“Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza”.
Hace más de 500 años, en el canto III de la Divina Comedia, su autor Dante Alighieri, situaba esta frase lapidaria en la puerta de entrada al infierno.
Esta frase de Dante, también resultaría apropiada como lápida en algunas moradas en nuestro mundo.
En la sección 31 del Cementerio Nacional de Arlington en Virginia. Estados Unidos, está ubicada la tumba más peligrosa del mundo, y corresponde a Richard Leroy McKinley, un especialista militar, fallecido el 3 de Enero de 1961, a los 28 años de edad.
Y a más de 4200 millas al sureste de Arlington, en la ciudad de Goiânia en Brasil, en similares condiciones de peligrosidad, está la tumba de una niña fallecida con apenas 6 años de vida, Leide Das Neves Ferreira, ocurrida el 23 de Octubre de 1987.
Lo único que tienen en común estas personas, es que ambos murieron por radiación en accidentes nucleares, McKinley fue una de tres víctimas de la explosión en el reactor experimental SL-1 y Leide, fue una de cuatro víctimas, por manipulación de una fuente radioactiva médica en desuso.
Estos cadáveres, se convirtieron en un peligro inminente para otros y como tal se extremaron las medidas de aislamiento de sus respectivos cuerpos ya fallecidos.
Aquí su triste historia:
El SL-1, Stationary Low-Power Reactor Number One, fue un reactor de energía nuclear, militar y experimental, de los Estados Unidos. Su diseño, construcción y pruebas, formó parte de un programa de abastecimiento de energía eléctrica y calefacción a estaciones de radares en el ártico. El 3 de Enero de 1961, durante su arranque en la etapa de mantenimiento, el reactor entró en criticidad , ya que la reacción nuclear dejó de estar controlada . Como resultado, la gran cantidad de calor emitida en solo 4 milisegundos, produjo la súbita evaporación de parte del agua del núcleo del reactor y el vapor de agua generado, provocó una onda de presión que golpeó la parte superior del casco del reactor.
Esto empujó la barra de control y todo el casco del reactor hacia arriba, matando al operario que se encontraba arriba del casco, dejándolo entrampado en el techo. Otros dos empleados militares, un supervisor y uno en formación, también resultaron muertos.
Dos cuerpos fueron recuperados durante la misma noche de la explosión, el tercer cuerpo en cambio, no fue posible sino hasta el 9 de Enero.
Los cuerpos de los tres operadores fueron enterrados en sarcófagos de plomo sellados con cemento y situados en bóvedas metálicas con una cobertura de cemento . Todos presentaban heridas físicas incluyendo varios impactos de fragmentos de los ensamblajes de combustible.
El cuerpo de McKinley absorbió una cantidad tan grande de radiación, que se decidió forrarlo con un nylon especial cerrado al vacío y colocarlo dentro de un sarcófago sellado, hecho de plomo y este a su vez envuelto en varias capas de algodón y plástico, todo guardado dentro de dos bóvedas más, una sobre la otra y debajo del suelo y reforzadas cada una con capas de metal de 30 centímetros.
La radiación que emite el cadáver de McKinley, mataría todo tipo de vida en cuestión de segundos, si se estuviera expuesto. Por dicho motivo, la tumba de Richard Leroy McKinley está custodiada por guardias, las 24 horas del día, y tienen la orden de disparar a quien se acerque con una pala o cualquier otra herramienta para excavar, sea quien sea.
El accidente de Goiânia fue una contaminación radioactiva en el centro de Brasil, que ocasionó la muerte a 4 personas e hirió a otras 249, a causa del envenenamiento por radiación.
El 13 de septiembre de 1987, una fuente radioactiva médica en desuso fue robada de un hospital abandonado en Goiânia, capital del estado de Goiás. El objeto era un pequeño dedal radioactivo de cloruro de cesio, insertado en un cilindro de plomo y acero con una ventana de iridio. La fuente giraba libremente, como una rueda y cuando quedaba orientada a la abertura irradiaba a través de la ventana. Estando activo el hospital, se usaba como fuente de radioterapia. Una vez abandonado el hospital, la unidad de teleterapia con cesio-137 en su interior, se quedó en el inmueble, hasta ese día en que dos hombres la encontraron, se la llevaron y la manipularon, hasta liberar la cápsula de cesio de su carcasa de protección. La exposición a los rayos gamma Irradiada a través de la ventana de iridio, les provocó náuseas y quemaduras y a uno de ellos le amputaron un brazo.
Después de romper la ventana de iridio, estos hombres observaron que la cápsula emitía una profunda luz azul, causada por la absorción de la humedad de parte de la fuente radioactiva. Ante la imposibilidad de romper la cápsula, vendieron las piezas a una chatarrería, en este lugar, la intensa luz azul fue un motivo suficiente para cursar una invitación a amigos y familiares del chatarrero. La cobertura de plomo del dedal, fue destruida a martillazos y muchas personas entraron accidentalmente en contacto con el polvo, resultando contaminadas y convirtiéndose en factores de esparcimiento por la ciudad.
Una persona se pintó una cruz azul en el abdomen y el chatarrero regó el polvo en el suelo de su casa, eso fascinó a la niña Leide, quien se lo untó en todo su cuerpo , además de que comió sin cuidados, sentada en el suelo con dicho polvo.
La fuente posteriormente fue guardada en una bolsa plástica, y fue transportada en autobús a un hospital, por la propia madre de Leide, sospechando de la relación entre la presencia del material y la enfermedad de varios vecinos. La madre de Leide falleció al mes de este contacto.
La niña de 6 años de edad, registró hinchazón, caída del pelo, hemorragias internas y daños en los pulmones y riñones. Murió el 23 de Octubre y fue enterrada en un ataúd de plomo sepultado por cemento.
El proceso de descontaminación para la erradicación del material radioactivo, incluyó varias actividades como demoliciones, extracción de capa vegetal y de tierra, confiscación y destrucción de objetos, recolección de polvo con aspiradoras especiales, revisión de cañerías, eliminación de las pinturas de las paredes y un uso extendido del azul de prusia para la limpieza del suelo y para descontaminar el organismo de los afectados.
Recopilación de la Información y Estructuración por Antonio Jimenez.
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