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Relatos Cortos (25): Los Hiltons.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

La permanencia en hoteles en largas estadías era una condición sine qua non a lo largo de la carrera profesional en la industria petrolera. No resulta en una situación agradable, pero todo es costumbre y así se pasa el tiempo. En los hoteles por lo demás, nada es rutinario, la vida se alimenta cada día con situaciones ajenas e interesantes.


En agosto de 1988, regresamos a Caracas, en un vuelo desde Ámsterdam con la línea aérea Viasa. Arribamos muy temprano al aeropuerto internacional de Maiquetía y de allí nos dirigimos al hotel Anauco Hilton, en un par de semanas efectuaríamos una corta visita familiar en Maracaibo y de regreso a Caracas nos hospedamos en el hotel Caracas Hilton.


A estos dos hoteles Hilton, se les comparaba como si eran dos primos hermanos, uno rico y el otro pobre.


La creación del Hotel Anauco Hilton está relacionada con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y la Constitución de los océanos. La primera de 11 sesiones en 9 años de trabajo con este propósito, fue realizada en Caracas, al ser aceptada como sede alterna tras el veto a Chile bajo la dictadura de Pinochet. El compromiso por ser sede en 1974, le exigía a Caracas la adecuación de espacios para conferencias y la creación de habitaciones para albergar a más de 3.000 delegados participantes. Para ello se utilizó el Edificio Anauco del Conjunto Parque Central.


En ocho meses, el edificio se transformó en un aparta hotel, los locales comerciales que fueron diseñados para supermercados y tiendas por departamento se convirtieron en Salas de Exposiciones; el espacio concebido para un concesionario de automóviles dio paso al Museo de Arte Contemporáneo y la planta baja del edificio se transformó en el Lobby del Hotel.


Pasada la Conferencia, a fines del año 1974, se rediseña el mismo edificio para convertirlo en las Residencias Anauco Hilton.



El aparta hotel Anauco Hilton era un hito de lo moderno en los años 70, eran 21 pisos de suites de lujo, en donde se alojaban presidentes, delegaciones internacionales y beisbolistas extranjeros.


En 1988, el Anauco Hilton mantenía algo de sobriedad, pero ya daba señales de fallas en su administración. A mí me tocó presenciar un escándalo de mujeres de color de alguna isla del caribe, que se agredían mutuamente, dando la impresión de estar drogadas o en estado de ebriedad y todo en el propio pasillo de mi habitación.


El Hotel Caracas Hilton abrió sus puertas en 1968 en un edificio de 36 pisos que había sido construido con tal fin hotelero, continuando un proyecto cancelado de apartamentos de clase media. Antes del hotel y en sus terrenos estuvo la hacienda de café conocida como Mohedano, la sede de la empresa petrolera Creole y la sede de la policía política del dictador Pérez Jimenez, la Seguridad Nacional.


La torre norte de una ampliación al hotel fue inaugurada en 1989. En el año 2006, el gobierno de Chávez rescindió un contrato de renovación de la cadena Hilton y expropió el inmueble. En el año 2007 reabrió sus puertas con el nombre de Hotel Alba Caracas.



De regreso a Caracas para reincorporarme a la empresa, preferí quedarme en el Hotel Caracas Hilton, el primo rico. Un hotel con una administración impecable notándose en el mantenimiento de las habitaciones, áreas sociales, restaurantes y servicios.


En este hotel recuerdo haber coincidido en un ascensor con una señora elegante y triste. Una mujer morena, bajita, llenita, de facciones gruesas en cuyo rostro redondo destacaban unos ojos negros particularmente expresivos. En agosto de 1988, un partido político no la quiso nominar como aspirante a ser diputada del poder legislativo de Venezuela, lo que además le representaría inmunidad constitucional.


Unos años atrás, esta señora conoció y se unió en concubinato a un médico de 48 años, el doble de su edad, padre de 5 hijos, casado hacía 25 años antes y que había padecido cárcel, tortura y exilio durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. Doce años después, este medico se convertía en presidente de la República. La señora siguió a su lado y no la hizo ministra, pero como su “secretaria privada” le dio todo el poder para nombrar o remover a ministros, disponer ascensos en las fuerzas armadas, tomar decisiones de Estado, utilizar recursos sin límite, inaugurar obras públicas y pronunciar discursos oficiales.


Ella era Blanca Ibáñez y el presidente era Jaime Lusinchi.



Del hotel y al cumplir un mes de estadía, nos mudamos a un apartamento en renta en la avenida principal del Cafetal, próximo al centro comercial Las Américas, en donde recibimos el año 1989 habiendo sido elegido presidente Carlos Andrés Pérez en su segundo periodo presidencial.


Antonio Jimenez.

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