Relatos cortos (75): en las alturas.

El presidente del directorio de Pacific, el chairman, hizo posible el financiamiento para la ejecución del proyecto extractivo de petróleo de la empresa y también lo había logrado para otros proyectos de minería de oro y de carbón en Colombia.

Ese chairman, era un asiduo visitante al Foro económico mundial de Davos, y allí conoció y se relacionó con un mexicano, que ocupaba la posición de director en jefe del foro para la América Latina.

El mexicano, dirigió en años siguientes a varios fondos privados para la inversión y a finales del año 2012, fue nombrado como el director general de la estatal petrolera mexicana, Pemex, el más alto puesto en la organización, manteniéndose allí por algo más de 3 años.

En abril del año 2013, el chairman concertó una cita con el director general, en su propia oficina, ubicada en lo alto del pent house de la Torre Pemex en la ciudad de México. En ese encuentro se le iba a presentar la aspiración de la empresa Pacific, para participar como concesionaria, en una próxima apertura en exploración y explotación de los campos petroleros en el territorio mexicano.

Esa aspiración dependía de la aprobación de una reforma constitucional conocida como la reforma energética 2013.

Mi presencia en ese grupo de adelantada, fue requerida para apoyar con mi conocimiento de los activos, organización y planes de Pemex y en especial de las áreas de crudos pesados y gas, en donde la empresa sería una fuerte competidora por los derechos de explotación.

La reunión se dio ya avanzada la mañana en esa oficina en lo más alto de la torre, que era de un tamaño excepcional, con un estilo muy sobrio y antiguo, con el escritorio y mesas en madera oscura y con muebles de cuero. La presencia de una gran chimenea y de una escalera, ubicadas en el centro del espacio, le quitaba algo de prestancia y versatilidad a la oficina.

De allí concurrimos a otras reuniones, con el subdirector de refinación de Pemex y con el secretario de Energía del gobierno mexicano, en su oficina en la plaza de la constitución o El Zócalo como es mejor conocido.

En esta última visita, aprovechamos que en el mismo edificio estaban los murales de Diego Rivera, adornando sus altas paredes, ya disponibles para ser vistos, luego de que quedaron restaurados hacía ya 4 años.

En la noche de ese largo día, cenamos en un restaurante ubicado en la Colonia Polanco, en la compañía del director general de Pemex y del director general de exploración y producción, quien estuvo ausente en la reunión de la mañana. La cena transcurrió en un ambiente de negocio y de cordialidad, en la cual, la coincidencia de la Stanford University, en la educación del director general de exploración y producción de Pemex y de nuestro CEO, fue un poderoso vinculo de acercamiento.

Una vez finalizada la cena, que tomó a lo máximo un par de horas, salimos rápidamente al aeropuerto de Toluca, para tomar un vuelo privado en un bi turbohélice Falcon 2000, hacia la ciudad de Houston en los Estados Unidos.

El chairman ya nos esperaba sentado en el avión y para sorpresa nuestra, estaba con el torso sin portar su camisa, como si estuviera disfrutando del sol en una playa. Algo que nos pareció muy extraño, pero que ninguno del grupo, hizo un intento para averiguar sus razones. En mi imaginación formaron parte de suposiciones, un sofocón y hasta una cábala.

Nuestra presencia en Houston estaba requerida para atender una discusión técnica con la empresa BPZ, una socia de un Joint Operating Agreement (JOA), para la explotación petrolera del lote Z-1, ubicado offshore en el océano Pacifico, en frente a la costa norte del Perú.

El vuelo del Falcon, en sus inicios, me proporcionó la mayor sensación de tranquilidad que he vivido, el avión estaba tan quieto que parecía estacionado sobre la ciudad de México, y desde las alturas me regaló una de las vistas más hermosas que recuerde.

Antonio Jimenez.