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Cuentos de ficción (10): la hegemonía de las tías.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

En una ocasión en que dos niñas acostadas en una misma cama, se molestaban entre ellas por obtener más espacio, armaron un alboroto que le llegó a la madre y enseguida intervino.


Ella les comentó que, siendo una niña de su misma edad, durmió por días en un pequeño chinchorro, guindado en un espacio muy angosto, por debajo de una batea de piedra, en donde se le impedía estirar sus piernas. Una vez dicho eso, les simuló esa posición realmente incomoda y eso bastó para que se calmaran los ánimos y las niñas muy pronto se durmieron.


La madre salió del cuarto de las niñas, dio dos pasos y se detuvo pensativa, recordando el motivo por el cual durmió acurrucada en el chinchorro. En esos días había un jolgorio de la gente en las calles, que era opacado por la incredulidad y el miedo colectivo, y había que resguardarse, de contar por supuesto, con un refugio. Las calles estaban atestadas de individuos con propósitos indescifrables y cualquiera podría atentar y quitar una vida de a gratis.


Por esa situación de mucho cuidado, su padre encontró un sitio seguro en un hato, procedió a romper el candado de la puerta, entraron y el revisó y validó que su refugio, estaría en el área en donde se ubicaba un fogón y una batea de piedra, ya que allí se conservaba el techo.



Allí se quedaron y pasaron unos días inolvidables por lo malo, mientras se calmaban las calles tras la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935.


El hato tenía una placa sobre la puerta, con el nombre que alguien había elegido para identificarlo como dirección, Babe Ruth. Estaba ubicado en la calle derecha de Maracaibo y era una propiedad de una hermana de su padre, quien, lo había heredado hacía poco, pero adolecía de defectos en su construcción y era insalubre, por lo cual estaba inhabitado. Ese nombre no cuadraba con ese hato, en ese momento, ya que su calidad no se correspondía con la ejecutoria del inmortal beisbolista.



El desorden en las calles, no era la única preocupación para ellos, ya que su abuela, estaba enferma y en lecho de muerte.


En los últimos días de vida de su abuela, todos los presentes en su casa, escucharon un estruendo generado por algo pesado que cayó sobre el piso de su habitación. Algunos creyeron que era por la abuela al caerse de la cama, pero pronto descubrieron que fue por una marusa tejida, de donde también se desparramó parte de su contenido, que eran unas morocotas de oro.



En Venezuela, el nombre de morocota, se les dio a las monedas de oro de 20 dólares de los Estados Unidos, que, se usaron desde mediados del siglo XIX, debido a la escasez de circulante. El nombre de morocota provino al asociar el color de las monedas, con el también dorado de un pez de los caños del Delta del Orinoco, llamado morocoto.



El estruendo despertó a la abuela enferma y de una vez, ella decidió, que la heredera de ese tesoro sería otra tía, una hermana mayor de la propietaria del hato Babe Ruth, quien, acompañada de sus siete hijas, había regresado a Maracaibo desde Curazao, en donde residía, luego de haber enviudado de su esposo.


Del hato en mal estado, los refugiados que allí estaban, salieron a vivir en una casa de la calle la Cruz, al final de la calle de la Marina. Esas dos calles eran muy conocidas y populares, ya que ocasionalmente se convertían en pista y poste de llegada para unas carreras de caballo.


Esa casa en la calle La Cruz, era propiedad de otra tía, pero esta vez hermana de su madre.

Antonio Jimenez.

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2 commentaires


Gerardo Molero
Gerardo Molero
10 avr. 2023

Esa calle conocida como La Marina fue parte de lo que actualnente es la Avenida Libertador. Tenía ese nombre porque era aledaña al puerto donde llegaban las piraguas cargadas de alimentos, procedentes del sur del lago. De hecho, existió un mercado con ese mismo nombre q, sucedió al popular mercado de Los Buchones.

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
10 avr. 2023

Buenos días, en el post "Cuentos de ficción (10): la hegemonía de las tías", se describe imaginariamente como unas tías coparon la escena, interviniendo en diferentes situaciones y adueñándose del protagonismo.

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