es conocido, se popularizó en español al referirse a engaños masivos por medios electrónicos, especialmente Internet.



A diferencia del fraude, el cual tiene normalmente una o varias víctimas específicas y es cometido con propósitos delictivos y de lucro ilícito, el bulo tiene como objetivo el ser divulgado de manera masiva, para ello haciendo uso de la prensa oral o escrita así como de otros medios de comunicación, siendo Internet el más popular de ellos en la actualidad y encontrando su máxima expresión e impacto en los foros, en redes sociales y en las cadenas de mensajes de los correos electrónicos.


Los bulos no suelen tener fines lucrativos o al menos ese no es su fin primario, sin embargo, pueden llegar a resultar muy destructivos.


Básicamente, los bulos pueden ser alertas sobre virus incurables; falacias sobre personas, instituciones o empresas, mensajes de temática religiosa; cadenas de solidaridad; cadenas de la suerte; métodos para hacerse millonario; regalos de grandes compañías; ​ leyendas urbanas; y otras cadenas.


En la actualidad con la pandemia del Covid-19, los bulos son otra epidemia, una Infodemia. Se han verificado más de 300 bulos y desinformaciones sobre el Covid-19.


Desinformaciones sobre el brote de coronavirus que buscan crear aún más miedo o buscan aprovecharse de la situación de alarma. Métodos falsos para prevenir el contagio, cifras inexactas o vídeos e imágenes que no tienen nada que ver con el coronavirus.



Entrando en materia del propósito de este post, iniciaremos con la descripción del mercurio rojo, por ello se conoce a una sustancia ficticia de composición incierta, supuestamente empleada en la creación de bombas nucleares, así como en una diversidad de sistemas de armamento sin relación alguna. En realidad, esta sustancia ni siquiera existe.



Se supone que es yoduro de mercurio, un polvo de color escarlata, venenoso, inodoro, insípido e insoluble en agua, que se vuelve de color amarillo cuando es calentado a más de 126°C debido al cambio termocromático en su estructura cristalina. Sin embargo, las muestras de mercurio rojo, obtenidas de potenciales terroristas arrestados invariablemente consistían en nada más que diversos pigmentos rojos o polvos de poco valor, que pueden haber sido vendidos como parte de una campaña para detener a potenciales traficantes de materiales nucleares.


El bulo del mercurio rojo se reportó por primera vez en 1979, y fue objeto de atención periódica por parte de los medios de comunicación en la década de 1990. Se llegó a publicar que esta sustancia podía valer hasta 1,8 millones de dólares por kilogramo.


Las menciones del mercurio rojo sólido aparecieron por primera vez a fines de la década de 1980 en los principales medios de comunicación soviéticos y occidentales. Los artículos nunca especificaban que era exactamente el mercurio rojo, pero a pesar de esto afirmaban que era de gran importancia en las bombas nucleares, o que era empleado para construir armas de fisión intensificada. Casi tan pronto como surgieron los relatos, las personas empezaron a tratar de comprarlo. En aquel momento la naturaleza exacta de la sustancia empezó a cambiar, para finalmente transformarse en cualquier cosa en la cual estuviera interesado el comprador.


Cuando el mercurio rojo apareció por primera vez en el mercado negro internacional hace más de 20 años atrás, el material nuclear supuestamente de alto secreto era rojo porque provenía de Rusia. En las manos de timadores y estafadores, el mercurio rojo puede hacer casi cualquier cosa que el ambicioso demagogo del Tercer Mundo deseara.


Según rumores de los contrabandistas, tras el fin de la Guerra Fría los rusos escondieron mercurio rojo en máquinas de coser y otros artefactos que fabricaban para evitar que cayeran en manos equivocadas. Y los enviaron a los países árabes. “Se llegó a pagar hasta US$50.000 por una máquina de coser vieja en Arabia Saudí”, publicó Reuters en el 2009.


El mercurio rojo es el santo grial de los terroristas. Desde la Guerra Fría lo han tratado de conseguir para borrar del mapa poblaciones enteras y ganar así sus guerras con el mínimo esfuerzo. El Estado Islámico no ha sido ajeno a esta fiebre y está dispuesto a pagar hasta US$5 millones por este componente de una letal bomba sucia.


El precio solicitado para el mercurio rojo iba desde $100 mil a $300 mil por kilogramo. A veces el material podía ser irradiado o transportado en contenedores con símbolos radiactivos, tal vez para convencer a los potenciales compradores de su valor estratégico.


Pero las muestras capturadas por la policía solamente contenían óxido de mercurio, yoduro de mercurio, o mercurio mezclado con colorante rojo, difícilmente materiales interesantes para los fabricantes de armas.


Después del arresto de varios hombres en Inglaterra en septiembre de 2004, por la sospecha de que estaban tratando de comprar un kilogramo de mercurio rojo por £300 mil, el Organismo Internacional de Energía Atómica hizo una declaración desmintiendo las afirmaciones sobre que la sustancia es real. El mercurio rojo no existe, dijo el portavoz. “Todo el asunto es un montón de sinsentidos".


En la creencia se afirmaba que, montado a manera de bomba, el mercurio rojo podía producir una explosión de fusión pura. Su onda expansiva, compuesta de neutrones de alta energía, sería más potente que un arma nuclear convencional. Al ser comprimido el compuesto de mercurio puro y óxido de antimonio de mercurio por una explosión convencional se liberaría la suficiente energía como para que los átomos de tritio y deuterio de un recipiente interior de la bomba se fusionen, sin la necesidad de contar con una bomba de fisión como “iniciadora”, que es necesaria en las bombas H “normales” con lo que comenzaría así una reacción en cadena.


Resumiendo, el material sería capaz de producir estas altísimas temperaturas para producir una explosión de fusión pura. A diferencia de las armas nucleares tradicionales, no se necesita un material fisionable para producir la cadena que conlleva a la explosión, esto trae una ventaja táctica ya que el volumen que ocupa un arma de estas características se reduce al mínimo. Aparte de todo esto, la onda expansiva de la explosión, compuesta de neutrones de alta energía, es muchísimo más potente que un arma nuclear convencional. Otra de las grandes ventajas de un arma de fusión pura es el costo, ya que no necesita material como el plutonio que, por otra parte, está mucho más controlado y es más difícil de conseguir.


Tampoco existiría la "explosión" y no se vería el hongo, por lo que no puede estar prohibida actualmente por ningún tratado de proliferación de armas.


Sin embargo, para pesar de los terroristas, el mercurio rojo no existe. Es una vieja leyenda, un psicosocial mundial que ha servido solo para que quienes buscan el santo grial sean estafados de la manera más vil.


Todavía se piensa que existen tramas secretas que comercializan el producto en el mercado negro, procediendo en una importante cantidad de Rusia debido a la búsqueda de una salida del stock almacenado en la antigua URSS, donde se fabricarían unos sesenta kilos anualmente. Este material, según algunos, se llegaba a cotizar por unos 300 mil dólares el gramo.


Aparte de una leyenda surgida de la antigua URSS, casi nadie parece haber visto nunca esta misteriosa sustancia, que ha sido objeto de estafas históricas. Son muchos los informes de oscuras tramas y tratos sobre la compraventa de este preciado compuesto. Algunas de estas historias son especialmente violentas, relacionadas con grupos terroristas y asesinatos nunca resueltos, como el del empresario sudafricano Alan Kidger, con el mercado secreto de mercurio rojo.


A principios de los 90 supuestos informes secretos de la antigua Unión Soviética filtrados convenientemente hablaban de esta sustancia capaz de “alear materias primas con estroncio, cesio y otros isótopos”.


Esta sustancia ha entrado de lleno en el terreno de la leyenda y no es para menos pues, según algunas fuentes, su precio en el mercado ilegal se encontraría en varios miles de euros por gramo. En este caso, como en muchos otros, separar el mito de la realidad se ha vuelto muy complicado. Afortunadamente de las muestras confiscadas el material no explotaba, no se calentaba y se quedaba intacto.

Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.


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