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Cuentos de ficción (7): inconformidad.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Simplemente Cayetano, era como se conocía a un hombre adulto muy delgado, con la piel seca tostada por el sol y quien, al hablar, que no acostumbraba a hacerlo tanto, se le notaban sus carencias en la dentadura. Él no era una persona agradable a la vista, pero para mucha gente, todo eso pasaba desapercibido y solo a él, le confiaban que les proveyera un producto indispensable en la dieta diaria, siendo que el mismo era muy susceptible a ser contaminado.


Cayetano, era un confiable “aguatero”, el transportista del agua potable, para unos bien ganados y agradecidos clientes en Puerto Colombia, en el mar Caribe colombiano.



Para cumplir con esa tarea, disponía de varios burros, con los que iba y venía cada tres días, desde el Corral de San Luis, ubicado a 15 kilómetros del puerto, en donde muy cerca se encontraba El Chorro de San Luis, que era una gruta con una caída de agua de diez metros, hasta un reservorio o pozo abierto, en donde se acumulaba el agua, apropiada para beber.



La ruta entre el pozo y el puerto, era muy intrincada y pasaba por secciones de selva y cerros de hasta 300 metros de altura y estando precisamente en uno de esos viajes, se detuvo en un punto alto del camino y pudo observar la majestuosidad del muelle de Puerto Colombia, parcialmente escondido detrás de una fastidiosa neblina mañanera, que reflejaba la luz de sol y lo molestaba.



En ese momento se sintió muy orgulloso con su trabajo y allí en donde estaba, solo en la compañía de sus animales, dio rienda suelta a un rasgo de su personalidad alejado de la timidez y de la subordinación ante sus clientes. Se convirtió en un orador elocuente y agresivo, que inició en voz baja y al final terminó gritando: “ustedes los que allí trabajan, me deben sus vidas, si no fuera por esta agua, para lo cual señaló y golpeó por un par de veces a una de sus canecas de madera en el lomo de un burro; no se podría trabajar en ese muelle ni en el ferrocarril, tampoco tendrían las mujeres a sus lados y hasta se irían las meretrices, esas que ustedes consideran muy importantes, por que mantienen la estadía en paz de los obreros y de las tripulaciones. Yo también soy muy importante, tanto como la suma de todos en ese muelle y de esos barcos con sus cargas, nojodaaa”.


Ese muelle era la obra más importante del país, por ser la entrada del desarrollo, de la modernidad y de miles de inmigrantes a Colombia. Con sus 4 mil pies, era el tercero más extenso del mundo y el primero en América, un gigante que fue inaugurado el 15 de junio de 1893.


Ya finalizando ese año 1908, a la fecha de arribo de mi abuelo, tenía 15 años en funcionamiento y la llave Barranquilla-Puerto Colombia se convirtió en una bisagra entre el río Magdalena y el mar Caribe, propiciando con eso las exportaciones cafeteras. Todo eso que pasaba y tenía éxito por la tarea de Cayetano, por lo menos era lo que él pensaba y que lo enorgullecía.


Mi abuelo vivió por nueve años en Barranquilla y desarrolló habilidades alrededor de herramientas afiladas; con unas de ellas, para el uso diario de la profesión que eligió y que le suministró un sustento diario y otras para su defensa personal.


El oficio de la barbería se constituyó en una oportunidad para salir adelante, y con esa profesión prestaba el servicio como un arte callejero, que no fue un impedimento para llegar a los domicilios, para la atención a niveles socioeconómicos más altos.



En el año 1909, a raíz de un movimiento revolucionario que falló en Barranquilla como un golpe de estado, se dieron revueltas con gente muy inconforme como el señor Cayetano, que crearon unas condiciones de inseguridad social en las calles de esa ciudad, que era prácticamente el hábitat de mi abuelo.


En su defensa propia, el abuelo se preparó en el arte de las peleas a cuchillo y a partir de allí, utilizó por toda su vida, un cuchillo de grandes dimensiones, de los llamados de carniceros, que colocaba del lado derecho, sostenido debajo de la pretina del pantalón y de su correa, utilizando para eso una funda de cuero, que lo protegía de auto infringirse cortes en esa zona del cuerpo.



Antonio Jimenez.

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4 Comments


marinalexander
marinalexander
Mar 20, 2023

Antonio

Gran relato, muy típico de la historia de nuestros pueblos.

Todavía existen en muchas latitudes los personajes que tratan de arreglar los asuntos cuchillo, machete en mano, como las estelares Gauchos. En la cotidiana vivencia han habido Aguateros y Aguajeros.

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Gerardo Molero
Gerardo Molero
Mar 20, 2023

Varios Cayetanos tuvimos en Maracaibo en esa época, cuando era viable el consumo del agua del lago. En Maracaibo se les llamaban "Agüeros", cuyo nombre también aplicaron a un miembro de las cuadrillas de perforación, cuya función era darles agua para calmarles la sed.

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Heriberto Bravo Portillo
Mar 20, 2023

Excelente tu cuento…que gran imaginación!!!

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
Mar 20, 2023

Buenos días, ya está publicado el post "Cuentos de ficción (7): inconformidad".

En muchas ocasiones y con mucha gente, si no se recibe lo que se aspira, existe inconformidad y el estado para reclamos, a veces hasta agresivos.


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