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Relatos cortos (21): El temido mar del norte.

  • Writer: Sr Jimenez
    Sr Jimenez
  • Nov 8, 2021
  • 5 min read

El mar del Norte es un mar marginal del océano Atlántico que se encuentra limitado entre Noruega y Dinamarca al este, la Gran Bretaña al oeste y Alemania, Francia, Bélgica y los Países Bajos al sur; el canal de la Mancha lo conecta al resto del Atlántico. Existe mucha lluvia y niebla durante todo el año, y del noroeste vienen violentas tormentas que hacen la navegación peligrosa.



La entrada de las aguas del océano Atlántico en su mayor proporción son frías y llegan al mar del norte desde el noroeste de la Gran Bretaña y en menor grado son cálidas y llegan por la apertura del canal de la mancha lo que origina unas mareas muy irregulares. La pauta principal para el flujo de agua al mar del Norte es un antigiro en sentido hacia la derecha, las aguas costeras superficiales de baja salinidad se desplazan hacia el exterior y las más profundas y densas con una alta salinidad se mueven hacia la costa. El mar del Norte tiene unos tipos de olas más diferentes que las de las aguas oceánicas de más profundidad. Las velocidades de las olas se ven disminuidas y las amplitudes de las olas aumentan, la diferencia en la amplitud mediana de la marea es de entre 0 a 8 metros.


El Canal de la Mancha ha sido un símbolo de la separación entre el continente europeo. Esos 34 kilómetros de agua que separan las costas francesas y británicas se constituyeron en un problema para el comercio europeo. El transporte marítimo de carga y pasajeros a través del canal de la mancha, se efectuaba principalmente con los ferris, algunos de los cuales alcanzaban altas velocidades de crucero, superiores a los 25 nudos (46 km/h). Hay muchas rutas de ferris para la travesía a Inglaterra desde Bélgica, Francia, España y los Países Bajos.


En el tercer trimestre de 1987 por instrucciones de Maraven en Caracas, atendí un curso de inglés conversatorio en Londres. El curso ya estaba en mi programación y el estar en La Haya trabajando como secondee en el Venezuela Study Team, no fue un argumento en contra para no tomarlo. Para el curso de 3 semanas, me hospede en una posada estudiantil, propiedad de un arrendatario musulmán procedente de Libia, casado con una mujer inglesa muy rubia y en avanzado estado de gravidez para su segundo hijo. El cuarto para mi estadía estaba en el ático, sin baño privado, el baño era compartido con otra estudiante de origen japones que nunca logre ver. Creería que ella si me hacía seguimiento, sobre todo para no coincidir en el uso del baño. En la casa nos visitaba un todero ingles de la tercera edad, muy delgado y fumador de dedos amarillos y junto con el libio, tenían conversaciones políticas en torno a la gestión de Margaret Thatcher y de los tories versus los izquierdistas del partido laboral, que se tornaban interminables y muy enérgicas.


El curso fue muy interesante por la asistencia de estudiantes de muchas nacionalidades, varios venezolanos, japoneses, españoles, noruegos y suizos. Pasaba por largas secciones culturales con escenificaciones de teatro y danza y con ejercicios de conversación con servidores públicos y de empresas privadas. Con un estudiante suizo hice buena amistad y salíamos a turistear los fines de semana. En una de esas salidas, recuerdo que, visitando temprano Trafalgar Square, me convertí en un buen ciudadano al recoger del piso un vaso de cartón para depositarlo en un recolector de basura. Tan pronto eso ocurrió y muy orgulloso de mi proceder, sentí una mirada burlona de un transeúnte, la cual pude descifrar el por qué, unas horas después, cuando al pasar por el mismo sitio, pude observar que el piso estaba blanco, totalmente cubierto con decenas de los mismos vasos.



Volviendo al tema de este post, en el año 1987 se sucedieron dos eventos muy importantes; en uno más temprano resultó en algo muy trágico con muchas fatalidades y en un segundo evento más tarde, se dio el inicio a la solución o en el peor de los casos a una atenuación del riesgo en la ocurrencia de dichos problemas.


En la noche del 6 de marzo de 1987, el MS Herald of Free Enterprise, un ferry de ocho pisos para automóviles y pasajeros salió del puerto belga de Zeebrugge con destino a Inglaterra.


La puerta de proa estaba abierta y el mar inundó inmediatamente las cubiertas; en cuestión de minutos, estaba acostado de costado en aguas poco profundas, matando a 193 pasajeros y tripulantes, la mayoría por hipotermia.



En casi 5 meses más tarde, François Mitterrand y Margaret Thatcher firmaron el 29 de julio de 1987 un acuerdo para construir el Túnel del Canal o Eurotúnel, un túnel ferroviario que fue abierto el 6 de mayo de 1994, uniendo Francia con el Reino Unido. La travesía se puede hacer en automóvil particular (embarcando este en el tren lanzadera "Shuttle"), o bien como pasajero en el tren Eurostar, en un viaje que dura aproximadamente 35 minutos. El túnel tiene una longitud de 50,5 km, 39 de ellos submarinos con una profundidad media de 40 metros.



Aprovechando mi estadía en Londres se programó un viaje de mi familia hacia dicha ciudad para los últimos días del curso, de modo de que se pudiera hacer algo de turismo en las tardes y en el fin de semana. No recuerdo bien como llegamos a la decisión de que el medio de transporte de ida y vuelta para mi familia fuera combinado, en tren y marítimo. En esa decisión influyó positivamente que estaríamos acompañados por el geólogo Carlos Palacios, qepd, un compañero de trabajo y su familia, que irían en viaje de turismo a Londres. La travesía se inició en la estación de trenes de Leiden en los Países Bajos y culminó en la estación de trenes Victoria en Londres. El trayecto marítimo fue en un buque oscuro inglés que parecía uno de guerra que hubiera sido acondicionado para pasajeros y carga, sin comodidades y mucho menos lujo, pero afortunadamente todo el trayecto estuvo tranquilo sin mayor afectación de las olas y el viento. En Londres la pasamos muy bien, aprovechando el tiempo para conocer algunos sitios turísticos de los tantos que abundan en esa ciudad, y resulto muy agradable hasta con el dolor de espalda incluido, por mantener cargado a mi hijo Eduardo, de unos 8 meses de nacido y de algunos kilitos de peso. Al final se me ocurrió comprarle un coche de esos con cierre fácil, el cual se convirtió en acompañante fijo en los paseos en los años siguientes.


El problema de ese viaje, estuvo en el retorno a los Países Bajos, que programamos igualmente férreo-marítimo, con la confianza adquirida de la buena experiencia en la ida a Londres. Esta vez el ferri era de una línea holandesa de última generación, tipo crucero trasatlántico, con muchos pisos y facilidades de entretenimiento y servicios, incluyendo los camarotes con literas. Durante todo el trayecto, el ferri se pendulaba de un lado a otro, impulsando a la gente de un lado del pasillo al otro con fuerza. Nada que hizo posible comer o beberse algo. Pero más espeluznante que eso, resulto luego de que el ferri subía y caía abruptamente producto del oleaje, con golpes en su casco que se escuchaban muy fuertes, dando la impresión de que podía fracturar la nave. Mi esposa fue la que más sufrió, producto de las náuseas y mareos y lamentablemente pasó toda la noche sin dormir y vomitando. En ese día del viaje, más temprano en la tarde, el arrendatario libio nos invitó a un almuerzo preparado con muchas especies y con jengibre en cantidad excesiva. El olor del jengibre nos acompañó en toda la travesía y de hecho quedo descartado de nuestra gastronomía para siempre.



Antonio Jimenez.


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