top of page

Cuentos de siempre (13): el chatarrerismo.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Los hermanos mellizos Pastora y Paquito, nacieron a mediados de los años ochenta en Lagunillas, un campo petrolero ubicado en la costa oriental del lago de Maracaibo, en Venezuela. Se podría afirmar, que, desde la concepción de los mellizos, siempre estuvieron uno al lado del otro, tanto en sus respectivas placentas en el vientre materno, como en una vivienda del campo residencial El Milagro, la misma que le había sido originalmente asignada a su abuelo en 1950, en ese entonces como un empleado de la transnacional petrolera Shell.



Pastora y Paquito, eran estudiantes de la secundaria a la llegada del régimen socialista de Chávez y fueron testigos de la crisis petrolera del año 2002. En los años siguientes, en la vorágine de los despidos, de las expropiaciones y de las reestructuraciones empresariales, con la hegemonía abusiva del estado, los dos se emplearon temporalmente para unos trabajos bien remunerados, interrumpiendo sus estudios universitarios. Nunca retomaron sus planes de educación universitaria y entraron así muy indefensos, en la época de la debacle económica del país y del deterioro marcado de la empresa petrolera nacional.


Como por una ironía del destino, las casas muertas del pueblo llamado Ortiz, descrito en una novela de Miguel Otero Silva, ahora formaban el paisaje de los campos residenciales de Lagunillas. En ambos casos, por un proceso de decadencia del sistema económico, el agroexportador del siglo XIX, en el caso de Ortiz y el petrolero del siglo XXI, en el caso de Lagunillas. Aunque en este último, el petrolero era un sector que seguía vigente y pujante en cualquier país que no fuera en Venezuela.


Esos mellizos siendo niños y en esa región del país, disfrutaban de los parques infantiles y de las piscinas, en los diferentes clubes recreacionales de la empresa. De esas facilidades, sobresalía una pequeña locomotora que había sido restaurada de su época operativa y colocada en el jardín del club Carabobo Norte, decorando con su presencia, a un área propicia para los festejos de cumpleaños de los niños.


A principios del año 2024, Pastora y Paquito, a punto de cumplir los 40 años de edad, observaron a una gandola que cargaba la locomotora, arrancándola de su hábitat de tantos años y transportándola a otro sitio, que quizás sería un deshuesadero.


Ellos escucharon unos rumores de otros espectadores, de que podría estar destinada a ser vendida como chatarra. Los mellizos derramaron lágrimas como si hubieran perdido a un familiar, ya que la desincorporación del trencito, también le arrancó de cuajo el recuerdo y los sentimientos.



A partir del año 2020, la venta de una supuesta chatarra desde Venezuela a países del exterior, se convirtió en la principal actividad del gobierno, para convertir los supuestos desechos en una fuente de divisas. 


El acopio y la venta de chatarra se intensificó ante la baja producción de petróleo, a consecuencia de los años de desinversión en la industria.


La chatarra fue considerada como un bien producido, muy estratégico para exportación y así cualquier activo fijo con la existencia de hierro o de cualquier otro metal, fueron alegremente ubicados en el renglón de “no productivo e irrecuperable”, siendo considerado como chatarra. El propio circulo vicioso, conllevando siempre a más chatarra.


Desde los puertos venezolanos se exportó la chatarra hacia países como India, Taiwán, Tailandia, Turquía, China, Ecuador, Bélgica y Holanda y por las fronteras terrestres, especialmente con Colombia, la chatarra salió como contrabando.


La exportación y venta de la chatarra se hizo con alianzas entre el estado y las empresas privadas venezolanas, muchas ellas de papel, licenciadas para tal fin, para evitar las sanciones.



La nacionalización de la industria de la chatarra en Venezuela en el 2021, abrió la puerta a una actividad promovida y autorizada por el Estado, donde funcionarios públicos, empresas privadas, militares y grupos criminales, participaron como los pac man de la valiosa materia prima. En otras palabras, se dio un chatarrerismo.


A Venezuela ya le consumieron los músculos, la grasa y los tendones pegados a los huesos, como fue el caso del trencito del Carabobo.  


Antonio Jimenez.

1,081 views2 comments

Recent Posts

See All

2 Comments


Gerardo Molero
Gerardo Molero
Apr 03, 2024

Ese trencito ha sido solo una de las tantas victimas de ilusiones atrofiadas de muchos infantes.


También se le han unido cantidades de columpios, sube y baja como carruseles de cantidafes de parques a nivel nacional que les servían de distracción a los niños.


Todo causado como sabemos, por la desidia de sus custodios ante la ausencia de mantenimiento, han convertido esos objetos de diversión en chatarra para su exportación, clasificado como "Material Estratégico" que únicamente puede ser manejado por Autoridades gubernamentales, so pena de que cualquier otra persona, sea ésta natural o jurídica sin la debida autorización, pudiera ser imputada por incurrir en delito agravado contra el Estado.


Like

Sr Jimenez
Sr Jimenez
Apr 01, 2024

Los activos que ya no forman parte de los procesos operativos, deben ser desincorporados, incluyendo entre las opciones para ello, a la venta como chatarra.

Al adelantar o manipular esa desincorporacion, para lucrarse de la venta de lo chatarreado, se está deteriorando el aparato productivo, haciéndolo mas dificil para la reactivación económica.

Like
bottom of page