El pequeño cafetín de Luis, estaba ubicado justo en el medio del patio interno de una edificación que servía de base a la oficina principal de Maraven, en Lagunillas. El mismo Luis, un criollo con cara y calva de portugués, atendía a los clientes para recibir y cobrar los pedidos por adelantado y tenía dos empleadas, una cocinera y la popular Ligia, una repartidora de los encargos a las oficinas. A un lado del cafetín y hacia un pasillo, había unas repisas de madera a una altura apropiada para ingerir la comida y la bebida, estando de pie.
A media mañana de un día muy próximo al de mi ingreso en esa empresa, coincidí con dos ingenieros degustando un hirviente café negro, contenidos en unas tacitas blancas con algunos pelones y manchas oscuras en la cerámica. Noté que ambos iniciaban su turno en una conversación muy fluida y ocurrente, anteponiendo la palabra “demonio”. Los dos tenían más o menos la misma estatura y uno de ellos utilizaba anteojos de lentes de aumento, a quien, lo reconocí por haber sido vecino de la Urbanización Urdaneta, en Maracaibo.
Me acerqué con mucha discreción a esa dupla y el demonio Laguna (Jesús, de primer nombre), mi ex vecino, me presentó al demonio Urribarri (Orlando), un gordito cabezón.
Los dos se adjudicaban ser el demonio original y culpaban al otro de un plagio. Los dos demonios, ya partieron a mejor vida; de primero y hace ya algunos años, se fue Jesús y solo hace un par de días, lo acompañó Orlando. Esos demonios, dejaron un legado de su buena obra en los espacios de lo profesional y de lo personal.
Orlando se convirtió en el referente por excelencia de la Tecnología de Producción, un reconocido e indiscutido campeón de la gestión tecnológica y del conocimiento. A sus credenciales originales del grado y postgrado de Ingeniería de Petróleo, les agregó lo aprendido de expertos holandeses, con quienes trabajó. Los primeros de ellos, en el pasillo de los leones en Lagunillas, que era como se conocía a un sector de exclusivas oficinas en donde se sentía el olor a sudor. A los otros holandeses, los contactó en los propios campos de la Shell, en la proximidad de la ciudad de Assen, al norte de Holanda. A su regreso a Venezuela, se afianzó con una carrera de sobrados méritos profesionales en Maraven e Intevep, antes de la crisis del 2002 y luego en Opica, un emprendimiento privado.
Los aportes técnicos de Orlando Urribarri y su gestión empresarial en el área de servicios profesionales, fueron reconocidos como de clase mundial. Fue un embajador de la ciencia del conocimiento, estando sobrado como un mentor para el cierre de brechas en los niveles técnicos de los profesionales de la ingeniería. La muerte le arrebató al gremio a uno de sus mejores exponentes.
La otra gran pasión de Orlando fue la guitarra y la música en general. Desde hace tres años se dedicó a su canal de YouTube, en donde colgó varios videos de sus interpretaciones a guitarra. En todos ellos, no lograrás ver la mano que utiliza para pulsar las cuerdas.
En esa mano, Orlando sufrió de un problema con sus tendones que prácticamente le engarruñaron los dedos, con tal fuerza que podría partir un vaso de vidrio sin quererlo. El logro amainar algo de esa afección con la ciencia médica, pero con su creatividad de reinvención, volvió a tocar su guitarra con mucha clase. El me comentó que quería publicar una especie de tutorial de su experiencia, para ayudar a otros con el mismo problema.
También tenía amplias colecciones musicales en discos, casetes, cd, dvd, betamax y vhs, acomodados en perfecto orden en su espacio de relax y esparcimiento personal, que lo identificaba como su modulo de calidad de vida. Orlando, tenía un gran sentido del humor y de la amistad, que es lo que más extrañaré.
Con un hola demoníaco, iniciaba mi saludo para este gran humano y él siempre me respondía con un “que fue huevillo”. Vuela alto mi amigo.
Antonio Jimenez.
Gracias sr. Tony, yo también dije lo mismo, ahora los demonios se encontraron en el cielo. Muy bellas palabras para sr. Orlando, el gran amigo de mi padre.
Para describir o hablar acerca de quien fuera nuestro excelente Colega y mejor amigo Orlando Urribarrí Dotti, sería necesario escribir, al menos un Ensayo y/o grabar un video en youtube. Sin embargo, procuuraré en esta ocasión, elaborar un minúsculo resumen sobre quien fue en vida mi Compadrito como le llamaba y con quien tuve el honor de compartir muchos años de su ejemplar existencia:
En Orlando se destacaron varias características de gran valor, pudiendo mencionar entre ellas: su humildad, solidaridad, sociabilidad, lealtad, sindéresis y sobretodo probidad.
Anécdotas conjuntas, fueron múltiples las que vivimos y que con frecuencia recordábamos cuando nos reuníamos, sobretodo las de nuestros viajes diarios en pool Maracaibo/Lag's/Maracaibo con mi otro Compadre Alejandro Rodríguez Fermín, Rafael Urdaneta y…
Excelente obituario!!!
Este post es una edición especial como un sentido homenaje postmortem, para el amado amigo Orlando Urribarri.