En un ambiente con moderado olor a tabaco, a media luz y muy frio por el efecto de un potente aire acondicionado integral, varios amigos permanecían sentados, en un mueble de semicuero roído, largo y curvo hacia sus extremos. Desde allí escuchaban música y al iniciar el turno de “Ya voy hacia ti”, de Los Melódicos, simulaban que bailaban, moviendo sus hombros y brazos. La voz de Víctor Piñero, el Rey del Merecumbé, era inconfundible e insuperable “Ya voy hacia ti, amor mío. Espérame entre palmeras como la primera vez. El viento mueve tu pelo, dulcemente y sin antojo, ay, como la primera vez”.
Uno de esos amigos, a quien, conocían como Mundo, por un Raimundo abreviado, estaba sentado en una de las esquinas del mueble. Su mirada denotaba ansiedad y a cada rato hacia esfuerzos por liberar gases de su estómago, ya que según él, estaba embuchado.
La canción de fondo avanzaba y faltando menos de la mitad: “allí esperaré la noche, la luna con su derroche, de luz, de sueño y de amor” …. el Mundo se levantó y dijo en voz alta; “No se que irán a hacer ustedes, pero ya me alivié y me voy a bailar”.
Dicho eso, caminó desbocado unos pasos e invitó a una chica que estaba también sentada y ella inmediatamente aceptó ir al centro de la pista, pero para sorpresa de Mundo y de sus amigos, la chica resultó ser una de las palmeras de la canción y lo superaba como mínimo por medio metro de estatura. Aun así y sin regalar nunca una mirada a sus amigos, quienes, se reían de la situación, no desistió de su compromiso de caballero galán y los dos bailaron separados, cada uno por su lado, por un par de canciones más y luego volvieron a sus asientos.
A un par de cuadras de distancia de ese sitio y a la misma hora, otros amigos de la urbanización, se divertían de la misma manera. Uno de ellos, Jorge Luis, a quien, conocían como Guarapo, se había tomado varias cubas libres, ya que se identificaba como un tocayo de esa bebida guaraposa de ron con coca cola. Él se levantó algo mareado con ganas de ir al baño y por eso salió del área fría con luz tenue para entrar a otra muy clara y extremadamente calurosa, en donde estaban los baños. Ese choque visual y térmico, le aceleró el efecto de las bebidas y Jorge Luis pasó rápidamente a un estado físico, con mareos, fatiga, devolución estomacal y de sopor profundo. Luego de que intentó bailar con una chica y no pudo, dos amigos se lo llevaron en contra de su voluntad, prácticamente cargándolo, uno por cada brazo.
La Taberna Zulia y la Terraza Pampero, fueron dos sitios emblemáticos de la ciudad de Maracaibo, muy solicitados para la recreación de grupos, celebrando fiestas de cumpleaños, intercambios de regalos, premiación de ganadores de concursos y muchas otras actividades. Las empresas que producían y vendían la cerveza Zulia y el ron Pampero, aportaban la instalación, el mobiliario, la música de minitecas, los empleados para la atención general y las bebidas de su propiedad, mientras que los invitados aportaban la comida.
La cerveza Zulia, la cerveza del águila, es considerada como el símbolo patrio de esa región del occidente de Venezuela. Ha sido producida desde 1925 y antecede a la cerveza Regional (1929) y a la cerveza Polar (1941), en el ranking de las tres cervezas principales en Venezuela.
Esa bebida alcohólica de sabor amargo y color ambarino, es carbonatada, contiene CO2 disuelto, que se libera en parte al ingerirla y de allí provenía el embuchado de Mundo.
Las cubas libres que se tomó Jorge Luis, fueron preparadas con el ron del caballito frenao, un ron de vieja fecha de inicio de elaboración (1938). El logotipo de un jinete a lomo de un caballo salvaje blanco de los llanos venezolanos, era comparable al del gaucho en las llanuras argentinas o pampas y de allí se derivó su nombre de Pampero. Con 40 grados alcohólicos superaba por mucho a los 5 grados de la cerveza.
Es por ese detalle, que el consumo de ron en forma no apropiada, en las pocas horas de una fiesta, cambiaba la típica reacción de los usuarios, ya no era el embuchado de Mundo sino la ebriedad de Jorge Luis.
Esas dos empresas, Zulia y Pampero, coincidieron en un raro aporte de su responsabilidad social, para un nicho de maracuchos, a quienes, consideraban parte de unos excelentes clientes. La Taberna y la Terraza, se mantuvieron activas en unos años de las décadas 1970 y 1980 y se afianzaron como una iniciativa de integración social de mucha utilidad, siendo considerado por la gente como unos modelos dignos a ser replicado.
Antonio Jimenez.
Agradecimientos: póstumo al Mundo, mi compadre, y a Jorge Luis, Levi, Gastón, Toño, Rafael, Humberto, Elio, Víctor Hugo y otros más, mis bacanos amigos de la adolescencia y juventud y al por mi designado como el cronista de la ciudad, Alberto Gotera.
Unos espacios apropiados para la recreación de grupos, eran aportados por unas empresas que producían y vendían bebidas alcohólicas. Con esa manera para socializar su responsabilidad ante la comunidad, se ganaron la aceptación de jóvenes, sin mayores recursos económicos.