Rumo Palmar, ejerció el abigeato en la vasta zona al norte de la ciudad de Maracaibo, pero solo por pocos años de la década de 1930. El formaba parte de una banda, que se dedicaban solamente al robo de ovinos y caprinos. A diferencia de la mayoría de la banda, Rumo no era tan fiero ni tan perverso y delinquía en el segmento menos apetecido del abigeato y consecuentemente en el menos vigilado por la autoridad y por los productores del campo. Sin embargo, siempre había capturas y muertes y eso lo preocupaba más de la cuenta.
La carne de ovinos y caprinos, vendidas en piezas saladas, en los mercados populares de Maracaibo, ya no estaba resultando atractiva y varios de la banda e incluyendo a Rumo, renunciaron a su vida delictiva.
Rumo tenía el paladar hendido y usaba un bigote para cubrir parcialmente esa deformación; por ese motivo, siempre usó un pañuelo cubriendo su cara y se mantenía callado mientras cometían las fechorías. Él había nacido y vivía en la isla de Zapara, a la salida del lago de Maracaibo, de apenas 7 kilómetros cuadrados. Era propietario de un cayuco con velas y remos y con él, pescaba y se movilizaba a San Rafael del Mojan, Isla de Toas y Maracaibo.
Esa región insular no fue ajena al movimiento de la gente que constituyó el éxodo hacia el estado Zulia, desde el propio territorio nacional y de diversas partes del mundo, a raíz de la explotación petrolera. La mayoría de los nacionales procedía de las áreas rurales y de pueblos de pescadores, en donde vivían sumidos en la pobreza y buscaban mejorar sus condiciones de vida.
A Rumo le pareció mejor quedarse en su tierra y se enroló para trabajar en los hornos de cal de Isla de Toas.
Pero allí no duró mucho tiempo y en 1937 decidió que emigraría hasta Cabimas, en busca de trabajo en alguna petrolera de la costa oriental del lago, pero con la mira puesta en irse a vivir a la recién creada Ciudad Ojeda, fundada el 19 de enero de 1937.
Para esta aventura lo acompañó un amigo conocido como el tuerto Antulio y ambos partieron desde la isla de Zapara, a mediados del mes de julio de 1937, para un periplo de muelles del lago, dado las limitaciones a vela y remo de un cayuco para navegar. A los veinte días, arribaron al muelle de la Ciega en Maracaibo y retomaron el viaje al siguiente día, después de comprar algunos víveres.
Un par de días después, el 8 de agosto de 1937, zarpó una motonave desde el mismo muelle de la Ciega, a eso de las diez y media de la noche. La piragua “Ana Cecilia”, permitió 200 pasajeros a bordo, a pesar de que tenía asignada una capacidad para solo 112.
En el frente de las costas de La Arriaga en San Francisco y a solo 7 kilómetros de su partida, comenzó un fuerte viento y el oleaje lacustre movió la piragua de lado y lado, hasta que se fue a pique. En medio de esa oscuridad nada era posible, los gritos y los llamados de socorro alertaron a Rumo, quien, estando por pura coincidencia muy cerca con su cayuco, acudió inmediatamente en el auxilio de la gente y nadando logró sujetar y colocar a salvo en su cayuco, a siete hombres, una mujer y dos menores de edad. El máximo peso que el estimó podía colocarle al cayuco sin hundirse.
Rumo los entregó sanos y salvo en el muelle más cercano y luego desapareció junto con su amigo Antulio y nadie más supo de ellos. Los rescatados por Rumo, formaron parte de las 112 personas que salieron con vida de esa tragedia, 76 cuerpos fueron encontrados sin vida y 30 desaparecieron sin dejar rastros en el lago.
La información sobre la aparición milagrosa de un boquineto y de un tuerto, en un cayuco endeble de madera, luchando y venciendo las olas que hundieron a la piragua, no fue del agrado ni de la conveniencia de las autoridades civiles y marítimas, muchas de ellas involucradas en la ilegalidad de los permisos del zarpe de la motonave.
Para los rescatados, ellos dos fueron unos héroes anónimos ya que su valentía dejó una huella con influencia positiva. Rumo logró resetear su vida luego de un pasado dudoso.
Antonio Jimenez.
Buenos días, el post "Cuentos de ficción (12): héroes anonimos", describe algunos pasajes de la vida de uno de estos héroes. Son personas que hacen algo beneficioso por otros y la acción pasa desapercibida, o no es reconocida por algún motivo.