Augusto Arteaga y Fabian Daza, tenían una gran amistad, cultivada desde los años de su internado en el plantel Provincial San José de Pamplona, a inicios de los años 1930. Augusto de Venezuela y Fabian de Colombia, eran ganaderos, quienes, habiendo heredado la propiedad de sus progenitores, en los campos de Machiques y Gamarra, habían repotenciado el valor de las mismas, con la aplicación de las mejores prácticas y de las últimas tecnologías para la época.
Al cumplir los primeros 20 años de su amistad, ellos decidieron reunirse junto con sus parejas, a finales del año 1952. Para esa reunión, eligieron la hacienda de Augusto, la cual tenía un tamaño y un nivel superior de productividad a la de Fabian, quien, se interesó por esa visita para conocer de esas mejoras y luego intentar replicarlo en su finca. Sin querer utilizarlo como una excusa, Fabián argumentaba que, en Colombia, existía un problema que afectaba la ganadería, con los continuos desplazamientos de campesinos, por las acciones de sangre de La Violencia.
En una de las tertulias, Augusto reveló que él era amigo personal de Nelson Rockefeller, con quien hasta se involucró en algunas transacciones de la propiedad de una cadena de supermercados, siendo esta, una figura de comercio en Venezuela, muy adelantada para la época.
Ese era el mismo Rockefeller, quien, fue el jefe de la oficina de Asuntos Interamericanos en los años 1940. Una oficina que, por orden presidencial de los Estados Unidos, estaba encargada entre otras funciones, de lograr la construcción de plazas hoteleras adecuadas en los países latinoamericanos, para tener un mayor éxito en el transporte marítimo y aéreo. Unas acciones que buscaban una pared de progreso, para evitar la entrada del fascismo y del comunismo.
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Pasaron varios años para que esa instrucción se materializara en acciones y solo para el próximo año 1953, se estarían inaugurando el hotel Tequendama en Bogotá, el hotel del Lago en Maracaibo y el hotel Tamanaco en Caracas.
Tan pronto como eso se comentó en el grupo, los ojos de las respectivas esposas brillaron y al mismo tiempo, ambas comentaron que sus esposos deberían asistir a los tres openings, como un premio por su tesón y que bien merecido se lo tenían. La idea caló y el mismo Augusto se ofreció y tramitó la solicitud ante Rockefeller, quien, con el mejor de los gustos, facilitó la inclusión de las dos parejas, en las listas de asistentes para la inauguración de los tres hoteles.
El Hotel Tequendama, el orgullo de Colombia, fue el primero de los tres en ser abierto al público y eso ocurrió el 17 de mayo de 1953 con 375 habitaciones. El evento de inauguración se realizó en dos salones; en uno de ellos se sirvieron las entradas de comidas y en el salón principal y a las once de la noche, se inició el opening con el jazz de Cass Harrison, la cantante norteamericana Sherri Rogers, la rubia francesa Danielle Lamar con un vestuario diseñado por Christian Dior y la orquesta de Roberto Lafuente. En las horas del alba, todavía había baile…. “Si así llueve, que no escampe, manifestó con alegría la esposa de Augusto, y todavía nos faltan dos fiestas más, que dicha”.
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El siguiente opening ocurrió a los tres meses, fue el 14 de agosto de 1953, en el Hotel de Lago, ubicado en la Avenida El Milagro de Maracaibo, y en esa inauguración se presentó la cantante norteamericana Diana Adrián, y por el Zulia, la orquesta del maestro Gregorio Garrido. El hotel abrió sus puertas con 129 habitaciones, todas ellas por supuesto con aire acondicionado central, al igual que estaba instalado en el gran salón de la fiesta. En este hotel, los tequeños y otros fritos de pasapalos, se sirvieron en el mismo salón, para pasar con las bebidas alcohólicas.
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Finalmente, con un poquito más de tres meses, el 3 de diciembre de 1953, se inauguró el Hotel Tamanaco, con 400 habitaciones, que contó con la asistencia del dictador Marcos Pérez Jimenez y de la animación de la orquesta de Chucho Sanoja. Este hotel fue edificado en una de las colinas de Las Mercedes, con su silueta en forma de “V” abierta y mirando al Ávila.
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Estos tres hoteles, fueron diseñados o al menos asesorados, por la empresa Holabird & Root, de Chicago, la cual tenía acumulada una vasta experiencia en el diseño de instalaciones hoteleras.
Tres años después de estas inauguraciones, la empresa administradora y operadora, Intercontinental, presumía del 90% de ocupación en sus hoteles de Bogotá, Caracas y Maracaibo, los primeros de la compañía. En ese lapso se había doblado la cantidad de pasajeros que llegaban por aire a dichas ciudades; la pared del progreso con fines de contención estaba en desarrollo.
Antonio Jimenez.
En los años cincuenta, la construcción de plazas hoteleras adecuadas en Latinoamérica, con el correspondiente aumento en el transporte marítimo y aéreo, eran acciones que buscaban una pared de progreso como contención, para evitar la entrada del fascismo y del comunismo.