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Cuentos de ficción (35): competir y ganar.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Las personas que permanecían sentadas, en el banco de madera más cercano a la puerta de entrada de la Iglesia San Miguel Arcángel, se morían de la ansiedad al no finalizar la Santa Misa, con el sacerdote todavía pendiente por otorgar la bendición de Dios. Con toda seguridad, había algo importante que les hacía sentir mucha impaciencia.


Ese era un domingo decembrino y al mediodía, justo después de esa misa de once, se había programado el inicio de una verbena para recolección de fondos que ayudarían con unos programas sociales de la feligresía. En la verbena se incluían unas competencias de campo, juegos de mesa y el expendio de gaseosas y comidas a precios muy solidario con cualquier tipo de bolsillo.


En un salón de la casa parroquial estaba reunido un grupo de jóvenes adolescentes, quienes reían y se comportaban eufóricos hasta parecer tontos. Todos le hacían una rueda a una joven muy bella de la familia Shiera, quien, era el indudable centro de atracción con su presencia y gestos muy femeninos. Los jóvenes competían de tú a tú por ser el más gracioso y probablemente alguno de ellos, sembró ese día una semilla, que le permitiría cosechar un fruto en el futuro.


Esa competencia viril llegó a su fin, cuando desde la plaza de la Iglesia, anunciaban la pronta salida de una carrera de patinaje, recorriendo una distancia de tres cuadras.



La gente se conglomeró en la línea de la llegada y desde allí podían divisar a lo lejos, a un grupo de patinadores, que raudos partieron a la señal de la bajada de una bandera. En pocos metros se establecieron diferencias entre ellos y el que tomó la delantera se desenvolvía con una forma muy extraña, la cual solo se logró definir faltando pocos metros para la meta.


Ese puntero era el “tawa”, el alias como se conocía a Gustavo Hidalgo, quien, venía patinando de espalda, mientras miraba y señalaba a los otros a quienes dominaba a su placer, con sus dos brazos como si fueran batutas de un director de orquesta. Gustavo ganó de abuso y demostró unas condiciones de excelencia en el patinaje de velocidad.


Al finalizar la premiación, se hizo un reconocimiento público a dos inmigrantes europeos, quienes habían aportados la comida a precios subsidiados.


Ellos eran Pipino, un italiano y Ezequiel, un español y la comida que vendían era la de su especialidad, que en nada tenía que ver con sus países de procedencia; ellos suplieron panes con huevo cocido y tumbarranchos, que eran los platos típicos de la realeza maracucha.



Esas comidas, habían batido ese año que finalizaba, todos los récords de consumo entre los habitantes de la Urbanización Urdaneta. Una competencia de la gastronomía nacional, en la cual no se logró definir a un solo ganador como en el patinaje.


Pipino y Ezequiel, utilizaban para efectuar sus ventas, unos carritos de hierro oscuro, con partes que se notaban oxidadas y eran muy pesados, por lo que los dejaban bajo el resguardo de unos vecinos. Ambos puestos de venta, distaban menos de un kilómetro entre sí, en esa Urbanización.


Los carritos contaban con una mesa para preparar la comida, una chimenea y un estante para almacenar el pan, las arepas, los huevos cocidos, la mortadela, el queso y las salsas para untar, entre las cuales se notaba a un pote gigante de mayonesa, por ser la más solicitada.



A un lado en la mesa, colocaban una cocina portátil de dos hornillas con su botella de kerosene y para las gaseosas y otras bebidas, utilizaban una caja refrigeradora portátil.


Esos inmigrantes no compitieron entre sí para ganar y quedarse con la participación del rival en el negocio de la comida callejera. Ambos aprendieron a preparar las comidas típicas del zuliano y obtuvieron un medio de vida, apropiado y reconocido. Los dos atendían fijos de viernes a domingo y se turnaban de lunes a jueves, ya que, con la misma calidad y precio, las preferencias entre uno y otro, solo era por la cercanía del puesto a las viviendas de los clientes.


Antonio Jimenez.

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2 Comments


Oscar Ortega
Oscar Ortega
Oct 03, 2023

Recordar esos tiempos vale oro, la iglesia, la Urbanización Urdaneta donde nací y me crié y recordar a Gustavo el famoso Tawa, para los contemporaneos, como anhelo poder ver las calles de la Urbanización transitables y poder visitar el Colegio Rafael Urdaneta, volver a revivir aquellos tiempos cuando yo conocía y me conocían casi todos en la urbanización porque yo vendí dupletas y en mi casa vendía sorpresas, saludos a todos los que logre llegar con mis recuerdos, siempre gratos.

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
Oct 02, 2023

Ser competitivo tiene sus beneficios, nos incentiva para lograr un objetivo ambicioso, nos motiva para ser el mejor o en su defecto nos otorga una satisfacción personal, asociada al esfuerzo y al trabajo bien hecho.

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