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Cuentos cortos (37): el Carlton.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

En la segunda mitad de la década de los años 1960, dos compañeros de estudios del sexto grado de primaria en el colegio Santa María en Maracaibo, hicieron buenas migas, o sea, tenían coincidencias en los gustos y casi siempre estuvieron de acuerdo en las opiniones o pretensiones. Los dos se avinieron muy bien en el trato y la amistad.



Ellos que coincidían en la edad, eran diferentes en su apariencia, uno era más delgado y apreciablemente más alto que el otro, quien, era pequeño de estatura por su llegada tardía a la pubertad, lo cual compensaba con su creatividad y agilidad mental.


Treinta años más tarde, a mediados de los años noventa, salió y fue muy exitosa una serie de animación para niños en los Estados Unidos, coincidencialmente con una pareja de amigos, con las mismas diferencias físicas y mentales.


Esos amigos en la serie, eran dos imaginarios ratones de laboratorio, alterados genéticamente y conocidos como Pinky y Cerebro, siendo Cerebro el de menor estatura y siempre el encargado de pensar y preparar unos complejos planes para conquistar el mundo.



Volviendo con los amigos de los sesenta, ellos también tenían sus planes para hacerse notar y conquistar el mundo y en la ejecución de dos de esos planes, lamentablemente el más alto se llevó la peor parte.


Una hermosa joven, quien, vivía en un apartamento de la planta baja de un edificio en donde también residía el Cerebro, siempre se descuidaba al momento de cambiarse de ropa y ese, era un buen motivo para un par de miradas invasivas, a través de una ventana sin persiana ni cortina. Con ese propósito en su mente, el Cerebro, preparó un plan detallado de las ocasiones propicias para espiar, con la garantía de un menor riesgo para ser descubiertos, considerando que también en ese apartamento estarían con la joven, su tía y sus tres primos.



En una ocasión, el Cerebro advirtió sobre el alto riesgo de la acción, pero el Pinky no atendió la recomendación para desistir de la acción, siendo sorprendido por uno de los primos, precisamente el mayor, quien lo superaba en fortaleza física.


Ambos forcejearon y en un intento de escape, rehuyendo el combate, el Pinky fue alcanzado y empujado por su espalda. Al caer, su cara fue a parar a una baranda de metal de la escalera, ocasionándole un importante hematoma y afectación de la órbita de uno de sus ojos.


En las conversaciones de concertación entre las familias de los involucrados en la riña, estuvo el padre del afectado, un trabajador de la construcción, quien, en ese momento laboraba como un operario de una máquina, en las obras civiles del próximo aeropuerto de Maracaibo. Él se presentó y se mostró debidamente vestido, con un traje oscuro y portando lentes de sol, tan oscuros que escondieran sus ojos y esa fue su estrategia para diligenciar un justo reconocimiento como víctima, aunque al final, lo obtenido solo alcanzó para los gastos médicos.


El otro plan que resultó fallido, se trataba de ocasionales hurtos de dulces de un supermercado de la cadena Victoria. En un principio, los amigos se hicieron de unos pequeños envoltorios de los deliciosos caramelos Frunas y California.



El Cerebro, muy prontamente consideró no proceder más con esa acción delictiva y de nuevo el Pinky estuvo en desacuerdo, ante la facilidad como se habían logrado hurtar los caramelos, sin haber sido detectado por los empleados del supermercado.


El argumento empleado por el Cerebro para desistir de los robos, fue el del empalagamiento al sabor dulce de los Frunas y de los Californias y en su lugar propuso cambiar de chuchería, seleccionando la galleta con envoltorio de chocolate, el Carlton o en su defecto las de sabor a coco, el Cocosette.


La táctica disuasiva radicaba en que esas galletas se ofertaban en una presentación de mayor tamaño, que haría muy difícil y hasta imposible, el esconderlos en el cuerpo, evadiendo la sospecha de los empleados.


Eso que el Cerebro dio por entendido, tampoco obtuvo el resultado esperado, ya que, al pasar por la caja para registrar los artículos de la compra, levantaron sospechas y ambos amigos fueron requisados. La sorpresa para el Cerebro llegó al momento cuando del pantalón del Pinky, recuperaron una lata de Carlton. Esa lata engrosaba mucho su entrepierna y eso le llamó la atención a la cajera, quien, intrigada había bajado la vista hacia esa zona.


Los encargados de la administración del supermercado fueron muy considerados con el par de amigos adolescentes y el castigo que les impusieron fue el de proceder con el pago sin obtener a cambio el producto.



El Pinky, inició y no terminó sus estudios del bachillerato en Maracaibo y en su lugar emigró a la ciudad de Maracay, para lograr obtener el título de especialista meteorológico y climático, con el cual se le hizo posible laborar en las oficinas de pluviometría en los aeropuertos.


Antonio Jimenez.

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
Oct 16, 2023

En parejas de amigos adolescentes, si se combina el arrojo y determinación de uno con la inteligencia del otro, cualquier cosa puede suceder.

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