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Cuentos de siempre (53): deportaciones.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Para mediados de la década de los años setenta, un grupo de los jóvenes de un barrio en Maracaibo, se reunían para conversar, en una esquina del cruce de dos veredas, debajo de la luz de un poste eléctrico. En el turno de Ibarra, quien, era uno de los más agradables y entretenidos del grupo, nos comentó sobre su visita a Cabeza e Toro en Puerto Caballo.



Como Cabeza e Toro se conocía a un expendio de comida y licor, principalmente cervezas, ubicado en la ribera de un caño irrigado por las aguas del lago de Maracaibo. Al otro lado de un puente sobre ese caño, existía un puesto de vigilancia de la guardia nacional de Venezuela.


Ibarra nos contó, que mientras se tomaba una cerveza y se comía una lisa frita con yuca, se le acercó una carajita ofreciéndole su compañía. Tan pronto le habló, se dio cuenta de que era colombiana y de que estaba más buena que comerse una lisa con las manos. En ese momento, la chica saludó a un limpiabotas que pasaba y le pidió un poco del betún amarillo, lo cual se lo llevó a su boca.



Todos quienes escuchábamos a Ibarra, nos sorprendimos y le preguntamos casi al unísono, que para que lo había hecho. Él nos respondió que ni le dio tiempo en averiguar, ya que un piquete de la guardia nacional apareció de la nada y efectuaron una redada, para pedir la cedula. La carajita y otras personas más, fueron capturadas por ser inmigrantes ilegales y serian deportadas a Colombia.


Ese episodio con Ibarra de testigo, se repetía a cada rato con los colombianos que migraban a Venezuela en los años 1970, quienes, por lo general viajaban de forma ilegal, por las trochas. En su mayoría, los migrantes ilegales pertenecían a estratos bajos y era una población generalmente joven, que sorteaba las dificultades del paso a Venezuela. Casi todos eran de baja escolaridad y se dedicaban a trabajar en labores del campo, albañilería u otros oficios que no demandaban mayor instrucción.  


Al finalizar esa década del setenta, también se hizo famoso un disco de chistes de Guaco, el popular grupo de gaitas de Maracaibo. Uno esos chistes, con un humor malsano, describía un abuso de autoridad de un guardia nacional, cometido en la frontera binacional, al momento, de que un efectivo asentaba un planazo con un machete, a un colombiano, que intentaba ingresar a Venezuela. El detonante para la risa se daba cuando el ilegal se quejaba con gritos, de lo duro que pegaba esa varita.



En otro evento ocurrido al inicio de los ochenta, al famoso acordeonero y cantante de cumbias y porros colombiano, Alfredo Gutiérrez, fue golpeado y deportado, por una información radial manipulada, de que irrespetó el himno nacional de Venezuela, al interpretarlo en ritmo de cumbia.


Pero el colmo de los abusos, se dio a mediados de la década de los años 2010, al momento de que cerca de 10 mil colombianos fueron expulsados de Venezuela, la mayoría en forma colectiva y otros 22 mil colombianos abandonaron el país, luego de ver marcar y destruir las casas y enseres, por orden oficial de Maduro. Muchos de los que fueron expulsados, como quienes salieron después, han denunciado que no se respetó el debido proceso y se violaron sus derechos humanos.



Lamentablemente, los abusos a los derechos humanos con las deportaciones de colombianos, han estado presentes, repetitivamente en Venezuela, por lo menos, 46 años antes de la efectuada por la administración Trump en el 2025.


Antonio Jimenez.

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2 Comments


ritarobaina
ritarobaina
3 days ago

Lastimosamente ese es el destino de muchos migrantes que debido a la necesidad, siendo la más común la económica deciden traspasar fronteras. El migrante independiente de su nivel socio cultural siempre está expuesto al rechazo y sorna de la sociedad del país a donde llega . La deportación es el mayor de los agravios para un migrante

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
3 days ago

Miles de inmigrantes ilegales son capturados y deportados cada año. Siempre habrá un país que decreta y ejecuta la expulsión de extranjeros que violan la ley de migración y estará otro, con obligaciones, para recibirlos como sus nacionales.


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