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Cuentos de ficción (33): la infame operación Bolívar.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

En 1917, al tercer año del inicio de la primera guerra mundial, en el norte de Alemania se vivía en paz, con calma y normalidad cotidiana. Los jóvenes de esa región se mostraban muy impacientes, al no tener la mayoría de edad, para incorporarse a la guerra como soldados del Kaiser. Ellos evadieron las excepciones por la edad, se presentaron voluntariamente y fueron enviados al frente occidental. Al completar un contingente apreciable con esos jóvenes, los reunieron y la autoridad civil los despidió, con un discurso cargado de alabanzas a sus capacidades y valentía, para hacer posible la toma de la ciudad de Paris.


El frente occidental de la guerra estaba en territorio francés, ocupando unas trincheras construidas en un área de desarrollo industrial.



Theo Schanz y Paul Beatinger, eran dos de esos jóvenes combatientes y una vez en esas trincheras, día tras día, esperaban la orden de un superior jerárquico, quien, a través de un silbato, les ordenaba salir de la zanja revestida de sacos de arena y madera, subiendo por una escalera. Sin la protección de la trinchera, debían atacar al enemigo, corriendo y disparando, en un campo muy irregular, con muchos hoyos con agua estancada y ratas, vallas de alambre de púas y cientos de cadáveres.


En cada incursión, obtuvieron una protección sobrenatural o la mera suerte, lograban regresar con vida, comían deficientemente y esperaban por un nuevo desafío. En uno de esos paréntesis de vida, conocieron a un mensajero, quien, iba y venía, con las ordenes de los altos mandos militares alemanes, quienes, estaban en otra condición de seguridad y de comodidad, en un headquarter, alejado de las desagradables trincheras.


A finales del año 1918, Theo, Paul y el mensajero, sobrevivieron con múltiples heridas a la casi exterminación de su regimiento y estando convaleciendo en un hospital militar, se produjo la derrota de Alemania. Ese joven mensajero era el mismo Adolf Hitler.



Alemania en esa posguerra, atravesó por todos los problemas de una crisis, con una elevada inflación, descenso de su producto interno bruto y altísimas tasas de desempleo, dando lugar a la pobreza y a la miseria de sus ciudadanos. Eso produjo la emigración de muchos alemanes y entre ellos Theo y Paul, quienes, seleccionaron como un lugar para ir a vivir, a Maracaibo, y eso motivado al boom petrolero, que se iniciaba con mucha fuerza por el reventón del pozo Barroso 2, en la costa oriental del lago de Maracaibo.


En sus primeros años en Venezuela, al inicio de la década de los años 1920, esos alemanes se dedicaron como operarios y mantenedores de equipos en las empresas de petróleo. Muy pronto prosperaron y se independizaron, para acometer sus propios emprendimientos y para formar familia.


Schanz se dedicó al negocio de la chatarrería y Beatinger al negocio de los combustibles y a su propia empresa de mantenimiento de equipos dinámicos de la industria.


De su experiencia en la guerra, Schanz conocía del valor de la chatarra, ya que por ser una materia prima escasa y estratégica, era reciclada un número infinito de veces, sin perder sus propiedades básicas. En un terreno que adquirió frente al lago de Maracaibo, en la Cañada de Urdaneta, fundó una receptora de metales, especialmente de cobre y aluminio, que luego los exportaba a los Estados Unidos y Europa.



Beatinger adquirió varias estaciones de combustible en Maracaibo, destacando en eso, la compra de la Estación Múnich, en la avenida Bella Vista, que, en 1930, ya tenía 18 años en funcionamiento y continuó prestando su servicio como contratista, incorporando como cliente a la Planta de cemento Vencemos Mara, a partir de 1943.



Estos alemanes, al igual que muchos otros, viviendo en varios países de Latinoamérica, colaboraron a partir de 1942, como proveedores de información, en operaciones de espionaje de la Alemania Nazi, con propósitos de ocupación.



Los nazis establecieron una red secreta de comunicaciones de radio desde Argentina, Brasil, Paraguay y Chile, bajo un programa de espionaje conocido como la Operación Bolívar. A esos países primarios, les llegaba la información referencial de otros como Colombia y Venezuela. Utilizar ese nombre en clave, para encubrir la operación, fue una afrenta al Libertador Simón Bolívar y a su obra, en pro de la soberanía de los pueblos.


La Operación Bolívar quedó expuesta a finales de 1943, con la captura de un agente nazi cuando viajaba hacia Argentina y en 1944, las autoridades argentinas lograron arrestar a gran parte de los agentes que operaban en su territorio, desbaratando todas las actividades de la operación. Al final, la información recolectada por la operación, le fue más útil a los aliados, que habían interceptado muchas de las transmisiones secretas.


Schanz y Beatinger, nunca sintieron remordimientos por ser solidario con Hitler, ellos tres siendo jóvenes, pasaron por grandes dificultades y sobrevivieron a la conflagración, a partir de la cual crearon un vínculo personal muy difícil de romper, aun con los peores motivos de uno de ellos, como los del Furher.


Antonio Jimenez.

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
Sep 18, 2023

Con el nombre de Bolivar para definir operaciones, obras y programas, se han encubierto unos motivos en contraposición a los ideales del Libertador.

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