La traición consiste en defraudar a la familia, amigos, grupo étnico, religión u otro grupo al cual pueda pertenecerse, haciendo lo contrario a lo que los otros esperan.
En la obra de Dante Alighieri, La Divina Comedia, la traición es el máximo pecado que se puede cometer y amerita la peor de las condenas, el ser devorados por el mismo demonio.
El noveno círculo más bajo del Infierno está reservado para los traidores. Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús de Nazaret, sufre los peores tormentos de todos, es constantemente roído por una de las tres bocas de Lucifer. Su traición se considera tan notoria que su nombre ha sido durante mucho tiempo sinónimo de traidor.
En términos legales, la traición consiste en una conducta desleal hacia la nación. Cada estado determina taxativamente para sí, los actos que implican el crimen de traición.
Los delitos relacionados con la insurrección, es la traición interna, y puede incluir un golpe de Estado; los delitos relacionados con la agresión extranjera, es la traición de cooperar con la agresión extranjera de manera positiva independientemente de la nacional dentro y fuera; los delitos relacionados con la inducción de agresión extranjera, es el delito de comunicarse con los extranjeros en secreto para causar agresión extranjera o amenaza.
En términos políticos, el término traidor ha sido usado como un epíteto entre disidentes de un mismo partido o entre miembros de distintos partidos para anular el capital político ajeno.
También se recurre, de forma más genérica, a calificar de traidores a funcionarios en el poder que son percibidos como incumplidores de los deberes públicos prescritos por el Estado, con independencia de que se pueda verificar o probar alguna acción traicionera.
En una guerra civil o insurrección, los ganadores pueden juzgar a los perdedores como traidores. De hecho, en la práctica, una de las condiciones para enfrentarse a un juicio por traición es encontrarse en el bando perdedor. Por ejemplo Sadam Hussein hubieran sido homenajeado como héroe si hubiese vencido y Bolívar habría sido ajusticiado con el cargo probado de traición, si hubiese pertenecido al bando derrotado.
En la historia de la humanidad se cuentan hazañas de gran valentía donde los hombres luchan y mueren por defender su pueblo, sus familias y sus ideas. Pero como hay actos loables también los hay detestables. La confianza es algo que el ser humano valora mucho y solo hay un acto que es capaz de destruir por completo esto: la traición.
Esta es una de las cosas más despreciables, habiendo destruido reinos, familias y alianzas. Así como hay héroes, también hay traidores que cambiaron de bando para destruir todo lo que los demás defendían. Por supuesto, quién es un traidor y quién es un héroe depende de la focalización o desde dónde se mire.
Judas Iscariote fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Siguió a su maestro durante su predicación por Judea y Galilea y según los evangelios canónicos, fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a su Maestro sin que sus seguidores interfiriesen, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena.
El Evangelio de Juan pone un antecedente importante de la felonía de Judas, ya que él era el tesorero y según este evangelio, Judas se apropiaba del oro destinado a los pobres. Por su traición fue recompensado con treinta piezas de plata.
Al poco tiempo, Judas se arrepintió de sus actos, intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado y al no aceptarlas éstos, las arrojó en el templo. Luego, desesperado ante la magnitud de su delación, se suicidó ahorcándose en un árbol. Según otra versión, Judas compró un campo con el dinero que obtuvo gracias a su traición, pero cayendo de cabeza, se reventó por en medio y todas sus entrañas se derramaron, por lo que aquel campo fue llamado en su lengua Haceldama, que quiere decir Campo de Sangre.
En el siglo XII, los cruzados erigieron más allá del campo, un gran edificio ahora en condiciones ruinosas, está techado y hacia el extremo sur, cubre varias grutas naturales, las cuales fueron alguna vez utilizadas como sepulcros al estilo judío. Se estima que los huesos y desperdicios que se han acumulado allí forman una cama de 3 a 5 metros de profundidad. Continuaron enterrando peregrinos allí hasta inicios del siglo XIX.
Judas ha pasado a la tradición cristiana posterior como el traidor por antonomasia. La animadversión popular hacia el personaje se expresa fielmente en la quema, apedreamiento o linchamiento ritual de numerosos muñecos llamados Judas en Carnaval, Semana Santa u otras fiestas populares.
La familia de Brutus siempre estuvo en contra de los tiranos y quizás fue este uno de los motivos principales que lo impulsó a asesinar a Julio César. Durante la Gran Guerra Civil Romana formó parte de la oposición y Julio César lo perdonó. Pero Casio lo usó en su conspiración contra César y con falsas cartas de la sociedad pidiendo la muerte de él, Brutus actuó junto con otros senadores en una de las más terribles traiciones de la historia.
Guy Fawkes fue un inglés que se convirtió al catolicismo y luchó en los Países Bajos contra los holandeses protestantes. Como católico no podía tolerar a un rey protestante en Inglaterra y por ello, junto a otros conspiradores, planeó volar el Parlamento y asesinar al rey Jaime I.
Pero como es de esperar, su traición fue descubierta, quizás con un poco de traición a su vez. Fawkes fue descubierto junto a 36 barriles de pólvora y sentenciado a la horca y al desmembramiento, sin embargo, nunca fue ejecutado pues cometió suicidio.
Ahora es recordado con festividades muy similares a las católicas, así como en ciertos países se celebra una quema de Judas, en el Reino Unido se celebra la Noche de Guy Fawkes, en ella se queman efigies del traidor y se lanzan fuegos pirotécnicos.
Benedict Arnold tuvo una vida difícil, tres de sus hermanos murieron por enfermedad, padeció pobreza y dejó los estudios, además tuvo que hacerse cargo de su padre alcohólico. Llegado el momento de mejorar su vida y reputación, se unió al grupo militar “Los hijos de la libertad”.
Tras varias victorias llamó la atención de George Washington y Thomas Jefferson, pero su fama se perdió cuando fue herido en su pierna y relegado por los generales revolucionarios.
Así pues, decidió cambiar de bando y planeó entregar West Point a los ingleses. Pero su traición fue descubierta antes de poder llevarla a cabo por lo que huyó con los ingleses y efectuó varios ataques al ejército revolucionario. Según se cuenta, en su lecho de muerte, en Londres, finalmente lamentó su traición y pidió ser vestido con el uniforme de su antigua nación.
La historia recuerda a Simón Bolívar como el gran libertador de Sudamérica y el hombre que soñó con una confederación democrática de estados libres al estilo de EE.UU. Se cuidan los que han levantado esta pulida y mitificada versión de Bolívar, hoy reverenciado por la izquierda americana, en omitir el giro despótico que lo invadió en varios periodos de su vida.
Aparte de su mala opinión de los indígenas como seres incapaces de una concepción política; o de su hostilidad hacia Perú, que veía como una amenaza a su Gran Colombia.
Nacido en el seno de una familia de ascendencia española de Caracas, Bolívar ingresó muy joven en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua, donde su padre ejercía sus funciones de oficial y tenía una gran hacienda.
En 1799, realizó un viaje a Europa para perfeccionar su formación militar, si bien fue entonces cuando germinó en su interior las ideas independentistas contra la Madre Patria.
Ya en la rebelión iniciada por Francisco de Miranda, en plena Guerra de Independencia española, cobró Bolívar un importante protagonismo como el hombre que convenció al exiliado en Londres de regresar a América. Bolívar hizo prisionero a Miranda y lo entregó al Ejército español a cambio de un salvoconducto para regresar a Caracas, si bien finalmente se dirigió a Cartagena de Indias con la intención de encender una nueva rebelión.
Lo que vino a llamarse la Campaña Admirable, dio luz a la Segunda República, un régimen totalmente personalista de Bolívar, que trasladó la guerra a un nuevo nivel de violencia y confrontación social. Las sucesivas guerras de emancipación fueron, en esencia una guerra civil entre españoles, esto es, españoles de América contra españoles de Europa.
Los procesos corrieron a cargo de criollos dueños de grandes plantaciones e intelectuales enriquecidos, que recibieron el apoyo indirecto de EE.UU. e Inglaterra, empezando con el comercio de armas y barcos de guerra a los insurgentes. La población mestiza e indígena combatió de forma indiferente en ambos bandos y no mejoró, sino todo lo contrario, su situación una vez se marcharon los europeos.
En mayo de 1815, Bolívar se exilió a Jamaica, en manos británicas. Un periodo de reflexión en el que abandonó su proyecto de independencia regional y se abonó a uno continental. En 1819, logró la independencia de Nueva Granada y el nacimiento de la Gran Colombia, de la cual se convirtió en dirigente. Puesta su mirada en el sur, el todopoderoso Virreinato del Perú, trató de forjar una alianza con José de San Martín. Cuando San Martín le ofreció el liderazgo de la campaña libertadora en el Perú, Bolívar le dio a entender que solo lo aceptaría si él se retiraba del Perú. Así lo hizo San Martín, que puso rumbo a Europa, si bien el verdadero problema de Bolívar con Perú era la amenaza que suponía como país para su proyecto de la Gran Colombia.
En 1826, el levantamiento de José Antonio Páez contra el orden impuesto en Venezuela por Bolívar, unido al rechazo de la unión con Colombia, comprometieron gravemente el proyecto de la Gran Colombia. Tampoco salieron las cosas como Bolívar había previsto en la Asamblea de Panamá (1826), donde intentó conseguir la unión continental a través de una confederación, quedando reducida la participación a Colombia, México, Perú, Chile y las Provincias Unidas de Centroamérica y los compromisos a solo buenas palabras.
Además, concluida la guerra contra el Imperio español, la aristocracia limeña consiguió la anulación de la Constitución bolivariana que se les había impuesto con el argumento de Bolívar de que, aunque no fueran legales los métodos para aprobarla, era popular y por lo tanto propio de una república eminentemente democrática. Ni entonces, ni hoy, Perú guarda buen recuerdo del Libertador.
Sobrepasado por las circunstancias, Bolívar asumió en 1828 en un pronunciamiento en Bogotá plenos poderes dictatoriales, lo que condujo a la rebelión colombiana. La invasión del ejército peruano al frente de La Mar, la insubordinación del general de su mayor confianza, José María Córdoba y un intento de asesinato el 25 de septiembre de 1828 le señalaron la puerta de salida.
Bolívar, gravemente enfermo y en proceso depresivo, presentó su dimisión en 1830 ante el Congreso colombiano y vivió sus últimos días torturado por las noticias que llegaban de más y más fragmentaciones de las repúblicas americanas. Falleció poco después en la casa del hidalgo español Joaquín de Mier, en San Pedro Alejandrino.
Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.
Enlaces:
https://www.vix.com/es/btg/curiosidades/9544/5-famosos-traidores-de-la-historia-que-deberias-conocer
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