La frase “Hoy no fío, mañana sí” adornaba las desteñidas paredes de los locales comerciales colocados en los sitios más visibles de cada tienda, de cada bar popular, de cada restaurante, de cada almacén de telas, de cada panadería, de cada farmacia, etc., estos avisos llenos de coloridas imágenes y de pintorescos personajes, sirvieron para dirigir parte de las políticas comerciales que imperaban en el accionar diario de sus propietarios.
Era una época en la que el que el crédito no dominaba las esferas de los negocios y en los que se prefería pagar de contado. Eran instantes en los que la situación económica no exigía tantos malabares para asegurarse el pan de cada día. Predominaba la costumbre de no endeudarse, no solamente por el temor de no disponer de suficiente dinero para pagar los compromisos adquiridos y para hacer las correspondientes erogaciones periódicas, sino que se preferiría “conservar” al amigo, por encima de lo que fuese. Una concepción que se reflejaba no solo en esta histórica frase, sino que además se dejaba entrever en otras expresiones que más tímidamente aparecían en los estantes; alusivas todas ellas a mantener la amistad entre los diferentes actores más que las relaciones estrictamente económicas.
Aquellos idílicos momentos dominados por el calor humano y las relaciones entre los participantes de cada transacción han desaparecido desde la perspectiva de la cotidiana práctica de los negocios de hoy.
La filosofía que cubre las actuales relaciones comerciales podría sintetizarse, sin duda alguna, en la frase que cada día se hace más evidente: “Hoy sí fío, mañana también”. Atrás quedaron aquellas relaciones construidas sobre el pago de contado, para emerger, de manera contundente, el fiao, el crédito, incluso hasta el préstamo temporal, hecho por el propietario del negocio a su usual comprador, su cliente. Sin requisitos, sin papeles, sin fiadores, tan solo con la palabra empeñada.
El tendero anota las compras hechas por su clientela, registrando día a día, incluso hora tras hora, cada movimiento. Así, en la forma más rudimentaria, aparece en un cuaderno de crédito todas y cada una de las cantidades que reflejan el consumo. Así, pueden leerse los montos que representan: la bolsa de leche, el medio kilo de carne, las dos pechugas de pollo, la gaseosa, el tomate, el rollo de papel higiénico, el cubo de caldo concentrado y cualquier otro producto que se requiera en el hogar del sujeto de crédito, el popular mandado. Un crédito que se paga cada semana, cada quincena, o cada vez que el padre de familia recibe su salario.
En ese momento de saldar la cuenta, se demuestra una vez más las tranquilizantes y llamativas relaciones de confianza establecidas entre el tomador del crédito y quien se lo otorga. Generalmente, allí no hay rectificaciones, ni sumas repetidas, ni reclamaciones por totales equivocados. Casi siempre, impera la mutua confianza, el tendero respira tranquilo y el que fía acrecienta la confianza en él, con sus demostraciones de honestidad y ética personal.
Algunos tenderos toman ventaja de las circunstancias y de las necesidades que tiene el padre de familia a quien nunca parece alcanzarle el salario recibido para saldar de una buena vez la cuenta pendiente. Siempre paga, deja un saldo y la cuenta vuelve a empezar. Una especie de “yo te ayudo, tú me ayudas y todos nos ayudamos”. “Yo te fío porque confío en que me vas a pagar”, y en consecuencia “debes confiar en que yo no te voy a cobrar más de lo que has pedido”. O “yo no te reclamo porque si lo hago, entonces cómo me vas a seguir fiando”. En fin, una suerte de rueda infinita de “confianza” sobre la cual se tejen hoy las relaciones entre unos y otros.
Esta es una de esas prácticas comerciales que más han sufrido las vicisitudes no solamente del cambio de las condiciones económicas, sino, sobre todo, del embate que el crédito ha hecho en todos los órdenes de la vida, en el que la tarjeta, el plástico, y “él debe” se han impuesto como fáciles y expeditos mecanismos para hacer que la demanda tenga solvencia para adquirir los productos requeridos.
El crédito es una operación financiera en la que una persona (el acreedor) realiza un préstamo por una cantidad determinada de dinero a otra persona (el deudor) y en la que este último, se compromete a devolver la cantidad solicitada (además del pago de los intereses devengados, seguros y costos asociados si los hubiere) en el tiempo o plazo definido de acuerdo a las condiciones establecidas para dicho préstamo.
El crédito, según algunos economistas, es una especie de cambio que actúa en el tiempo en vez de actuar en el espacio. Puede ser definido como el cambio de una riqueza presente por una riqueza futura.
En la vida económica y financiera, se entiende por crédito, por consiguiente, la confianza que se tiene en la capacidad de cumplir, en la posibilidad, voluntad y solvencia de un individuo, por lo que se refiere al cumplimiento de una obligación contraída.
Los clientes de tarjetas de crédito pueden tener diferentes formas para pagar el uso de su línea de crédito. Por lo general se realiza en cuotas o en modalidad revolving y las personas que tienen esta modalidad pueden realizar un pago menor al total facturado en el período (llamado "Pago Mínimo").
El pago mínimo puede ser fijado por la entidad financiera mediante una cuota que se mantendrá fija, o mediante un porcentaje sobre el total del crédito.
El saldo (la diferencia entre lo facturado y lo pagado), genera una nueva deuda (revolving) a la que se le aplica la tasa de interés vigente para el período y se adiciona al saldo de deuda de esta modalidad, correspondientes a los períodos anteriores si existieren y esta deuda puede ser pagada (amortizada) por el cliente de manera diferida en el tiempo.
Puede darse el efecto "bola de nieve" en el crédito revolving, por el que el consumidor no alcanza a pagar el principal mediante su cuota, añadiéndose los intereses al principal y generando nuevos intereses.
La tarjeta de crédito es un instrumento material de identificación, es una tarjeta de plástico con una banda magnética, un microchip y un número en relieve. Es emitida por un banco o entidad financiera que autoriza a la persona a cuyo favor es emitida a utilizarla como medio de pago en los negocios adheridos al sistema, mediante su firma y la exhibición de la tarjeta. Es otra modalidad de financiación; por lo tanto, el usuario debe asumir la obligación de devolver el importe dispuesto y de pagar los intereses, comisiones bancarias y gastos.
Los usuarios tienen límites con respecto a la cantidad que pueden disponer de acuerdo con la política de riesgos y a las características personales y de solvencia económica de cada usuario. Generalmente no se requiere abonar la cantidad total cada mes y si se paga el saldo total, no se pagan intereses.
Las tarjetas de crédito también se pueden usar en los cajeros automáticos o en un banco para servirse de un adelanto de efectivo, aunque a diferencia de las tarjetas de débito, se cobra un interés por la disposición, comisión y, en algunos países, un impuesto porque se trata de un préstamo.
Un pago con tarjeta de crédito es un pago con dinero crediticio, no es creado por los bancos centrales sino por los bancos privados o las tiendas que dan créditos. Por tanto, el hacer efectivo un cobro con tarjeta de crédito depende de la solvencia de la entidad emisora de la tarjeta. Ese dinero crediticio NO es de la persona que posee la tarjeta; lo tiene que pagar. Se suele cobrar una cuota anual por el uso de la tarjeta.
En caso de uso fraudulento hay que dar aviso por escrito a la entidad financiera o tienda que le da la tarjeta pidiendo que anule el cargo y seguir los trámites de cada institución. El emisor de la tarjeta debe demostrar que la compra ha sido hecha por el propietario.
Existen cuatro tipos, a saber: clásica, dorada, platinum y signature o black; cada una depende en gran medida del límite de crédito que puedan otorgar.
Los números de tarjeta de crédito son un caso especial de la norma ISO/IEC 7812, números de tarjetas bancarias. La norma contiene un número de un dígito que identifica la industria, uno de seis dígitos que identifica el emisor, un número de cuenta y un verificador de un solo dígito.
El origen de las tarjetas de crédito se remonta a principios del siglo XX, cuando en 1914 la empresa Western Union crea una tarjeta para sus clientes más selectos, que no sólo les permitía acceder a un trato preferente, sino a una línea de crédito sin cargos. Hasta finales de los años 40, una gran cantidad de empresas comenzaron a emitir sus propias tarjetas de crédito, pero que solo tenían validez en sus establecimientos, como un método para atraer clientes y facilitar las compras a través del crédito.
Sin embargo, la primera tarjeta de crédito tal y como la conocemos hoy en día, es decir, una tarjeta con la que podemos pagar cómodamente en múltiples establecimientos sin tener que cargar con la tarjeta de cada uno de ellos, no surgió hasta 1949, fruto de una combinación de casualidades en un restaurante de Nueva York. Así, uniendo la búsqueda de un sistema seguro y personal de pago a crédito junto con la comodidad de pagar en varios establecimientos con la misma tarjeta, surgió la Diners’ Club. Al principio la Diners’ Club (literalmente, club de cenadores) tuvo poca repercusión. Sólo 14 restaurantes neoyorquinos se adhirieron, y a principios de 1950 la tarjeta únicamente la poseían unas 200 personas, la mayoría amigos y conocidos. Sin embargo, a finales de ese mismo año, más de 20 mil personas la utilizaban y el número de establecimientos que la aceptaban crecía exponencialmente.
Tras el éxito de la Diners’ Club, las entidades financieras de todo el país empezaron a emitir tarjetas de crédito que se podían utilizar en múltiples establecimientos. El año clave para la eclosión de las tarjetas de crédito fue 1958, año con la tarjeta American Express, de la compañía de servicios financieros homónima, que ya emitía giros y cheques de viaje, y Bank AmeriCard, la tarjeta de crédito del Bank of América, el banco más importante del estado de California. Otro grupo de bancos de todo el país se unieron para formar Master Charge, que luego pasaría a llamarse MasterCard, y para finales de la década, más de 1.400 bancos ofrecían una u otra tarjeta en Estados Unidos, y también había dado el salto a Europa.
En el mundo existen varios tipos de tarjetas de crédito que se utilizan para pagar más rápido y fácil que con dinero en efectivo. Las 5 tarjetas de crédito más usadas del mundo, en orden ascendente son:
5- JCB
JCB es una tarjeta de crédito japonesa creada el año 1961 en Tokyo. Sus siglas significan Japan Credit Bureau siendo la más utilizada en el Japón, pero prácticamente es inexistente en el resto del mundo; cuenta con más de 2.700 empleados y una facturación de 10 billones de yens. Se cree que es utilizado por el 0,14% de la población.
4- CHINA UNIONPAY
China UnionPay es una tarjeta de crédito china creada el año 2002 en Shanghai. Es la más utilizada en China siendo fuera de sus fronteras de uso bastante limitado; se cree que cuenta con más de un millón de cajeros alrededor del planeta y su cuota de mercado es de alrededor del 3,29% de las personas.
3- AMERICAN EXPRESS
American Express es una tarjeta de crédito estadounidense creada el año 1950 en Buffalo. Es muy popular en los Estados Unidos siendo una de las compañías más importantes del mundo ya que no solo trabaja con el dinero de plásticos, sino que además se dedica a seguros, cheques de viaje, banca en línea o servicios de bolsa. Cuenta con más de 60.000 empleados y unos ingresos de alrededor de 30.000 millones de dólares anuales; su cuota de mercado es de un 4,57% entre la gente.
2- MASTERCARD
MasterCard es una tarjeta de crédito estadounidense creada el año 1966 en Nueva York. Es una de las tarjetas más utilizadas en todo el mundo contando con más de 4.000 empleados y facturando cada año unos ingresos de más de 5.000 millones de dólares alrededor del planeta. Se cree que Mastercard es utilizada por un 26,50% de las personas.
1- VISA
Visa es una tarjeta de crédito estadounidense creada el año 1970 en San Francisco. Es la más utilizada en todo el mundo con mucha diferencia siendo la forma de pago líder en el mundo generando cada año unos 3 billones de dólares. Existente prácticamente en todos los países del planeta tiene la cuota de mercado más amplia ya que se calcula que Visa es utilizada por el 64,79% de la población.
Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.
Enlaces:
https://criticalandia.com/las-5-tarjetas-de-credito-mas-usadas-del-mundo/
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