Relatos (35): Oslo.
- Sr Jimenez

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En la Venezuela de finales de los años ochenta, se tenían abundantes recursos naturales, un apropiado parque industrial y excelentes recursos humanos, pero ante la amenaza de una grave crisis económica, fue necesario protegerse de esa embestida, mejorando la eficiencia industrial con la optimización de los procesos y la disminución de los costos. Con ese cometido, se incorporaron a las nóminas de las empresas a ingenieros industriales, quienes eran considerados como los genuinos dueños de las metodologías de la mejora continua, la productividad y la gestión de calidad.
Entre ese grupo de ingenieros estaba una joven recién graduada, quien se incorporó a la industria de autopartes con unas credenciales de excelente desempeño estudiantil y con un buen bagaje familiar que le provenía de su padre como un empresario siderúrgico y de su madre como una psicóloga consumada. Esa joven rápidamente formó una familia y para el año 1992, siendo la madre de una niña de apenas un año de edad, se le presentó de la nada, como a todos en Venezuela, un lobo depredador oculto en la piel de una oveja, actuando como el líder de un fallido golpe de estado militar.
El verdadero impacto destructor de ese golpe militar se desvaneció por la inmediata respuesta democrática, pero antes del final de la década, el lobo reapareció de la mano popular para liderar la verdadera y exitosa amenaza infernal que acabó con los recursos, la industria y la gente preparada del país. Mientras el lobo conspiraba en secreto desde la cárcel, a la ingeniero industrial, con un segundo hijo en vientre, le motivó la gestión social, pero encarándola del lado de los más débiles, al dedicarse a partir del año 1993 a la administración de un albergue de huérfanos y de jóvenes abandonados sin ningún hogar ni dolientes.
La gestión social del ingeniero industrial fue del conocimiento público a partir del año 2002, a través de su participación en la directiva de una asociación civil que promovía y defendía la decisión electoral a través del voto, como la única arma de defensa de los que se oponían y eran afectados por el sistema político del gobierno.
La historia de la ingeniera industrial María Corina Machado en los últimos 23 años es conocida por los resultados de su gestión pública, defendidos con valentía, y por cómo ha superado la dureza de las acciones en su contra, en donde se incluyen detenciones, secuestros, golpizas, acusaciones de traición, conspiración y corrupción, e inhabilitaciones.
El 10 de octubre del año 2025, María Corina Machado, en la clandestinidad en Venezuela, recibió una llamada para informarle del otorgamiento del Premio Nobel de la Paz, por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia. En su determinación por recibir el premio en persona, viajó desde su escondite en Caracas a Oslo, afrontando todos los riesgos de la captura y de la desaparición física.
Por la rigurosidad estricta del protocolo, el premio en su nombre se le entregó a su hija Ana Corina Sosa, aquella bebé de un año de edad al momento de la aparecida del lobo.

El 10 de diciembre del año 1993, el mundo recibió de buena manera la selección y entrega de dos premios Nobel de Paz a dos personas confrontadas que se unieron para abolir el sistema de segregación racial del apartheid en Suráfrica. Uno de ellos fue Nelson Mandela, quien estuvo encarcelado por 27 años, pero que en ese momento de la entrega ya estaba en libertad y en el disfrute de sus derechos civiles readquiridos desde el año 1990. Mandela viajó libremente desde Johannesburgo hasta Oslo y en su discurso de agradecimiento por el premio mencionó que representaba a millones de ciudadanos que denunciaban la opresión, la represión, la confiscación de la libertad y derechos humanos, la pobreza y la liberación de la miseria, siendo todas esas razones las mismas por las que lucha María Corina y por las cuales la eligieron ganadora del premio en el año 2025.

Mandela, en sus palabras, se refirió a Frederik de Klerk, el otro galardonado, a quien le mencionó que tuvo el coraje de admitir que se había cometido un error terrible con la imposición del sistema de apartheid, aclarando luego que en la nueva sociedad resultante en Suráfrica nunca podría aceptarse que se reprodujera el repugnante pasado, por más refinado o atractivo que fuera su reempaquetado.
Antonio Jimenez.


El brillo de nuestra Nobel de Paz 2025 opacó todas las luces de la ciudad de Oslo.