Cuentos de siempre (18): el legado de Rondón.

Rondón era un oriental venezolano multifacético, por la variedad de sus aptitudes todas destacables, que abarcaban desde las ciencias hasta el deporte y desde el arte hasta los análisis políticos.

Una tarde asistió junto con un grupo muy selecto de sus paisanos venezolanos, a un recinto majestuoso, muy parecido a un templo, ubicado en la ciudad de La Haya, en los Países Bajos, en donde todos ellos vivían temporalmente.

Esa visita ocurrió en el segundo quinquenio de la década de los años ochenta, atendiendo a una invitación, para un concierto de guitarra clásica, de parte del genio venezolano Alirio Diaz.

Rondón, leyó detenidamente el programa del concierto y las reseñas sobre la procedencia y obra del guitarrista. De toda esa valiosa información, se enfocó en el lugar de nacimiento, por ser un sitio tan aislado y precario, como sucedió con el pesebre de Belén; pero esta vez, ubicado en el centro de Venezuela, en un caserío conocido como La Candelaria.

Rondón, sonrió para sus adentros, admirando al guitarrista por mostrar y defender sus raíces humildes, ante su insuperable condición profesional, de ser un maestro del mundo, uno de los mejores, en cualquier lugar en donde los hubiera.

En los pensamientos de Rondón, se coló un recuerdo sobre unos comentarios en un lenguaje figurado, sobre un hipotético accidente geográfico de una cigüeña, a la que, se le había interrumpido en su trabajo de “delivery” hacia un país objetivo de Europa, justo cuando se encontraba en las alturas de Venezuela. A consecuencia del accidente, la cigüeña se vio obligada a dejar para su alumbramiento en Maracaibo, a un famoso director petrolero de esa época, quien, continuamente, se lamentaba de que eso hubiera ocurrido.  

Rondón estaba viviendo temporalmente en La Haya, por ser la ciudad sede de la transnacional petrolera anglo-holandesa Shell, una empresa que se convirtió en la tutora del saber hacer de las cosas, tanto para él, como para sus colegas profesionales de la estatal petrolera venezolana.

Entre el público asistente a ese concierto, entre otros venezolanos, se encontraban un ministro del gobierno y un dueño de un importante medio de comunicación privado, quienes, se notaban muy amigos entre ellos, mientras se mostraban como unos fumadores incontrolables y abusivos dentro de ese recinto.

Rondón notó que el ministro estaba muy angustiado y manoteaba al aire con gestos muy enfáticos de energía, eso sí, con unos movimientos que eran más notorios por dedos que resaltaban por lo amarilloso a consecuencia de la nicotina.  

Ese ministro, quien, también era el director de una oficina del gobierno para el control de cambios monetarios, fue en unas semanas más tarde, el protagonista de un suceso periodístico de gran alcance, al atentar en contra de su vida, en un intento fallido de suicidio.

En una carta aludió estar indefenso ante unas evidencias de su culpabilidad en el fraude de los dineros del estado, para favorecer a un poderoso empresario, muy cercano al dueño del medio de comunicación que asistió al concierto.

El legado de Rondón incluyó principalmente la transmisión de sus conocimientos técnicos, pero también lo hizo con sus experiencias de vida, en las cuales fue muy certero con la interpretación de las manipulaciones políticas desde las posiciones de poder, para influir en la opinión pública.

Rondón podía captar la difusión intencional de información falsa o engañosa con el objetivo de influir en la percepción de la población, el empleo de sesgos y de cómo los gobernantes apelaban a las emociones de la población para influir en su opinión, regularmente echándole la culpa de los fracasos a otros, como fue el caso del presidente venezolano de ese entonces, quien, aseveró que la banca lo había engañado con el financiamiento de la deuda pública en condiciones desventajosas.

En los nuevos tiempos y en otro país, el proceso de paz total en Colombia, está pasando por aguas turbulentas, con las acciones delincuenciales de los grupos que no respetan los acuerdos y continúan con secuestros, atentados y en actividades de narcotráfico. Los ceses al fuego, solo han servido para fortalecer a esos grupos, quienes, siguen dando señales de estar muy atado al dinero que genera el negocio de las drogas. Ya es harto evidente, que, si las cabezas de los grupos del narco salen, llegan otras enseguida, pero el negocio sigue.

Al final, será triste el escuchar de un presidente, que fue manipulado en su buena fe; ese costo político, ante unos deseos imposibles en el terreno de la ambición, no debe ser asumido. La probable frase para la posteridad, “esos traquetos me engañaron”, no es descartable.

Antonio Jimenez.