“ Pies para que los tengo, si tengo alas para volar” Frida Kahlo
En no más de cinco ocasiones he estado en vuelos comerciales tripulados por mujeres pilotos, aquellos en los cuales me he percatado, esos vuelos han sido todos seguros y placenteros, pero recuerdo que si se presentaba algún movimiento del avión , por tenue que fuera, me he preocupado más de lo normal, por el solo motivo de que el control del avión lo tenía una mujer. No es que se dude de las capacidades de las pilotos, están bien adiestradas y certificadas para volar, pero es una tonta convicción de que algunas profesiones no cuadran con el “sexo débil”.
El comentario sea válido como una introducción para mostrarle dos experiencias con aviadoras en la historia de los Estados Unidos de América, una terminó de forma trágica y la otra no pasó el filtro aprobatorio del congreso y otras autoridades.
Los dos casos podrían estar relacionados en cuanto a la poca o moderada confianza que existía hacia el trabajo de la mujer en esta profesión. Afortunadamente ya la barrera parece haber sido superada.
El primer caso trata de la vida profesional de Amelia Earhart, una aviadora estadounidense célebre por sus marcas de vuelo y por intentar el primer vuelo aéreo del mundo por la línea ecuatorial. En 1928 y en 1932 atravesó el Océano Atlántico, el último de ellos sola como piloto. En 1935 voló entre Hawai y Oakland, entre Los Ángeles y Cd de México y de regreso de Cd de México hasta New Jersey.
En 1937 intentó sin éxito un vuelo alrededor del mundo, en su primera fase, se accidentó en en la pista de Pearl Harbour y uno de sus acompañantes que eran 2, le echo la culpa a su pericia como aviadora, posteriormente para una segunda fase, ella decidió hacer el vuelo con un solo acompañante, un mecánico. La siguiente travesía la cambio hacia el este de Los Ángeles, a continuación del despegue en LA, aterrizo o bordeo según fuera el caso en Miami, Puerto Rico, Venezuela(Caripito), América del sur, África, el Mar Rojo, Paquistán, Calcuta, Birmania, Bangkok, Singapur ,Indonesia, Australia y Papua Nueva Guinea. Posteriormente el avión desapareció en el Océano Pacífico el 2 de julio de 1937, cerca de una isla entre Hawai y Australia llamada Isla Howland. La operación de rescate con 9 barcos y 66 aviones se suspendió mes y medio después.
Un carta enviada por Amelia a su esposo indicaba: “por favor debes saber que soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Cuando ellos fallaron sus intentos, deben ser un reto para otros” .
Un segundo caso se trata de proyecto Mercury 13 , un programa secreto y con fondos privados para llevar a la primera mujer estadounidense al espacio. Se seleccionaron 20 aviadoras para someterlas a las mismas pruebas físicas y psicológicas de los hombres del programa anterior Mercury 7. El objetivo era demostrar que las mujeres podían superar las pruebas y convertirse en astronautas al igual que los hombres. De las participantes, se seleccionaron 13 aunque todas las 20 pasaron las pruebas y en algunos casos superaron la puntuación a los hombres.
Ningún ser humano había volado al espacio todavía cuando se diseñaron estas pruebas, así que estas examinaciones eran minuciosas. Incluían una gran cantidad de rayos-x y un examen óptico de cuatro horas. Una bicicleta estática, con un peso especial, llevaba a las mujeres hasta la extenuación durante el test de respiración. Se usaba un tubo de caucho con el que se examinaban los ácidos estomacales. Con un pulso eléctrico testaban los reflejos nerviosos en las extremidades, a fin de infringir vértigo en ellas, se les disparaba agua congelada en sus oídos y median el tiempo en recuperarse y el porcentaje de grasa magra lo median para control con un contador nuclear.
Al enterarse la NASA sobre este programa decidió terminarlo, contando también para esa decisión con una falta de apoyo de los astronautas hombres en ejercicio de su profesión.
El programa se inició en 1960 con una primera mujer como prueba piloto. Eligieron a Jerrie Cobb, que fue piloto a los 12 años, obtuvo su licencia a los 17 y fue instructora de vuelo a los 21. En la guerra transportaba aviones militares y piloteaba cazas y bombarderos. Superó todas las pruebas y de allí 19 mujeres más fueron sometidas a las mismas pruebas hasta mediados de 1961, la edad de las mujeres estaba entre 23 y 41 años, la piloto de 41 años era madre de 8 hijos. De las 19 pilotos se seleccionaron otras 12 para completar con Jerrie Cobb las 13 en total.
La NASA abolió el programa con la exigencia de solicitar como requisitos, un título de ingeniero y tener la experiencia en vuelo de aviones a reacción, ambos requisitos que no poseían las pilotos. Estás asistieron al congreso y apelaron, pero no hubo apoyo ni del congreso ni de los astronautas hombres como John Glenn. Una opinión de esa época, indicaba que la profesión de astronauta era la más lucrativa y de más poder y los hombres no querían perder ningún protagonismo. El vicepresidente Lyndon Johnson no autorizó el programa y la forma como lo hizo es famosa por ser una frase lapidaria: Paremos esto ya (lets stop this now).
En junio de 1963, la astronauta rusa Valentina Tereshkova , fue la primera mujer en el espacio, emulando al primer hombre Yuri Gagarin también ruso, Valentina le dio 48 vueltas a la tierra , 45 más que el propio John Glenn que no había apoyado previamente el programa Mercury 13. Está astronauta rompió la barrera para el acceso de la mujer al espacio, pero en América no fue sino hasta 1983 ( 20 años después)cuando la física Sally Ride asistió como especialista de misión en el transbordador Challenger y finalmente Eileen Collins se convirtió en 1995( 32 años después de Tereshkova) en la primera mujer piloto en el transbordador Discovery y en comandante del shuttle Columbia en 1999.
Definitivamente el talento de las mujeres en los cielos ha quedado comprobado con la participación muy meritoria de estas pioneras en el siglo XX.
Recopilación de información y estructuración por Antonio Jimenez
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