Los barrios populares que se han fundado con las invasiones a los terrenos privados o ejidos, aledaños a Maracaibo, han recibido unos nombres que provienen del mote con el que inicialmente lo conocían, antes de constituirse en una comunidad. Esos nombres, no están referidos a las características geográficas del lugar, ni tampoco provienen de los santos, ni de las personalidades políticas y sociales; esos son nombres estrambóticos y hasta vulgares.
Entre esos barrios con nombres extraños, está el del barrio “Los sufridos”, llamado así por las dificultades de sus habitantes para lograr fundarlo y el del barrio “El hediondito”, por las existentes corrientes de aguas residuales en los terrenos invadidos.
Los habitantes de esos barrios, ante los continuos líos vecinales, mayormente femeninos, que, se iniciaban con insultos para luego terminar con riñas y daños físicos, se unieron para efectuar unas jornadas cívicas, con la participación de unos colaboradores provenientes de fundaciones educativas, de la salud y de la cultura. El programa de las actividades del día, incluía un punto para la discusión de los lideres comunales, con un tema que resultaba complicado, por ir en contracorriente a las costumbres arraigadas en la gente de esos barrios. Ellos habían elegido el tema de como disminuir los insultos personales, que, sorpresivamente resultó ser el más votado, ante la creencia de la mayoría de los habitantes, de que los insultos era la mejor práctica para hacerse conocer, disputar y vencer; tal cual lo aplicaban los representantes del régimen chavista.
Afortunadamente, uno de sus habitantes, conocido como el bachiller Hinojosa, preparó una presentación bien estructurada sobre el tema. El bachiller, inició su presentación con la definición de la cortesía, que es lo opuesto radicalmente al insulto, ya que, con la cortesía, se sigue unas reglas para mantener el orden comunicacional y evitar la agresividad entre las personas. La cortesía, está al lado de las buenas relaciones, mientras que el insulto y el sarcasmo, atacan la imagen positiva, de quien, va dirigido el ataque y afecta negativamente el proceso comunicativo que desemboca en un conflicto. El insulto es como un asalto sorpresivo del emisor hacia su destinatario, mostrando un nivel de desprecio que puede trascender el acto lingüístico y devenir en violencia física.
Muchos en Venezuela, han sido víctimas de una palabra o una frase mordaz y ofensiva, de parte de los dos gobernantes chavistas. Ambos han usado hasta la saciedad, frases con las palabras escuálidos, pitiyankes, vendepatria, cobardes, cínicos, trogloditas, cavernícolas, malditos, ignorantes, guarimberos, majunche, cochino, sinvergüenza, desgraciado, bandido, hampón, mafioso, corrupto, decrepito, pataruco, fracasado, inmundo, sayona, terrorista, diablo, ladrón, barrido, pulverizado, fascista y muchos otras, formando parte de un extenso repertorio de insultos a lo largo de los años, que fácilmente alcanzarían para llenar paginas completas.
El bachiller Hinojosa se convirtió en un líder comunitario y dueño de su propia fundación, en pro del trato amable y cortés entre los habitantes de las zonas populares. Su trabajo traspasó las fronteras y fue a Bogotá, la capital colombiana, organizando unas jornadas cívicas similares, que agrupó a los habitantes de los barrios Hugo Chávez (nombre informal del oficial Unir II) y Republica Venezolana, en donde el 90% de los habitantes son migrantes que huyeron de Venezuela.
Los dos barrios son considerados como muy peligrosos, con la presencia de bandas de delincuentes, realizando operaciones de tráfico de estupefacientes, hurtos y asesinatos. Allí el trabajo sobre la inconveniencia del insulto y del sarcasmo fue aún mejor recibido que en Maracaibo, ya que al gobernante colombiano de turno, también le agrada mucho su uso.
La misión del bachiller Hinojosa, en establecer una barrera de protección, que, impida o reduzca el empleo de los insultos como una buena práctica, está teniendo aceptación, hasta en el difícil nivel socioeconómico de los barrios. Algún día, no muy lejano, no formaran parte del léxico presidencial.
Antonio Jimenez.
“Más que el insulto y el agravio, habría que hacer una reflexión de si quiere tener una democracia plena o no”, respuesta de Lacalle Pou, Presidente del Uruguay, a Vicepresidente de Venezuela, en febrero 2024.