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Relatos (5): el viacrucis.

  • Writer: Sr Jimenez
    Sr Jimenez
  • May 12
  • 3 min read

Con Manuel se completaba uno de los grupos de 20 hombres elegidos para cargar por turnos a una cruz de madera de 500 kilogramos de peso en un recorrido total a cuestas de 9 kilómetros entre la iglesia del barrio La Candelaria y la cima del árbol de la vida en el barrio Potosí, ambos puntos al sur de Bogotá. En esa tarea complicada tuvieron el acompañamiento de miles de personas entre rezos, cantos y silencios compartidos.



A Manuel le faltaba poco para culminar con el recorrido asignado cuando en su organismo arribó un estado de debilidad extrema y estuvo a nada de desmayarse. Antes de que eso ocurriera, dio un suspiro y con un gritico agónico suplicó por la ayuda de otro hombre, quien culminó su recorrido al final de las ceremonias del viacrucis con sus 14 estaciones.   


A un Manuel arrepentido por esa deserción le había quedado una deuda pendiente y tenía que preparase mejor para una próxima vez. Él sintió que incumplió la penitencia de emular a una parte de la pasión de Jesús Cristo cargando una cruz en un recorrido de 600 metros por las calles de Jerusalén hasta el monte Gólgota. Si bien Jesús cayó tres veces, logró reincorporarse cada vez mostrando resistencia a cargar la cruz de madera maciza de más de 70 kilogramos de peso con su cuerpo sometido a una dolorosa flagelación y al sangrado de su cabeza por efecto de una corona de espinas.


Manuel pensaba en lo que le iría a comentar a su padre Ricardo, puesto que conocía de las grandes virtudes de su progenitor para escuchar, tolerar, aceptar y nunca descartar las razones en las bocas de sus hijos. Él estaba seguro de que su padre lo ayudaría a estar conforme incumpliendo lo ofrecido para recibir un favor divino y estaría mejor preparado tanto física como mentalmente para el siguiente año.


En esos momentos de pena para Manuel, su padre Ricardo estaba en una conversación telefónica con un amigo de apellido Camacho, quien precisamente le estaba comentando sobre la misma actividad de un viacrucis, pero efectuado en su pueblo natal de Seboruco, ubicado a 80 kilómetros de San Cristóbal, la capital del Estado Táchira en Venezuela. En ese viacrucis si hubiera asistido toda la población de Seboruco con sus 15 mil habitantes, no superaría al viacrucis del sur de Bogotá que registró 20 mil personas. La cruz utilizada en Seboruco fue de menor longitud y peso, siendo cargada por un solo hombre durante todo el recorrido.



Camacho aprovechó el asueto de semana santa y viajó desde Chía en las afueras de Bogotá, para asistir al viacrucis de Seboruco junto con su esposa, y lamentablemente estuvo más pendiente del aspecto y de la conversación de la gente que lo rodeaba, sin prestar la atención que le debía a los rezos y los comentarios del párroco en cada una de las 14 estaciones del viacrucis.


Camacho aprovechó la llamada de Ricardo, quien lo había contactado en el propio viernes santo por una necesidad impostergable del cambio de unos dólares por pesos colombianos, y le comentó que su pueblo, que antes se caracterizaba por la agricultura y las artes, ahora estaba infectado de guerrilleros del ELN, como si se estuviera en un enclave o en algún pueblo del Catatumbo colombiano. Se podía notar la presencia de esos guerrilleros caminando libremente y en camionetas lujosas en donde se notaban fusiles y pistolas.


"Ricardo, sabes que el feligrés que cargó la cruz se llama Heraclio y es un conductor de mototaxi" y luego le comentó que Heraclio había participado en las protestas al desconocimiento de las elecciones presidenciales de julio del año pasado en Venezuela y se le ocurrió quemar un muñeco vestido con el uniforme de la milicia bolivariana, rechazando de esa manera a la alianza tan descarada de los militares con los guerrilleros colombianos.


Heraclio fue apresado, torturado, encarcelado y le dieron la libertad apenas en diciembre del año pasado, así que estaba muy comprometido con el viacrucis cargando la cruz para agradecerle a Dios por su libertad y también le mostraba su esperanza imaginándose que cargaba la cruz de todos los venezolanos que aspiran a obtener la libertad del país y que el sentía que ocurriría muy pronto.


Ahora Ricardo tendría más elementos de juicio para escuchar y orientar a su hijo con lo que le iría a plantear de su intento fallido del viacrucis en esa zona al sur de Bogotá.


Antonio Jiménez.

2 Comments


ritarobaina
ritarobaina
May 12

La fe es un arma poderosa que tiene el ser humano. Muchas veces, la fe es lo que da fuerza en los momentos más oscuros. No elimina el dolor, pero ayuda a atravesarlo con sentido, con paciencia y, sobre todo, con esperanza.

Muy bien relacionado el mismo evento y con la misma fe , ejecutados por dos personajes diferentes , uno esperando el cumplimiento de algo y el otro agradeciendo.

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
May 12

Con el viacrucis en los viernes santos los feligreses reflexionan sobre el sufrimiento y la redención que Cristo ofreció por la humanidad, y de fortalecer la fe y la esperanza. 

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