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Cuentos de ficción (24): celebridades.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

A inicios de la década de los años 1960, un vecino tenía una rutina de ejercicios físicos diarios, que se iniciaba con un trote, bien tempano por las mañanas. El vecino usaba una sudadera para ayudarse en su objetivo de mantener su peso, dentro de la categoría en la cual competía en el boxeo profesional, que era el peso mínimo, también conocido como peso mosca.


Romeo Diaz, era ese vecino y vivía en una casa en la avenida principal de la urbanización Urdaneta, en cuyo jardín, colgaba la pera loca y el saco, de las ramas de un frondoso árbol de mango.



El problema que se le presentaba a Romeo en su casa, era el de interrumpir su entrenamiento para darle respuesta, a los numerosos asomados e inconscientes, que le preguntaban sobre la función de esos elementos esenciales del entrenamiento del boxeo. El siempre respondía con amabilidad de que, con la velocidad de movimiento de la pera, se desarrollaba una buena coordinación entre las manos, los ojos y todo lo que estaba alrededor, mientras que con el saco se liberaba la presión del cuerpo, se quemaban las calorías, se estaba más concentrado y se fortalecían los músculos. El boxeador vivía con sus padres, su fornida esposa y una hija menor.


Romeo, el primero de las celebridades del barrio, estuvo dedicado al boxeo por cinco años, desde 1963 hasta 1968 y en ese lustro, ganó 7 peleas, perdió 6 y empató 3, un registro para nada resaltante.


En esa época se transmitía un programa televisado sobre la lucha libre, con el nombre de “Catch as catch can” y tanto Romeo como su esposa eran furibundos fanáticos de los mejores luchadores. Romeo seguía al luchador de los rudos, conocido como el Dragon Chino y su esposa a Basil Battah, el mejor de los limpios. Una de las veces en que resultó con la victoria del rudo, hubo una fuerte desavenencia entre ellos que terminó a golpes y lamentablemente fue Romeo el que llevó la peor parte, al serle aplicada sobre su abdomen, la llave más eficiente de Battah, conocida como la Pinza Libanesa, pero en lugar de aplicar presión con los dedos de sus manos, la esposa de Romeo utilizó un alicate.



Un buen espectáculo para observar en algunos sábados en la Urbanización, lo constituía el traslado de un prototipo de auto de carreras, que, siendo de hechura casera, no dejaba de impresionar. El auto tenía un largo frontal y un solo asiento para el piloto, al mejor de los estilos de la fórmula uno y estaba pintado de un color amarilloso hacia anaranjado. Su piloto era José Nicolas García, nuestra segunda celebridad, quien, con su braga, casco y lentes, siempre ocupaba el asiento y saludaba efusivamente a su público, que aplaudían mientras el auto era empujado por varias personas, en un trayecto desde su casa hasta una plataforma de metal conectada a un viejo y destartalado camioncito Ford F100.


Con el transcurrir de los años, José Nicolas, fue el propietario de un auto Galaxy 500, grande y blanco, en donde se colocaban en su techo y en la maleta, todos los componentes de una miniteca, incluyendo equipos electrónicos, parlantes y varias cajas con los discos de acetato. El también destacó como un disc jockey y en esa ocupación también levantó unos aplausos, pero solo cuando demoraba el alma llanera, para terminar oficialmente una fiesta.


Johny Flores, fue el más precoz de nuestras celebridades, quien, tocaba muy bien el cuatro y bailaba los ritmos caribeños con mucha soltura y coordinación de los pasos, tanto en la forma individual como llevando a su pareja. Esas cualidades lo hacían resaltar en nuestro grupo, iniciándonos todos en la pubertad. Johny también era muy capaz en el arte de enamorar, ya que no tenía ningún inconveniente, si de besar a una chica se trataba. Sus amigos mortales, ni soñábamos con efectuar algo parecido, a nuestra corta edad.

Con el paso de los años, se convirtió en un campeón estático, en la tarima que utilizaba un grupo de gaitas de Maracaibo, permaneciendo sentado en una silla, por todo el tiempo que duraba el show y moviendo solo los brazos, para hacer sonar con unos cortos listones, el cuero y la madera de una tambora.



Alguien que, si logró fama y dejó un legado invaluable entre los venezolanos, fue un joven demasiado flaco, con un cabello abundante que arreglaba con un gran copete, de buena altura y con una dicción única al hablar. Era sobrino de unos vecinos de la Urbanización y cuando los visitaba, transmitía un halo de su éxito, del cual no nos equivocamos. Llego a constituirse en uno de los mejores animadores de la televisión de Venezuela, nuestro recordado y verdadera celebridad, Gilberto Correa.



Antonio Jimenez.

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
Jul 17, 2023

El talento o la habilidad de ciertas personas, perfeccionados con la práctica y moldeados para la observación y aceptacion de los demás, los convierten en celebridades. Esa condición resulta ser circunstancial.


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