Juan de Acosta, es un pueblo colombiano ubicado a 40 kms de la ciudad de Barranquilla y de él es notorio, la calidad de la confección en vestidos de gala. Los residentes y visitantes cuentan con las tres cadenas nacionales de supermercados de menores precios y abundantes bodegas, verdulerías, ventas de carne de cerdo, ferreterías y quincallas. Todos esos comercios permanecen abiertos ya que sus ventas y utilidades justifican su existencia.
Ese pueblo se ha destacado por su prosperidad, albergando a una mayoría poblacional humilde que viven de los ingresos como un pago a sus ocupaciones. Allí en ese sitio, tan escondido y alejado de la frontera con Venezuela, les llegó una campaña de seducción por el socialismo del siglo XXI, esa versión ideológica de la izquierda, inventada por Hugo Chávez.
Ucho, un habitante de Juan de Acosta, resultó ser uno de los elegidos, para participar en la misión Milagro del gobierno venezolano, en el año 2008.
Una noche a eso de las nueve, un autobús se estacionó al fondo de la Iglesia San Juan Bautista, la de las paredes blanca y naranja en Juan de Acosta y enseguida bajó un funcionario del consulado venezolano en Barranquilla, quien, con una lista en mano, procedió a validar la presencia de dos docenas de vecinos, incluyendo a Ucho, quienes, viajarían a Venezuela.
Antes de abordar el autobús, Ucho abrió su equipaje y extrajo una bolsa con alimentos, una gaseosa y una cobija, la cual le resultó lo más útil y agradable, ante el inclemente frio, que empañaba los amplios ventanales del autobús. Al iniciar el viaje, muchas personas que estaban allí para despedirlos, entraron en la iglesia para ofrecer una oración por la seguridad del viaje y de la salud de los viajeros.
Los pasajeros que ingresaron al autobús en Juan de Acosta y los recogidos en otros pueblos, resultaron ser unos pacientes que fueron intervenidos por oftalmólogos cubanos, en quirófanos del Hospital Pedro García Clara de Ciudad Ojeda, en la costa este del lago de Maracaibo, en Venezuela. Con esa intervención, les eliminaron la catarata y la carnosidad en uno de sus ojos y hasta allí les llegó la solución, ya que nunca estuvo en planes el segundo ojo.
De la gasa y el adhesivo que cubría temporalmente al ojo operado, pasaron al uso de lentes oscuros y tal cual unos mismos galanes de cine, aprovecharon su estadía en el Hotel América, el mejor de esa ciudad. El Ucho, disfrutó de esas atenciones complementarias y catalogó toda su experiencia vivida, como de una gran cortesía recibida por parte de un gobierno extranjero.
El grupo de colombianos de Juan de Acosta, tomaron un riesgo con ir a Venezuela y afortunadamente, no ocurrió lo mismo que con el montaje de los paracachitos del año 2004; al momento en que fueron capturados y presos por 3 años, un grupo de 50 colombianos, involucrados en un supuesto plan para asesinar a Chávez.
Para el 2008, ya habían transcurrido tres décadas desde que Laysi, la prima querida de Ucho, había emigrado con dos hijos a la ciudad de Caracas. Ellos habían sido naturalizados y hacía varios años que actuaban y viajaban como venezolanos y también como raspacupos y tramitadores de remesas. Actuando como raspacupos, viajaban a otros países con las tarjetas de crédito de muchas personas, quienes se las entregaban ya autorizadas para extraer unos dólares de telecajeros y de compras ficticias con cómplices comerciales.
Las incursiones del gobierno y de los oportunistas del chavismo en otros países, impactaron en la gente más vulnerable y en los adoradores de la riqueza fácil, a sabiendas, de que los controles con otro tipo de gobierno más apegado a las leyes, les harían más difícil la obtención de dineros en forma fraudulenta o especulativas.
Lo malo y lo perverso de esa política de adentrarse sin permiso, fue la exportación de la violencia a través de bandas criminales y de mercenarios, actuando impunemente, como parecería ser el caso en Chile en el 2024 y de aprehensiones en países considerados impenetrables, como los Estados Unidos y España.
Antonio Jimenez.
Hay diversas maneras de hacer política, en la mayoría de los pueblos latinoamericanos el comprar conciencias con dádivas, es lo mas común. Lastima que actualmente lo que ofrezca Venezuela a sus países vecinos , ya no sean dádivas , sino delincuencia y narcotraficantes .
Siempre la viveza criolla…se me había olvidado lo de los raspacupos! Por otra parte recuerdo que los oftalmologos colombianos eran famosos por las operaciones de cataratas y curación de miopía con láser por los años 90.
Pensar que años después llevarían a colombianos a Venezuela a ser operados por cubanos parece una tragicomedia.
La incursiones desde Venezuela a otros países, con las misiones y la obtención de divisas subsidiadas, impactaron en su gente más vulnerable y en los adoradores de la riqueza fácil. En las incursiones más recientes, la audacia para llevar la violencia de bandas criminales y de mercenarios, ya irrumpe en unos países con poderes y controles de defensa muy importantes.