Cuentos de siempre (46): conciertos.

Un grupo de amigos compartieron los costos de una mesa para 10 personas, incluyendo los tickets, el licor y pasapalos. Esa mesa estaba ubicada cerca del escenario en donde se presentaría el cantante mexicano de moda. La ubicación privilegiada de la mesa, no fue suficiente para evitar ver a la gente atravesada, quienes, se aglomeraron justo en frente de la tarima. El concierto del potrillo, Alejandro Fernández, en el Palacio de Eventos del Hotel Maruma, suministró una buena dosis de calidad musical al disfrute corporal con todos los sentidos.

Los grandes recitales musicales efectuados en Venezuela en los últimos 25 años del siglo XX, fueron de tan alta calidad, que, colocaron la vara muy alta, en las aspiraciones de los venezolanos para disfrutar de un espectáculo. Las actuaciones de Michael Jackson, Queen con el poderío vocal de Freddie Mercury, Guns N’ Roses, Roxette, Gloria Gaynor, Tina Turner, Whitney Houston y Luis Miguel, entre muchos otros, marcaron para siempre las altas exigencia de los venezolanos.

Los conciertos de Queen, que fueron tres en vez de los cinco programados, se acortaron por el luto nacional por la muerte del expresidente Rómulo Betancourt.

Álvaro, un ingeniero de una empresa de petróleo venezolana, a mediados de la década de los años 1990, era el encargado de la gestión social de un club recreacional. Con la amplitud y la calidad de la oferta musical de esos años, su trabajo fue destacable, llevando a los campos petroleros a Gilberto Santa Rosa, Oscar D’Leon, Desorden Público, Salserines, Proyecto uno, Reynaldo Armas, Rogelio Ortiz y Olga Tañon, entre otros más. La preocupación de Álvaro, que no era por conseguir buenos artistas se centraba en que el público respondiera a los conciertos, algunos de ellos realizados en un día entre semana o con alta probabilidad de lluvias.    

En los años transcurridos del siglo XXI, la intensificación de la inestabilidad política y social en Venezuela, con la criminalización de las protestas, los miles de detenciones y muertes, la aplicación de torturas, las interminables denuncias de fraude, las olas migratorias y muchas otras acciones hostiles y adversas, resultaron en la baja de la producción de espectáculos.

Lo más difícil para efectuar los conciertos en Venezuela, pasaba por convencer a los artistas de que el país, reunía las condiciones de seguridad y técnicas para poder presentar shows de gran envergadura. Aparte de eso, se sumaban la dificultad de las conexiones aéreas, por las pocas líneas disponibles y los altos costos que incidían en los precios de las entradas.

Luego de la pandemia del COVID 19, la realización de conciertos en Venezuela, pero principalmente en Caracas, ha resurgido sobre niveles no imaginados.  En el 2022, se efectuaron 51 conciertos, pero solo 10 de calidad y en los años 2023 y 2024, aumentó la presencia de artistas de talla internacional, pero con altos costos de entradas de entre 20 y 1000 dólares, impagables en un país con los trabajadores devengando un ingreso mensual de menos de 4 dólares. De esos conciertos, en el de Romeo Santos, trascendió por las molestias de los asistentes ante un retraso de 9 horas. El cantante estuvo disponible a la hora programada, pero no inició el concierto, hasta que la productora le garantizó el pago. La productora pertenecía a un empresario, quien venia recluido por tráfico de drogas, en una cárcel, desde el año 2015.

Una de las formas a través de las cuales los grupos criminales lavan dinero, es desde empresas fachadas, o compañías creadas con el fin de darle apariencia legal a actividades o recursos ilegales. El reporte de las ventas, mayores a las reales para lavar así recursos ilegales, es otra maniobra de estos grupos, inclusive permitiendo las entradas gratuitas de personas y pagando a los artistas entre tres y cuatro veces más que en otros lugares, como una posible estrategia para reportar gastos legales mayores a los reales.

Antonio Jimenez.