Cuentos de siempre (42): costos.

La historia se retrae a mediados de la década de los años 1980, con la participación de los Elios, padre e hijo, unos vecinos de la urbanización “Las Lomas” en Maracaibo.

A Elio Roberto, el senior, lo conocían con el alias de Elio Roca, el mismo nombre artístico del célebre cantante argentino, debido a su fanatismo desmedido por las canciones sobre el amor, en donde ese argentino destacó con temas impactantes. En una ocasión, un amigo de Elio Roberto, intentó sin éxito, cambiarle el alias, por el de “Elio el apático”, como una maniobra para aumentar el interés y la participación del senior en otros temas. 

Elio Antonio, el junior, era un profesional universitario, graduado de ingeniero de petróleo, con ocho años de carrera profesional, en una empresa estatal en Venezuela. Para esa época, fue promovido a un cargo más importante en la organización, lo cual tenía endosado, una transferencia desde la sede operativa en Maracaibo, hacia la sede de la oficina principal en Caracas, la ciudad capital.

Al junior, le notificaron sobre su movimiento laboral y le otorgaron un plazo muy corto de unas semanas al fin del año 1984, para efectuar los arreglos familiares, que incluían entre otros, la desocupación de su vivienda y la presentación en su nuevo puesto de trabajo para el primer día hábil del año 1985.

Elio Roberto, el senior, se encargó de ubicar y seleccionar al inquilino de la vivienda desocupada en Maracaibo y para ello, recomendó a un activista político de un partido que no formaba el gobierno y quien, dejó de cumplir muy pronto, con sus obligaciones contractuales del pago de la renta. En ese cometido de morosidad, obtuvo una protección judicial, retardando el fallo para la desocupación, por el amparo a un hijo menor de edad.

El inquilino, para sorpresa de los vecinos, de los Elios y del tribunal, desocupó muy pronto la vivienda, dejándola muy vandalizada, con extensos daños a la infraestructura.

A pocos días del hecho y estando la vivienda en reacondicionamiento, se presentó un gestor procesal, quien, con un camión con su caja cerrada, intentaba efectuar un proceso de un embargo, con una sentencia de posesión sobre los bienes muebles del inquilino, por ser un deudor que no había cumplido con sus obligaciones de pago a una tienda comercial. En esa sentencia no se tomaban en cuenta los alegatos por la existencia de menores de edad.

Ese inquilino doblemente ilegal, consideró que el costo de permanecer en una casa ajena, con un proceso legal de desocupación y sin muebles, era mayor al de la evasión y de la retención de los mismos, por lo cual se decidió por irse.

A los casi cuarenta años de esa historia, estamos viviendo una situación similar en la Venezuela actual. Los Elios, representan a una parte de la sociedad civil, el Junior es el progresista, quien, está orientado hacia el desarrollo de un estado de bienestar, con un cambio constante mediante la educación y el Senior es un comeflor, quien, vive de forma tranquila y balanceada, con un verdadero talento para escoger lo que menos conviene. El amigo inconforme y el inquilino, son los típicos extorsionadores, ya que siempre ejercen presión sobre alguien y mejor si es un comeflor, para obligarlo a actuar de determinada manera y obtener así beneficios.

La ocupación ilegal de la vivienda sin el consentimiento de su propietario es una usurpación y no tiene legitimidad de origen, ya que, la relación entre las partes, no se conduce con el contrato previamente establecido.

El presidente en ejercicio en Venezuela, no fue reelegido ni relegitimado por la sociedad para ejercer el poder y la autoridad, para un próximo periodo de seis años a partir de enero del 2025.

La derrota electoral de Maduro, está comprobada con las actas originales y a eso, con la extrema represión, contra quienes, defienden los resultados reales, él ha venido acumulando costos para evitar que continúe como el inquilino de Miraflores.

La evasión está cerca.

Antonio Jimenez.