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Caída y Auge.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

La crisis política, económica y social que desde el 2013, principalmente, agobia a Venezuela, es la consecuencia de problemas de diversas índoles y de la ambición desmedida del gobierno por la perpetuidad en el poder, manipulando la constitución y las leyes. La economía del país está abatida como consecuencia de la corrupción y de los menores ingresos al país, por la caída de los precios de petróleo y de la productividad en general. La escasez de productos básicos y medicinas, el deterioro y el colapso de los servicios públicos y el aumento del desempleo ha promovido la migración masiva de más de 4 millones de Venezolanos hacia otros países de la región.

En el 2019, Venezuela ha experimentado una crisis presidencial, donde la legitimidad de quién ocupa la presidencia del país, se encuentra seriamente cuestionada y rechazada nacional e internacionalmente. La designación de un presidente interino, cuenta con el apoyo de 50 países, principalmente de los Estados Unidos.

Ante una situación de probable cambio en la dirección del país, es importante revisar situaciones pasadas de crisis tan acentuadas como la de Venezuela, especialmente en la caída de la economía y en la manera como llegó a efectuarse la recuperación.

Guardando las distancias, por las magnitudes involucradas, la crisis en la Gran Depresión Americana es un buen ejemplo del deterioro económico, social de un país y lo difícil que resulta lograr su recuperación, aún con la participación de gente preparada y de efectivos y eficientes planes de corto, mediano y largo plazo. 

El jueves 24 de octubre de 1929 ocurrió un crac de la Bolsa de Nueva York que da origen a la Gran Depresión, considerada una de las crisis económicas más grandes del siglo XX, la Depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia, de modo que cayeron: la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y los precios. El comercio internacional descendió entre un 50% y un 66%. El desempleo en Estados Unidos aumentó al 25%, y en algunos países alcanzó el 33%. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas, que alcanzó aproximadamente un 60%.



Antes del crac, se tenía una economía con grandes desequilibrios, se estima que los ingresos de treinta y seis familias ricas americanas eran equivalentes a los del 42 % de la población, de 27.5 millones de familias, 21.5 no poseían ninguna clase de ahorros, la expansión del consumo por parte de una emergente clase media, estaba apoyada por un crecimiento del crédito por parte de los bancos, existía una sobreproducción de bienes industriales y de consumo por parte de muchas empresas, el sector agrícola vivió una serie ininterrumpida de excelentes cosechas entre 1925 y 1928, lo que condujo a un exceso de oferta de bienes agrícolas.

Este excedente monetario en circulación condujo a una espiral inversionista en la bolsa: millones de pequeños y medianos ahorradores invirtieron su dinero en la especulación bursátil, por lo que tras el crac, multitud de ahorradores llevados por el pánico acudieron a las entidades bancarias para retirar su dinero, generado la quiebra en cadena de estos. Por otra parte, los fondos de los bancos, invertidos en la especulación, disminuyeron progresivamente. Debido a la deflación, los agricultores comenzaron a pasar dificultades al ver mermado su poder adquisitivo. 15 millones de campesinos estaban al borde de la ruina.


En la industria, la crisis se manifestó con la quiebra de empresas y la reducción de la producción a un 38 %.

En el momento del estallido de la crisis, Herbert Hoover ocupaba la presidencia de los Estados Unidos. Su política fue un fracaso y provocó una recesión, el país se hundió en la recesión y las quiebras se multiplicaron. En 1932, Hoover, republicano, se enfrentó al demócrata Roosevelt, quien ganó de manera amplia las elecciones de 1932 con el 57,4 %. Roosevelt,​ fue elegido con la esperanza de que supiera hacer frente a la crisis económica allí donde Herbert Hoover había fracasado. Sin embargo, llegó al poder sin tener un plan preconcebido para salvar la economía de su país. Su plan no era ideológico, sino más bien pragmático, lo que condujo a algunas contradicciones. El plan fue conocido como el “New Deal”.



El Nuevo Trato (New Deal) es el nombre dado por el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt a su política intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Este programa se desarrolló entre 1933 y 1938 con el objetivo de sostener a las capas más pobres de la población, reformar los mercados financieros y redinamizar una economía estadounidense herida desde el crac de 1929 por el desempleo y las quiebras en cadena.



Comúnmente, se distinguen dos New Deals: Un primero, marcado particularmente por los primeros 100 días del gobierno en 1933, que apuntaba a una mejoría de la situación a corto plazo. Se efectuaron leyes de reforma de los bancos, programas de asistencia social urgente, programas de ayuda para el trabajo, o incluso programas agrícolas. El Gobierno realizó así inversiones importantes y permitió el acceso a recursos financieros a través de las diversas agencias gubernamentales. Los resultados económicos fueron moderados, pero la situación mejoró.

El Segundo New Deal se extendió entre 1935 y 1938, poniendo por delante una nueva distribución de los recursos y del poder en una escala más amplia, con leyes sindicales de protección, la Ley de Seguridad Social, así como programas de ayuda para agricultores y trabajadores ambulantes. No obstante, la Corte Suprema determinó como inconstitucionales numerosas reformas legales, pero algunas partes de los programas fueron reemplazadas rápidamente. El segundo New Deal fue mucho más costoso que el primero, y aumentó el déficit público.

El éxito del New Deal es innegable en el plano social. La política llevada por el presidente Franklin D. Roosevelt cambió el país mediante reformas y no mediante una revolución. Por otra parte, los programas del New Deal eran abiertamente experimentales, manifiestamente perfectibles, y dados los costos de este proceso, se podría haber preferido un programa de cambio más completo. El carácter imperfecto del New Deal permitió una crítica constructiva y una reflexión más pausada que abrió la vía a un mejoramiento de la democracia estadounidense en los años siguientes y que perdura hasta la actualidad.

Sin embargo; algunas fuertes críticas del New Deal lo califican como “forma degenerada de socialismo, y degradación del capitalismo” y consideraban que Roosevelt y su administración gozaban de una imagen heroica engañosa transmitida por la prensa, la radio y la televisión. Otros al contrario, encontraron el New Deal demasiado conservador por oportunidades perdidas y soluciones inadecuadas a los problemas económicos y sociales de los años 1930 y de ser una política favorable para los empresarios y haber servido para preservar el capitalismo en los Estados Unidos.

En la lucha contra el desempleo, primeramente trató la solución laboral de los parados más necesitados, creó programas de ayuda inicialmente y luego trabajo formal a los parados a fin de devolverle la confianza. Para los jóvenes que representaban a futuros propietarios y cuya propensión a caer en la delincuencia o la pobreza era más elevada, se creó un cuerpo civil de protección medioambiental financiado con bonos del tesoro, 250.000 empleos fueron creados para personas entre los 18 y 25 años.

El desempleo siempre se mantuvo en unas cifras masivas, el 17 % de la población activa estadounidense se encontraba desempleada en 1939, o sea 9.5 millones de personas. Sin embargo, recibían un subsidio de desempleo. A pesar de todo, en 1941, seis millones de estadounidenses todavía esperaban un empleo. El pleno empleo no se consiguió antes del ataque japonés a Pearl Harbor, pues recién la entrada de Estados Unidos en la guerra generó un gran estímulo para que la industria pesada estadounidense, una de las más amplias y diversificadas del mundo, se lanzará a participar del esfuerzo propio de la economía de guerra; el reclutamiento de tropas y la demanda de obreros en las fábricas causaron una dinamización de la economía que paulatinamente redujo el número de desempleados.

En cuanto a las obras públicas realizadas, se pueden citar 285 aeropuertos, 1 millón de kilómetros de carreteras, 77.000 puentes y 122.000 edificios públicos en el periodo de siete años.

Recopilación de la información y Estructuración por Antonio Jimenez.

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