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Cuentos de siempre (5): Lino y las implosiones.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

A finales del año 2002 y estando por ocurrir la demolición del estadio de beisbol de la ciudad de Cincinnati, el mismo que fue la sede de los aguerridos Rojos de mediados de los años setenta, en Venezuela se estaba transitando por un paro cívico y huelga petrolera, con una fuerza sin precedente.



El Riverfront Stadium, que sería luego rebautizado como Cinergy Field, fue demolido por implosión el 29 de diciembre de ese año 2002. Hasta ese día, el vetusto estadio se mantenía unido al recién construido Great American Ball Park, como unos hermanos siameses.  



Lino, un empleado de la petrolera estatal venezolana, estaba de vacaciones ese fin de año en Cincinnati, visitando a su novia gringa. Ella era una mujer rubia pero baja de estatura y un poco rellena, siendo esas, unas características extrañas por ser nacida en esa tierra. Su novia había sido su profesora de inglés, en un curso que Lino había tomado anteriormente, en un prestigioso instituto de esa ciudad.


Lino, ni se imaginaba que esos días del 2002 serían sus últimos, pero nada que ver con su noviazgo, ni mucho menos con su vida, sino como un funcionario activo de esa empresa en Venezuela.


Con un inclemente frio que los obligaba a usar gorro, lentes, tapa orejas y bufanda, asistieron ese 29 de diciembre, a las cercanías del viejo estadio y transcurrieron muchas horas para la ansiada demolición. Ellos nunca desistieron de su interés y se mantuvieron presentes, aun estando de pie y sin poder apoyarse para descansar, en una desagradable barandilla, a punto de congelación, que daba al rio Ohio en Elm St.


La implosión les llegó de manera repentina y sorpresiva y no se correspondió a la anticipada creencia de un sonido profundo de proyectil de mortero de las cargas. Las cargas se escucharon como disparos de armas, en perfecto ritmo, viniendo en sentido contrario a las agujas del reloj desde el lado este del estadio. Nada empezó a caer hasta una segunda oleada de cargas, pocos segundos más tarde, momento en el que el estadio cayó sobre sí mismo. 


Esa caída no produjo un estruendo estremecedor, ni vibración en el suelo, ni tampoco el golpe en el pecho de un gran espectáculo de fuegos artificiales. El sonido del colapso de una estructura tan grande no fue muy fuerte ni particularmente distintivo. Después de la implosión, una gran nube de polvo se levantó del lugar arrojando una neblina sobre las calles desiertas de la ciudad.



La neblina apocalíptica se mantuvo, mientras Lino regresaba al hotel, abrazando muy fuerte a su novia, por efectos del frio y de la atracción física. Con ese telón de fondo, el desvió sin querer sus pensamientos y se alejaron de la imagen del cuarto del hotel a donde quería llegar, a los recientes eventos de la implosión política, que habían terminado con el tercer gobierno de Fujimori en el Perú.


En ese gobierno peruano implosionado, las cargas explosivas de la primera oleada consistieron en las denuncias de un proceso de elección viciado e irregular y sin garantías democráticas plenas, en el mal uso de los recursos del estado, en la intolerancia internacional a las formas dictatoriales, en el involucramiento del gobierno con la venta de armas a la guerrilla colombiana, en los vínculos del gobierno con el narcotráfico, en los fraudes electorales, en la corrupción a todos los niveles, en los bajos niveles de aprobación de la gestión, en la formación de carteles y mafias en el ejecutivo, en las violaciones de los derechos humanos, en el sometimiento de las fuerzas armadas a las órdenes de individuos y en los muchos sobornos a políticos opositores con pruebas fehacientes.


La segunda oleada de cargas explosivas se dio al minar el blindaje político de funcionarios poderosos y solo entonces se le pudo perseguir por sus acciones.


Luego de esto, el gobierno colapsó y se desplomó, Fujimori renunció a su cargo, estando ausente del país, mediante una carta enviada al congreso del Perú, desde la capital nipona de Tokio, en noviembre del año 2000.



En ese entonces, al pensar en las implosiones del estadio y del gobierno de Fujimori, una sonrisa de satisfacción aterrizó en el rostro de Lino, por considerar que la situación de rechazo al gobierno de Venezuela en ese 2002, podría resultar en un desplome similar a lo del Perú del año 2000. La sonrisa de Lino, producto de la esperanza para una Venezuela libre, se repotenció con otros propósitos, al momento de utilizar una tarjeta, para abrir la puerta de su habitación y disfrutar de la realidad palpable con su novia.


Sus deseos para con Venezuela, permanecerían sin cumplirse por muchos años, pero las cargas se fueron generando idénticas, una por una, y ya estaban colocadas, para activarse algún día, sin aviso y sin ruido, pero muy efectivas para el colapso y la demolición.  

  

Antonio Jimenez.

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1 comentario


Sr Jimenez
Sr Jimenez
05 feb 2024

La definición: una implosión es una especie de explosión hacia dentro, el elemento que implota se derrumba sobre sí mismo por una fuerza externa.

La aplicación: descrita en dos ejemplos en este post.

La esperanza: la proxima implosión está al cruzar la esquina.

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