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Super vicios en la clandestinidad.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos. Confucio, Filósofo chino.


Un Vicio es una palabra que puede referirse a una falta, a un defecto, a una enfermedad o tan solo a un mal hábito. Algunos sinónimos de vicio son: falta, depravación, exceso, mala costumbre, afición, desviación.



En inglés la palabra, Vice, también se utiliza como término jurídico genérico que abarca muchos tipos de actos criminales, la prostitución, la lujuria, el libertinaje, la obscenidad, el consumo de bebidas alcohólicas y de otras sustancias recreativas, las apuestas, el consumo de tabaco, la imprudencia, la burla, la broma, la mentira, el egoísmo, etc. El que estas conductas se consideran vicios y otras no, tiene mucho que ver con consideraciones morales.


La Obscenidad es el término que se usa principalmente en un contexto legal para describir expresiones (palabras, imágenes, acciones) que ofenden la moral sexual prevalente.


Muchas culturas han producido leyes que definen lo que es considerado obsceno, y la censura se usa a menudo para intentar suprimir o controlar los materiales que resultan obscenos según esas definiciones, incluyendo normalmente, pero no sólo, material pornográfico.



Debido a que el concepto de obscenidad está a menudo mal definido, puede ser usado como herramienta política para restringir la libertad de expresión. Así, la definición de obscenidad puede ser un tema que afecte a los derechos fundamentales de la persona.


Por Prohibición se entiende a la limitación que tiene un sujeto de tocar, utilizar y realizar algo. Las prohibiciones suelen estar respaldadas por leyes o normas, las cuales son fijadas por el Estado, por medio del poder judicial, quien es el encargado de aplicar las sanciones correspondientes en caso de que se violen dichas leyes.


Las leyes les indican a los individuos que cosas pueden hacer y qué cosas no, dentro de los límites impuestos por la sociedad. Acciones como robar, vender narcóticos, manejar un automóvil sin licencia, etc. se encuentran dentro de las conductas y hechos prohibidos por la ley.


Las acciones que se continúan en forma secreta, cuando es de interés de terceros tener conocimiento de ella, se conoce como la Clandestinidad, y está sancionada en formas diversas.



Hace cien años los norteamericanos vivían la abstinencia obligada a cualquier bebida alcohólica de más de 0,5 grados, incluidos vino y cerveza. El 17 de enero de 1920 la producción, distribución y venta de alcohol quedó prohibida en Estados Unidos al entrar en vigor la enmienda 18 de la Constitución. La Ley Seca estuvo vigente hasta el 5 de diciembre de 1933, siendo derogada por la enmienda 21. Una cruzada de 14 años que dio resultados contrarios a los esperados


En los Estados Unidos había existido desde el comienzo del siglo XIX un Movimiento por la Templanza (o Temperancia), entendida primero como moderación en el comer y en el beber, luego como prohibición total de consumir alcohol, y finalmente como una condena de todo lo relacionado con el alcohol, especialmente la industria que lo producía y lo vendía.



El consumo de alcohol se vinculaba con un clima general de decadencia y con otros vicios morales tales como la prostitución. Se decía que el consumo de alcohol provocaba pobreza en las masas, enfermedades varias, demencia y estimulaba la delincuencia.


En 1917, el Congreso aprobó una resolución a favor de una enmienda siendo ratificada en enero de 1919 por 36 de los 48 estados de la Unión, siendo susceptible de imponerse como ley federal (aplicable a todos los Estados). En octubre del mismo año, se aprobó finalmente la ley Volstead, que implementaba la prohibición dictaminada por la enmienda 18.


Al principio de la década de los años 1920, el consumo de alcohol disminuyó a la mitad, lo que sugiere que socializó a buena parte de la población en hábitos de sobriedad, al menos temporalmente. Ahora bien, tuvo efectos secundarios negativos, y fue perdiendo apoyos progresivamente.


La resaca de la Ley Seca se mostró en bares clandestinos, bandas organizadas, contrabando de whisky, ginebra y ron, destilerías ilegales, películas de gánsters, venganzas a tiros, sermones de fanáticos y en los primeros cócteles para disimular la mala calidad de un alcohol, que mataba antes de crear adicción.


Muchos de los delitos más serios de la década de 1920, incluyendo robo y asesinato, fueron resultado directo del negocio clandestino de alcohol que operó durante la ley seca. El consumo de alcohol no sólo subsistió, sino que continuaba de forma clandestina y bajo el control de feroces mafias. Calcular lo que se bebió durante los más de trece años que duró la Ley Seca es imposible. El alcohol corrió sin control por bares clandestinos y oscuras habitaciones camufladas en subterráneos de negocios legales.


En vez de resolver problemas sociales tales como la delincuencia, la ley seca había llevado el crimen organizado a sus niveles más elevados de actividad como nunca antes se había percibido en Estados Unidos. Antes de la prohibición había 4 mil reclusos en todas las prisiones federales, pero en 1932 había casi 27 mil presidiarios, síntoma de que la delincuencia común había crecido gravemente, en vez de disminuir. El gobierno federal gastaba enormes cantidades de dinero tratando de forzar la obediencia a la ley seca, pero la corrupción de las autoridades locales y el rechazo de las masas a la Prohibición, demostrada por el hecho de que el consumo no disminuía, hacían más impopular sostener la ley Volstead.


El grave aumento de la violencia delictiva en Estados Unidos impulsó que a partir de 1930 en la opinión pública se culpara a la ley seca, y no al consumo de alcohol, como causante del aumento de la criminalidad.


En 1932, el Partido Demócrata incluyó en su plataforma la intención de derogar la ley seca, ya antes, en 1929, el negocio del alcohol, había estimulado al gobierno federal para buscar nuevas fuentes de financiamiento de impuestos y fue considerado como un posible factor dinamizador de la deprimida economía estadounidense, además de ser capaz de generar nuevos puestos de trabajo.


El 21 de marzo de 1933 se firmó el Acta Cullen-Harrison que legalizaba la venta de cerveza que tuviera hasta 3,2% de alcohol y la venta de vino, siendo aplicable a partir del 7 de abril de ese mismo año, derogando la ley Volstead. Meses después, diversas convenciones estatales ratificaron la enmienda 21 a la Constitución de Estados Unidos, que derogaba la enmienda 18. La nueva enmienda fue ratificada el 5 de diciembre de 1933 por el Senado de Estados Unidos.


A casi 90 años de levantarse la Ley Seca, ahora los norteamericanos beben más alcohol que el consumido antes de la prohibición. El veto no sirvió para un cambio global de hábitos.


A finales de la década de 1910, los habitantes de EEUU consumían, por habitante, alrededor de 7,5 litros al año, actualmente la media de consumo por ciudadano es de 8,7; o como les gusta decir a los norteamericanos, nueve tragos a la semana.


“Ceder a un vicio cuesta más que mantener una familia”. Honoré de Balzac, Escritor francés.


Las muertes e ingresos hospitalarios por intoxicaciones etílicas bajaron durante la aplicación de la Ley Seca, pero se cobró a otras víctimas como los fallecidos por la guerra de mafias para hacerse con el control del contrabando de alcohol y los muertos o lesionados por la ingesta de unos licores mal destilados y de mala calidad.


Algunos estudios auguran que en 1922 ya se bebía más que antes de la prohibición, con la connivencia de funcionarios y policías sobornados por gánsters. Pese a ser los más caros, licores como el whisky, ron o ginebra fueron las más consumidas durante la prohibición, mientras que la demanda de cerveza y vino disminuyó durante esos trece años.


Prohibir no es, por lo tanto, la solución al problema. Actualmente proliferan en EEUU, como nunca, los speakeasy, bares que emulan a los locales ilegales durante la Ley Seca; espacios para beber que recrean escenarios de los años 20 en su decoración. Están escondidos, camuflados y se accede a ellos con una contraseña. Es una moda que fomenta la ingesta de alcohol y que funciona.



Si hay que buscar a ganadores o beneficiados por la Ley Seca, la industria del cine se erigiría como la clara vencedora. La prohibición del alcohol cambió la vida en EEUU y la violencia desatada en las calles provocada por las mafias del contrabando de licores fue plasmada con especial crudeza en la gran pantalla.


En 1972, un antiguo peluquero de Queens, un asistente de cámara, un ayudante de producción, un chulo y su esposa, una chica llamada Linda Boreman, llegaron a la ciudad de Miami para filmar una película, la cual posteriormente se titularía Deep Throat. Linda no era la típica actriz porno teñida, sino que su aspecto era el de la chica, a la que le hubiera gustado ganarse la vida vendiendo ropa en una boutique, todo en ella parecía natural. Su nombre se cambió para la película por el de Linda Lovelace.



Deep Throat pretendía ser una película porno, con algo de humor y surrealista, con una mujer que anhelaba tener placer sexual de la única manera que ella podría, debido a la improbable ubicación de su órgano de excitación en la parte baja de la garganta.


Inicialmente la cinta pasó desapercibida, pero su posterior éxito logró que pasara de proyectarse en locales clandestinos a salas de cine comerciales. La película se volvió, tiempo después, una de las películas porno más célebres, de mayor calificación para la crítica y de mayores ventas en videocinta. Obtuvo incluso una crítica en el New York Times, lo cual hizo intervenir a las autoridades, que trataron de impedir su difusión.


A la administración del presidente Richard Nixon y a sectores conservadores e integristas de la sociedad estadounidense, les preocupaba el repentino interés del público por este tipo de cine. La administración Nixon la eligió para librar una campaña en contra de la pornografía y el desorden moral que salpicaba a la sociedad norteamericana.


El gran revuelo organizado alrededor de la película le dio al público norteamericano la excusa perfecta para abarrotar los cines en los que se proyectaba. A pesar de ser perseguida y prohibida en más de veinte Estados, o quizás por eso, la cinta llegó a recaudar una cantidad cercana a los 600 millones de dólares.


“Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes”. Molière. Comediógrafo francés.


De esa recaudación, solo 25 mil dólares fueron a parar a los bolsillos del director y apenas 1250 a los de la actriz principal. Aunque Deep Throat no deparó dinero a sus protagonistas sí les convirtió en auténticas celebrities. Linda volvió a casarse, tuvo dos hijos, renegó del porno y en 1980, escribió una terrorífica autobiografía titulada Ordeal, en la que abominaba de su vida anterior plagada de abusos y humillaciones. Se enroló en el activismo feminista del que luego se desencantó, para años más tarde, mudarse a Denver donde vivió hasta que un accidente automovilístico acabó con su vida en abril del año 2002.



El protagonista porno masculino, no solo no vio un centavo de todo ese dinero, sino que fue condenado en un juicio muy controvertido, a cinco años de cárcel, al ser elegido como el culpable, por la cruzada por la moralidad de la administración Nixon, tras los múltiples intentos fallidos para prohibir la cinta y de procesar al director y a los productores.


Finalmente lograron condenar al actor principal, el FBI lo arrestó en Nueva York en julio de 1974 y se le acusó en Memphis, Tennessee, en junio de 1975 por cargos federales de conspiración para distribuir obscenidad a través de las fronteras estatales. Fue condenado en abril de 1976 junto con otras 11 personas y cuatro compañías. Su condena se revocó tras una apelación en abril de 1977, debido a que sus actividades para la realización de la película tuvieron lugar antes de una resolución de 1973 de la Corte Suprema de los Estados Unidos, relativa a la obscenidad.


La defensa argumentó que él era el primer actor estadounidense que era perseguido por el gobierno federal únicamente por haber aparecido en una película, y recibió el respaldo de actores y actrices reconocidos de Hollywood y de Nueva York durante el juicio. Entre los más conocidos estaban Jack Nicholson, Warren Beatty, Shirley MacLaine y Richard Dreyfuss.


Todos los intentos de las administraciones por impedir la difusión de la cinta consiguieron justo lo contrario. La polémica y las diversas campañas a favor y en contra de la cinta despertaron la curiosidad imparable del público, que abarrotaba las cada vez más numerosas salas comerciales donde se exhibía. La película abrió las puertas a otras muchas del mismo género, y convirtió de repente a Linda Lovelace en un personaje público muy popular.


“Toda necesidad se calma y todo vicio crece con la satisfacción “. Henry. Escritor suizo.


Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.


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