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  • Writer's pictureSr Jimenez

Segunda publicación (Los Piratas del Caribe).

El término publicación se utiliza para hacer referencia al acto mediante el cual se hace público o se da a conocer determinada información, acto, dato, etc. La publicación puede ser en diferentes tipos de soportes que han variado en disponibilidad y en importancia a lo largo de la historia, siendo los más comunes los escritos, impresos o actualmente, los digitales.


Cuando hablamos de publicación podemos hablar de diferentes situaciones, la primordial, que da origen a todas las demás, es la idea de hacer que una información, un dato, un hecho se conozca y salga del ámbito de lo restringido o privado para que la mayor cantidad de gente lo sepa. Por otro lado, la publicación puede conocer varios tipos dependiendo del público, las temáticas tratadas, el material, el soporte, etc.


La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) es la institución armada al servicio de la defensa de Venezuela y se constituye por cinco componentes: Ejército Bolivariano (EB), Armada Bolivariana (AB), Aviación Militar Bolivariana (AMB), Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Milicia Bolivariana (MB). ​A partir de los años 2000, se han efectuado reequipamiento y sustitución de equipos en las diferentes fuerzas que componen las Fuerza Armada Nacional Bolivariana.


Se pueden mencionar, aviones de combate Su-30 y K-8, patrulleros de Vigilancia Costera y Oceánica, radares, avanzados equipos misilísticos antiaéreos, tanques T-72B y blindados de transporte de personal. Se cuenta con 250 mil efectivos, una reserva activa de 440 mil hombres y 4 millones de milicianos. El Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (CEOFANB) es el máximo órgano de planificación, programación, dirección, ejecución y control estratégico operacional conjunto de la fuerza armada de Venezuela, depende directamente del Presidente de la República en su calidad de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada.


El pasado 19 de mayo del año 2019, se publicó en este blog, la primera versión del post “Increíbles e insospechados Corsarios y Cofradías del siglo XXI”, en el cual se hizo una descripción de las actividades de piratería y de la existencia de cofradías delincuenciales para saqueos y muertes violentas ocurridas entre los siglos XV al XVIII y de allí se observó que existía una asombrosa similitud con el comportamiento de civiles y militares apoyando al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.


En esta segunda publicación, se hace una actualización de la información y otra restructuración, con el objetivo de transmitir más eficientemente esta situación de los modernos Piratas del Caribe.


La piratería fue una práctica de saqueo organizado en la cual una embarcación atacaba a otra con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos y muchas veces apoderarse de la nave. Los corsarios, fueron unos marinos y buques contratados por un Estado, quienes adquirían la condición militar mediante patente de corso para atacar y saquear las naves de un país enemigo. Al disponer de una patente de corso, se ofrecían garantías para ser tratado como soldados y no como bandidos, ladrones o asesinos.



El corsario ejecutaba las mismas actividades delincuenciales del pirata bajo un marco de aparente legalidad y algunos fueron considerados héroes nacionales en sus países.


También, pasaban por comerciantes que vendían productos muy necesarios para los colonos y compraban a buen precio sus artículos de producción doméstica, por lo tanto, en muchas ocasiones, la presencia permanente de piratas en el casi despoblado Caribe insular era bien vista, e incluso necesaria. A los piratas aventureros y ladrones se les dió el nombre genérico de bucaneros, pues sus tripulaciones se nutrían de habitantes de las islas que preparaban y vendían carne al bucán, es decir, ahumada.


Sembraron el terror y la desolación en las poblaciones situadas en el Golfo de México y el Caribe, las cuales fueron los lugares más castigados, víctimas de saqueos, asaltos y asesinatos. Pero esta situación fue cambiando a medida que las colonias iban aumentando en población, y la metrópoli fue invirtiendo en la flota, defensas y guarniciones. De esta forma, a finales del siglo XVI, los principales piratas y corsarios habían muerto o estaban prisioneros.



Finalmente, otro tipo de bandidos del mar fueron los filibusteros, eran especialistas tanto en el robo y pillaje de barcos españoles como en introducir mercancías de contrabando, sobre todo en Cuba y en las islas cercanas. Se trataba de tipos sin escrúpulos como sus anteriores colegas, pero tenían costumbres distintas, pues esta nueva especie liquidaba rápidamente el botín conseguido para empezar de nuevo la aventura del pillaje. Tenían a gala un lema: “Contamos con el día en que vivimos y nunca con el que habremos de vivir”.


Belice fue un importante refugio filibustero durante el siglo XVII. Aunque pertenecía a la Capitanía General de Guatemala, los filibusteros encontraron fácil acomodo allí al estar su costa resguardada por arrecifes y de difícil acceso a través del continente.


En la Isla de la Tortuga (frente a las costas de Haití), los bucaneros tuvieron una base internacional durante los siglos XVII y XVIII. Formaban una asociación llamada “Cofradía de los Hermanos de la Costa”. No se conoce el preciso origen de esta cofradía, pero se sabe que llegó a elaborar una constitución que regiría sus vidas. Se presume que era transmitida por tradición oral, ya que no se han encontrado registros escritos al respecto. Incluía entre otros preceptos, la ausencia de prejuicios de nacionalidad ni de religión, necesaria para albergar católicos con protestantes e ingleses con franceses; la individualidad como materia de crítica, evitando la propagación de los motivos de las guerras europeas y sus odios; no existía la propiedad individual ya que la isla y los barcos de la cofradía eran de todos y para todos; asimismo la Cofradía no tenía injerencia en la libertad de cada cual, no había cobro de impuestos ni imposiciones de trabajos forzados, ni código penal, los problemas entre hermanos debían solucionarse solamente entre ellos, la participación en travesías era completamente voluntaria y no existía obligación alguna a la hora de componer tripulaciones o armar un ejército.



El espíritu libertario de esta hermandad se modeló necesariamente en las propias características de las vidas que habían llevado sus componentes: proscritos, forajidos y a los tipos más crueles que se presentaban, gente por lo general perseguida, atormentada y desarraigada, que formularon leyes que fomentaban la libertad de su propia sociedad.


Muchos colonos insatisfechos con el provecho que sacaban a sus tierras y deseosos de enriquecerse con rapidez, se les unieron en sus hazañas. Lo más curioso de esta constitución es la total ausencia de deberes. Los nuevos integrantes eran bienvenidos, ya que esta sociedad se hacía más fuerte cuanto más numerosa era.


Toda esta historia de piratería, patentes de corso, bucaneros, filibusteros y cofradías de los delincuentes e ineptos, está siendo repetido en el siglo XXI en Venezuela, siendo lamentablemente que sus protagonistas sean el propio gobierno, la cúpula militar e integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.


La Milicia Bolivariana de Venezuela es el buque insignia de la alianza cívico-militar ideada por Hugo Chávez, que ha cobrado aún más importancia bajo el Gobierno de Nicolás Maduro, quien trata de retener el poder pese a la crisis política, humanitaria y ahora sanitaria que azota Venezuela. Los uniformados se han convertido en su principal sostén, una red tejida a base de millonarios beneficios.


En el año 2018, oficiales activos o retirados, ocupaban siete de las 23 gobernaciones estatales y nueve ministerios y dirigían al menos 60 empresas estatales. De una investigación soportada en documentos internos, registros de terrenos, empresas y contratos públicos y de entrevistas con diversas fuentes, existían 84 generales que dirigían compañías públicas y poseían negocios privados que contrataban con el Estado, estando implicados en negocios ilegales. De ellos, 35 ocupaban puestos en los consejos de administración de las compañías privadas y habían creado 41 empresas particulares que desde el año 2004, les habían otorgado unos 220 contratos públicos, en sectores como la alimentación, el turismo o el petróleo, obteniendo cuantiosas ganancias. El poder del dinero, en un país con una población en situación de extrema pobreza, que pasó del 10 al 85 por ciento en solo cuatro años, entre 2014 y 2018.


Para el 2018, los militares controlarían no menos del 70% de la economía venezolana, 785 oficiales activos estarían al frente de empresas de construcción, servicios de seguridad, suministros médicos, alimentos, transporte, comerciales, informática y más, que contrataban con el Estado.


Con la Gran Misión Abastecimiento Soberano, los militares monopolizan la importación y distribución de alimentos y medicamentos esenciales. Actualmente, controlan el racionamiento de la gasolina.



En todas estas responsabilidades, además de una buena tajada, han tenido manejo discrecional de los dólares provenientes de la exportación petrolera y minera. Por último, es notorio el señalamiento, por parte de la DEA de EE.UU., de altos oficiales venezolanos implicados en narcotráfico. Su defensa desembozada por parte de Maduro, así como de altos oficiales señalados de estar incursos en violaciones de derechos humanos, y su frecuente premiación con altos cargos de gobierno, afianzan la complicidad de muchos altos oficiales con el sistema de expoliación instaurado.


Adicionalmente, los militares están al frente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), que controla las empresas básicas de esa región y en PDVSA, la gestión de un general sin experiencia petrolera, disminuyó su producción en un 80%.


Estas aficiones, han destruido a la institución de la FANB, torcieron sus valores corporativos, quebraron su disciplina y fomentaron adhesiones en torno a filones provechosos, sustituyendo la unidad de mando y de propósitos por una constelación de mafias en procura de particulares cotos de caza. Ello permea, lamentablemente, a distintos niveles, convirtiendo a la requisa arbitraria de Guardias Nacionales y de otros, en un cáncer que consume a la nación.


Ahora, como socios del saqueo de minerales en Guayana, en alianza con el ELN y otras bandas criminales, militares corruptos se convierten en agentes de intereses económicos foráneos.


Pero al igual que ocurrió en el pasado con la desaparición de la práctica de la piratería, el fortalecimiento de la democracia y la correcta aplicación de las leyes y la constitución acabara con esta forma perversa de utilizar los recursos de la nación para el beneficio de pocos y en detrimento de muchos.


Recopilación de la información y Estructuración por Antonio Jimenez.


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