Numero 7: las transformaciones y el ocaso.
- Sr Jimenez
- Sep 1
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En la historia de PDVSA ocurrió un evento muy parecido a un conclave de la iglesia católica, al momento de que en el año 1997 se efectuó una reunión a puertas cerradas en un hotel en Barquisimeto que emulando a la capilla Sixtina, permitió que se congregaran tanto la junta directiva de la empresa como los 100 líderes más influyentes de todas sus áreas de negocio.

De ese particular conclave petrolero se obtuvo un acuerdo mayoritario y la correspondiente “fumata bianca” como la señal de aprobación para el inicio del proceso de transformación de la empresa hacia una sola entidad, fusionando a sus tres filiales operadoras Lagoven, Maraven y Corpoven, para converger en varias unidades de negocios que atenderían los macroprocesos de exploración, producción, refinación, transporte y comercialización.
La información sobre los acuerdos de ese conclave petrolero viajó con la velocidad de la luz y llegó hasta un campo cercano a la población de Bachaquero, en la costa oriental del lago de Maracaibo, que era conocido como Las Malvinas. Ese nombre, que posiblemente fue el elegido en otro conclave, pero constituido por unos líderes invasores de esas tierras baldías, buscaba apoyarse en la valentía de los soldados argentinos en la guerra que en 1982 sostuvieron en contra del poderoso Reino Unido.
En ese campo Las Malvinas, se encontraba otra comitiva de la empresa, efectuando una inspección gerencial sobre las actividades de perforación de nuevos pozos y de la construcción de las facilidades de superficie para la recolección y el manejo de la producción de petróleo. En esa pequeña comitiva, el solo hablar de los cambios transformacionales de PDVSA les tenía el ánimo por el suelo, por la desaparición de su empresa patrona Maraven, tras largos 20 años de relación laboral, pero, aun así, a esos cambios los consideraban apropiados para el fortalecimiento de la empresa estatal ante la inclusión de los nuevos competidores que eran empresas privadas internacionales de alto nivel, que llegaron para operar en el país de la mano de la apertura petrolera.
Afortunadamente para esa comitiva de Las Malvinas, el destino les otorgó prontamente en 1998 el aliciente anímico con la construcción de la nueva sede de oficinas del edificio El Menito, lo cual colaboró para vencer la resistencia al cambio de los trabajadores de una de las ex filiales operadoras. En ese año, los empleados se dedicaron con mucho ahínco y voluntad para lograr una mejor PDVSA, sin recalar en que la verdadera amenaza les llegaría al final de ese año, para lo cual no estaban preparados.

Al siguiente año de 1999, y en los primeros meses de un nuevo gobierno en Venezuela, se rompieron las reglas y las tradiciones organizacionales de PDVSA con el nombramiento de dos presidentes, siendo que el primero de ellos fue despedido con apenas seis meses en el cargo. En el mes de octubre de ese mismo año, el elegido segundo presidente visitó las sedes de oficinas de las divisiones de producción para transmitir un mensaje directo de lo que se esperaba de la gestión de los trabajadores bajo la política petrolera del nuevo gobierno venezolano.
En esos mismos días de las visitas del recién estrenado presidente, coincidencialmente se estaba efectuando el evento SPE Fall Meeting en el centro de convenciones George Brown en Houston, cuyo lema principal fue la de "Creación de valor a través de la colaboración". En un descanso entre sucesivas conferencias en Houston, fue notoria la alegría de un grupo de altos gerentes de PDVSA, quienes daban la impresión de estar festejando el probable ascenso de uno de ellos hasta la gerencia general de una de las divisiones de producción, reemplazando a quien lo ejercía y quien fue jubilado prematuramente en una acción sorpresiva.

Esos festejos continuaron en el vuelo de regreso a Caracas, pero al otro día, en la sala de espera de del vuelo nacional hacia el destino final, la situación con el aspirante al ascenso fue totalmente diferente, ya que se mostraba deprimido al enterarse de que, en vez de promoción, sería también jubilado prematuramente.
Con esas acciones llegó la otra transformación a PDVSA, pero de la mano de las incertidumbres, las desconfianzas, el irrespeto a las políticas y normas establecidas y cualquier otra acción sorpresiva que no contribuiría con la generación de valor a través de las colaboraciones, como fue el lema de las conferencias en Houston.
Tras el revuelo de los retiros y ascensos de los ejecutivos se efectuó de forma inédita unas elecciones para la creación de un nuevo sindicato fuera del abrigo de la confederación única de los trabajadores. La suma de todas esas acciones originó un descontento generalizado en todos los niveles de la empresa, adentrándose al siglo XXI.
En los tres primeros años del siglo, con los aportes de las empresas privadas de la faja del Orinoco, la producción de petróleo se mantuvo alrededor de los 3 millones de barriles por día, y el gobierno, actuando como el propietario de la estatal petrolera, nombró a otros tres presidentes de PDVSA, en las personas de un comedido general del ejército, de un profesor economista con una estadía de solo dos meses en el ejercicio, y de un ex guerrillero y líder político de la izquierda.
En el año 2002, ocurrieron varios eventos complicados con protestas multitudinarias y muertes de participantes en el mes de abril, lo que ocasionó la renuncia, la salida y el regreso del presidente del país, quien continuó en el ejercicio del poder. En octubre ocurrió la toma militar de una plaza pública en Caracas, y en diciembre se inició una huelga de carácter general e indefinida, conllevando al cierre de las operaciones de PDVSA, incluyendo la de sus buques petroleros. Esa huelga terminó a favor del gobierno en febrero del año 2003, y procedió con el despido de más de 22 mil trabajadores de PDVSA, básicamente de las nóminas de profesionales y ejecutivos.

Tras el masivo despido y con la colocación de una especie de guinda con un veto laboral se promovió a motu propio la salida al exterior de esos profesionales, quienes a la postre fueron empleados en muchos países del mundo, iniciando lo que se conoce en el mundo como la diáspora profesional venezolana.
El ciclo de vida de la estatal petrolera PDVSA, iniciado en el año 1975, mostró al mundo una destacada evolución con énfasis en el crecimiento sostenido de la producción en la década de los años 90, en un ambiente de precios de venta menores a 20 dólares por barril. A finales de esa década, se alcanzaron los máximos de 3.5 millones de barriles por día de producción y de 3.4 millones de barriles por día de capacidad de refinación.
En esos logros fueron fundamentales los procesos de racionalización, internacionalización, apertura interna y de transformación en la empresa. En lo contrario, en el siglo XXI, en PDVSA se adelantó y se consolidó la involución de la fase de madurez por la evidente declinación de la producción sin aprovecharse de los mayores precios de venta, constituyéndose en un caso de estudio de un absurdo empresarial. En pocas palabras descriptivas de la caída de la producción se pasó de 3,4 millones de barriles por día a inicios del siglo a 2,6 en el año 2013 y a 1 a principio del año 2019.
En la causa raíz de ese descalabro estuvieron las acciones empresariales alejadas de las mejores prácticas, incluido en ellas la desinversión, la falta de mantenimiento en pozos e instalaciones, y los despidos injustificados del personal profesional y gerencial responsables de la aplicación de las prácticas exitosas de la empresa.
A partir del año 2004 y hasta el 2014, PDVSA fue dirigida por un solo presidente, y es en su largo mandato de diez años en donde se tomaron las acciones que a la postre resultaron las más impactantes para el descalabro en los años siguientes.
En el 2005, PDVSA abrió su primera oficina en China y estableció una nueva estrategia para liberarse de la dependencia del mercado de EE. UU. y del dólar en su economía. A partir del año 2006, venden 3 de sus refinerías en suelo americano, y efectúan unas inversiones sin ningún resultado ni retornos para unas refinerías en Cuba, Ecuador y Brasil. Posteriormente disponen en venta su participación en otras siete refinerías entre Europa y los Estados Unidos.
En marzo del año 2011, PDVSA recibió unos ingresos extraordinarios por efecto del aumento de los precios registrándose el más alto del barril en su historia con 127 dólares, continuando el negocio con esos precios altos hasta noviembre del año 2014.
A partir del año 2014, fueron nombrados otros 6 presidentes de PDVSA, para completar 12 desde el año 1999 y para el año 2017, cuando PDVSA producía 1.8 millones, los Estados Unidos se decidieron por el empleo de las sanciones financieras a la empresa y a título personal a altos funcionarios , prohibiéndole a las empresas estadounidenses que efectuaran transacciones con la misma.
En el año 2018, la producción llegó a 1.3 millón de barriles por día, y a partir del año 2020 se impusieron más restricciones a las empresas extranjeras, a las cuales solo se les permitían operaciones para su mantenimiento y un distanciamiento en inversiones a la producción y exportación de petróleo.
El colapso de precios en abril del 2020 fue letal para Venezuela, agravado por costos de venta más altos por las maniobras de trasvase de buques en África o Malasia para saltarse las sanciones. En junio del 2020, la producción fue de 300 mil barriles por día, un volumen similar a la obtenida en 1929, cuando el petróleo logró superar al café como producto de exportación. En ese año 2020 no se encontraba activo ningún taladro de perforación, contrastando abruptamente con los años noventa cuando existían 119 equipos activos en operaciones.
Entre los años 2021 y 2025 con la participación de algunas empresas autorizadas con licencias otorgadas para operar en el país de parte de la oficina del tesoro de los Estados Unidos, la producción ha oscilado entre los 700 y 900 mil barriles por día.

Las refinerías en el país vienen operando a tiempo parcial con consecutivas fallas en sus equipos obsoletos lo que ha incidido en accidentes industriales con el inmitigable riesgo de afectación para los trabajadores y para el ambiente, y solo se procesan los productos de la primera etapa para compensar a medias el consumo nacional.

La empresa que fue el orgullo de los venezolanos ahora es solo un despojo consumado y subir a dos millones de barriles en la próxima década costaría unos 150 mil millones de dólares de inversión y gastos de operación en una década por más de 80 mil millones de dólares, unos grandes desembolsos para paliar el daño de los depredadores. En un estado diferente que promueva la restructuración, reformas y revisiones de ley, daría mayor cabida a la participación privada tanto aguas arribas como en transporte y refinación.
Antonio Jimenez.
Ingeniero de Petróleo.
Para este lunes 1 de septiembre del 2025, estamos publicando el post titulado “Número 7: las transformaciones y el ocaso”. La serie Relatos se retomará con el post 21 a partir del lunes 8 de este mes.
Este escrito Número 7 es el último de una particular historia de PDVSA, la empresa estatal petrolera venezolana, y se desarrolla entre los años 1997 y 2025.
Los seis escritos anteriores fueron publicados por otro medio en cuya última edición no autorizó la del Número 7, por la apreciación de tener un contenido político que resulta contrario a sus normas.
Con la publicación del escrito en este blog se cumple con quienes seguían y esperaban concluir la historia de PDVSA bajo la perspectiva…