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Cuentos de siempre (57): pitufos.

  • Writer: Sr Jimenez
    Sr Jimenez
  • Mar 17
  • 2 min read

Formando parte de los habitantes de una urbanización en Maracaibo, se distinguían Silvio y Leovigildo, quienes, solo tenían una apreciable característica en común, sus edades. Ellos eran, notablemente mayores, al predominante grupo de los jóvenes, por allá en la década de los años setenta.


Silvio, a quien conocían como “el catire”, era muy blanco y ya su cabello se tornaba canoso, se dejaba el bigote y a su barba cerrada, la afeitaba pasado unos días, también era de baja estatura y de brazos cortos. Leovigildo, cuyo nombre lo simplificaban como Leo, era también de baja estatura y tenía una similar configuración corporal a la de Silvio, pero de cabello oscuro y escaso, sin bigotes y regularmente vestía con un pantalón holgado que lo hacía ver más gordo.


Silvio, era amigable y en su hablar a diario, transmitía sus experiencias de vida a los jóvenes, convirtiéndose en una especie de tutor. Leo, era esquivo y se mantenía distante, como si desconfiara de un acercamiento con ellos, o que los considerara como enemigos.


La presencia e interrelación de Leo con el grupo de jóvenes, solo se daba ocasionalmente, en una esquina de una calle, en donde se estaba por horas, en una especie de guardia de vigilancia, mirando hacia una casa, habitada por una familia, y entre ellos una viuda, que el pretendía.


Unos años después, en la década de los ochenta, se transmitió por televisión, la serie sobre Los Pitufos, que cuenta la historia de un pueblo imaginario de pequeñas criaturas azules, quienes, liderado por el Papá Pitufo, viven en un pueblo de hongos en medio de un vasto bosque de Europa, durante la edad media, defendiéndose del mago Gárgamel y de su gato Azrael.



El Papá, es el pitufo más viejo, sobre los 500 años de edad, con los otros rondando los 100 años. Sigue siendo enérgico, amable, humilde y erudito. Gárgamel, es el antagonista y villano principal, agrónomo, monje, amargado cazador de pitufos, practicante de la magia negra y siempre con la intención de enriquecerse mediante la alquimia. También es el creador de Pitufina, una guapa hembra-pitufo, creada para sembrar el mal en la aldea pitufa.


En la urbanización de los setentas, Silvio actuaba como el Papá Pitufo y Leo sería una versión de Gárgamel. En la Colombia de la actualidad, por Papá Pitufo como un alias, es como se conoce a un zar del contrabando. A través de él, se ha ramificado la ilegalidad en diferentes instancias del Estado y de la sociedad colombiana. Tan hábil es esta versión del Papá, que hasta una pensión vitalicia obtuvo en el 2024, cumpliendo con la normativa vigente, tanto que sometió y le aprobaron, el aumento del monto otorgado, de los 9 millones iniciales a más de 12 millones de pesos.


En este caso de la actualidad en Colombia, haciendo honor a la serie, si quieren un alias para el zar del contrabando, debía ser “Gárgamel”.


Habrá que esperar por el desenlace de las investigaciones y acciones, para ejecutar la acción de la justicia en contra de las ramificaciones de las ilegalidades en el estado, en donde varios “Pitufinas” deben existir.


Antonio Jimenez.

3 Comments


Gerardo Molero
Gerardo Molero
Mar 31

Muy vergonzosa esa actitud del militar que le otorgó esa beligerancia en territorio venezolano a ese grupo guerrillero, permitiendo el tráfico de cocaína.

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ritarobaina
ritarobaina
Mar 17

Los Pitufos forman parte de los cómics de los Millenials , hijos de los Babies Boomers , sin embargo, solo nombrarlos a todos nos evoca un color azul cielo profundo. En los años 80-90 era muy visto disfraces de pitufos y pitufinas en las fiestas de Carnaval. Sus personajes han tenido arraigo en la cultura popular, y muchas personas o situaciones cotidianas se han identificado con los Pitufos.

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
Mar 17

Los Pitufos es un producto súper exitoso en ventas, incluyendo a los álbumes de historietas, series de dibujos animados de televisión y largometraje en cine.

Los argumentos y los personajes, en una historia de más de 66 años, son únicos y no se ajustan, a cambios de los gustos y quereres.


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