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Cuentos de siempre (52): al jefe.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

A mediados de enero de este año 2025, Sigifredo leyó un post del blog El Recadero, con el título “El sensei Quirós”. En ese post, se le rindió un sentido homenaje al Dr. Alberto Quirós Corradi, al cumplirse una década de su partida.



El autor al inicio del post, parafraseó unos contenidos, para descartar con sus razones, que el soporte para el homenaje, no estaba prejuiciado hacia solo lo positivo de la actuación del Dr. Quirós, por el tener, una posición de poder o jerárquicamente superior.


Con esos párrafos y sin poderlo evitar, Sigifredo, quien es un seguidor del blog, evocó unos momentos pasados, interactuando con sus jefes, a lo largo de su dilatada historia laboral en varios países. De muchas situaciones, Sigifredo, recordaba muy bien, tras el paso de casi cinco décadas, la experiencia de continuos desacuerdos con su primer jefe laboral.


Ese jefe, quien, siendo venezolano, podría pasar fácilmente por hindú, falleció hace unos años, afectado por unas bacterias indebidamente adquiridas en un quirófano. Tenía un hablar pausado y de su expresión facial se podía conocer su pensamiento, dando señales tempranas, de lo que sería su aceptación o rechazo para cualquier propuesta. Si era un rechazo, el bajaba y juntaba sus cejas con el entrecejo fruncido, sus ojos quedaban sin vida y comenzaba a salivar, como si quisiera causar un daño, físico o mental. Luego de eso, vendría en una comunicación verbal, la explicación de sus razones para el rechazo.


Sucedió que un día al final de una mañana, Sigifredo estuvo sentado, rindiendo cuentas, en frente del escritorio de su jefe y esperaba de él, con premura, que le autorizara un programa detallado, para enviar a la gente de operaciones y así efectuar un trabajo de reacondicionamiento de un pozo del lago de Maracaibo.



Los tiempos para proceder con el trabajo estaban apretados y con esa mortificación estresante de fondo, Sigifredo notó la típica expresión de rechazo de su jefe.


Justo antes, de que le transmitiera verbalmente las razones, un predispuesto Sigifredo, se levantó de la silla y se colocó al lado de su jefe, en un punto muerto de la visual. En ese día, los cuestionamientos del jefe, eran más de forma que de fondo, la mayoría de ellos, exigiendo más detalles de la escritura, justificándose en que, a él, le parecían sucintos.  


En esa ocasión, Sigifredo estuvo a punto de cometer algo indebido, porque por su mente pasó la posibilidad de golpear repetidamente a su jefe, hasta dejarlo inconsciente. Algo sobrenatural impidió esa acción y para las próximas horas y hasta días, Sigifredo estuvo en un acto de constricción, arrepentido, con dolor y pena, ante el pensamiento de una ofensa hecha a Dios, en el camino a la violación de uno de sus mandamientos.


Y al final, resulta que “al jefe le debemos solicito amor, jamás olvidemos que es obra de Dios”.


Antonio Jimenez.

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3 commenti


ritarobaina
ritarobaina
10 feb

Tengo un grato recuerdo de un jefe que por su incapacidad y tacañería ( a mi modo de ver y compartido por otros compañeros) había que tenerle mucha paciencia. Con él desarrollé resiliencia , tolerancia y mucha observación. Todavía me acuerdo de él, y recuerdo los eventos vividos de forma anecdótica. Ojalá esté bien 🙏

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
10 feb
Risposta a

Eso es el objetivo del post

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Sr Jimenez
Sr Jimenez
10 feb

Los buenos recuerdos de las relaciones interpersonales, en la estructura organizacional, tanto en pares como con los jefes, también se originan de situaciones conflictivas.


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