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Relatos cortos (26): la camioneta de huevos

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

La Avenida Principal de El Cafetal, oficialmente el Boulevard Raúl Leoni, es el nombre que recibe la principal arteria vial de las urbanizaciones o zonas residenciales El Cafetal, Santa Clara, Santa Paula, Santa Ana, San Luis, Santa Sofia y Santa Marta. En Santa Ana, justo al lado del CC El Cafetal y al fondo de una estación de combustible, alquilé un apartamento en septiembre de 1988, en donde teníamos un perfecto acceso visual hacia la avenida para todo lo que en ella aconteciera.



Esos últimos meses del año de 1988, fueron de mucha actividad social por las campañas electorales de los dos principales contendientes para la presidencia de Venezuela, Alias El Tigre, Eduardo Fernández, candidato por el partido Copei y alias El Gocho, Carlos Andrés Pérez por el partido AD, quien resultó ganador en las elecciones del 4 de diciembre de 1988, para un segundo mandato presidencial. La constitución vigente en esa época, permitía la reelección por una vez, luego de 10 años de haber dejado la presidencia del país.



El acto de posesión del cargo efectuado el 2 de febrero de 1989, recibió el mote popular de la “coronación” y sirvió para demostrar la formidable capacidad de convocatoria de Pérez, con la asistencia de numerosos jefes de estados, funcionarios públicos de alto nivel y personalidades del momento, entre ellos se hizo notar la presencia de Fidel Castro y Gabriel García Márquez.



Como una respuesta para salir de la recesión económica que afectaba el país desde 1983, en el propio primer mes del gobierno de Pérez se estableció un programa de ajustes macro económicos, preconizado por el Fondo Monetario Internacional, que incluía una serie de medidas económicas liberalizadoras, con el objetivo de una progresiva desregulación de la economía. En lo inmediato y a nivel de la gente, se sintió mucho la liberación de los precios de todos los productos a excepción de 18 renglones de la cesta básica y un primer aumento promedio del 30 % en el precio de la gasolina y de las tarifas del transporte público. También se anunció que en unos meses se efectuaría un incremento gradual, de las tarifas de servicios públicos como teléfono, agua potable, electricidad y gas doméstico.


Para mí fue una sorpresa y revelación de lo que nos esperaba con esos reajustes, al momento de querer comprar una coca cola de 1 litro, cuyo precio de un día para otro se aumentó desde 4 hasta 16 bolívares.


Las medidas, conocidas como El Gran Viraje y el Paquetazo Económico, resultaron impopulares y se consideran como uno de los catalizadores de la serie de protestas y disturbios conocidos como el Caracazo.


En la mañana del 27 de febrero de 1989, la normalidad laboral en Maraven en el Edificio La Estancia, se vio interrumpida cuando las noticias de desórdenes públicos en Guarenas, pasaron a ser incontrolables y degeneraron en saqueos masivos. La angustia se apodero de todos nosotros y los temas de la conversación mañanera distaron mucho de lo técnico y estaban alrededor de cómo proteger a la familia, en especial a los niños en los colegios en donde habían asistido en la mañana y cómo hacer para proveernos de alimentos. La onda expansiva de la noticia de los desórdenes llegó muy rápida hasta nosotros y en general a todo el país, como si eso se esperaba que ocurriese.


Las fuertes protestas, disturbios y saqueos en Venezuela se extendieron hasta el 8 de marzo, teniendo a Caracas como la ciudad donde acontecieron gran parte de los hechos. El saldo de muertes en cifras oficiales fue de 276, aunque se hablan de más de 3000 fallecidos.​ Los canales de televisión transmitían en vivo los hechos, al principio en los sectores populares se veían protestas pacíficas. Incluso existen videos en los que se observa a la policía metropolitana intentando poner orden a los saqueos para evitar la violencia. En horas de la tarde, había problemas en casi todos los barrios populares y urbanizaciones de Caracas, los comercios habían cerrado y el transporte público no prestaba servicio. Desbordado por los saqueos, el Gobierno declaró el toque de queda, militarizó las ciudades principales y controló la ola de vandalismo. En la ciudad de Caracas se activó el "Plan Avila", el cual confería al Ejército la custodia de la ciudad, habilitándolos para el uso de armas de guerra al momento de contener el motín, los saqueos y el vandalismo.



En Caracas fueron saqueadas 900 bodegas, 131 abastos, 95 ferreterías, 62 papelerías y 850 negocios de mercancía en general. También se incendiaron 154 edificaciones.


En este escenario de violencia atroz, pasamos un tiempo de angustia y temor por lo que en primer lugar podía sucedernos físicamente por la violencia en las calles y en segundo lugar por nuestra sobrevivencia ante la escasez marcada de alimentos en los pocos locales que se mantenían abiertos y entre ellos, el supermercado CADA del CCCT, Centro ciudad comercial Tamanaco, en Chuao, justo en frente de las oficinas de Maraven. La empresa nos permitió salir y comprar lo que se encontrara disponible entre proteínas y carbohidratos. Una vez hice la fila para acceder a un supermercado estando al lado de un oficial de la guardia nacional, muy valiente al vestir su uniforme y sin ninguna arma de reglamento. La necesidad nos obligaba a todos a exponernos en favor de nuestras familias. Una vez que el ingreso al supermercado era permitido, se generaba una carrera con el carrito por los pasillos y en simultaneo se efectuaba una observación visual como la de un águila, rápidamente se detectaba lo que podría ser útil para la despensa, en especial para los menores hijos. Aquí la solidaridad y la cooperación entre las familias amigas fue determinante, el trueque y los encargos fueron de mucha utilidad en la mayoría de los casos.


El toque de queda se iniciaba a las 4 de la tarde e iba hasta las 6 de la mañana, en esos días nos convertíamos en rápidos y furiosos para cumplir a tiempo con nuestro resguardo en casa. Desde una ventana de mi apartamento, observaba una alcabala o punto de control con 3 o 4 soldados armados con fusiles, en una esquina de la Avenida Principal del Cafetal y notaba cuando se detenían a los vehículos y se revisaban los salvoconductos que les permitía circular en la queda. Una vez paso una moto y acelero al ver los soldados, uno de ellos accionó el fusil e hizo un disparo, no pude distinguir si logro impactar al conductor de la moto, espero que no haya sido así, pero a mí me quedo claro que no eran juegos lo que hacía el ejército para controlar el orden.


El comercio formal de víveres no garantizaba el abastecimiento general de la población, por lo cual se manifestaron proveedores informales que resultaron de mucha utilidad. De ellos recuerdo a un señor que tenía una camioneta pick up y la colocaba en un puesto de estacionamiento en frente del supermercado. Toda la carga de la camioneta era de cartones de huevos. La fila de personas se hacía interminable, porque además el señor atendía la venta por unidades. Gracias a Dios que algunas personas hicieron menos traumática la vida en estos días del caracazo.


Unos meses más tarde, específicamente el 5 de agosto de 1989, la Avenida Principal del Cafetal fue insuficiente y colapsó de gente ante el carro que conducía los restos mortales de Amador Bendayan, en su ruta al cementerio de la Guairita. Amador fue el animador más popular de Venezuela y a quien nunca la gente se cansó de enviarle fuerza y energía con el slogan “Animo Amador”. Todo sucedió en orden y respeto, esta vez no se necesitó la intervención del ejército.


Antonio Jimenez.

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