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La bendita Vacuna.

Writer's picture: Sr JimenezSr Jimenez

Una vacuna es una preparación destinada a generar inmunidad adquirida contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Normalmente una vacuna contiene un agente que se asemeja a un microorganismo causante de la enfermedad y a menudo se hace a partir de formas debilitadas o muertas del microbio, sus toxinas o una de sus proteínas de superficie.



El sistema inmunitario reconoce los agentes de la vacuna como extraños, destruyéndolos y recordándolos. Cuando una versión realmente nociva de la infección llega al organismo, el sistema inmunitario está ya preparado para responder, neutralizando al agente infeccioso antes de que pueda entrar en las células del organismo; y reconociendo y destruyendo las células que hayan sido infectadas, antes de que el agente se pueda multiplicar en gran número.


Las vacunas se usan con carácter profiláctico, es decir, para prevenir o aminorar los efectos de una futura infección por algún patógeno natural o salvaje. La administración de una vacuna se llama vacunación.


​La vacunación es el método más eficaz de prevenir las enfermedades infecciosas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen 25 vacunas autorizadas que están disponibles actualmente para prevenir o contribuir a la prevención y control de infecciones.



Las vacunas contribuyeron a la erradicación de la viruela, una de las enfermedades más contagiosas y mortíferas que ha conocido la humanidad. Otras como la rubéola, la polio, el sarampión, las paperas, la varicela-zóster (virus que puede producir la varicela común y el herpes zóster) y la fiebre tifoidea no son tan comunes como hace un siglo. Dado que la gran mayoría de la gente está vacunada, es muy difícil que surja un brote y se extienda con facilidad. Este fenómeno es conocido como inmunidad colectiva.


En cada país se recomienda que los niños sean vacunados tan pronto su sistema inmunitario sea capaz de responder a la inmunización artificial, con las dosis de refuerzo posteriores que sean necesarias, para conseguir la mejor protección sanitaria. Al margen del calendario de vacunaciones infantiles y de situaciones de viaje, algunas vacunas son recomendadas durante toda la vida (dosis de recuerdo) como el tétanos, gripe, neumonía, etc.



Las mujeres embarazadas son a menudo examinadas para comprobar su resistencia a la rubéola. Para las personas de edad avanzada se recomiendan especialmente las vacunas contra la neumonía y la gripe, enfermedades que a partir de cierta edad son aún más peligrosas. La efectividad de las vacunaciones ha sido ampliamente estudiada y confirmada; por ejemplo, la vacuna contra la influenza, ​la vacuna contra el VPH, y la vacuna contra la varicela.


Existen cuatro tipos de vacunas principales:


· Las vacunas vivas atenuadas están constituidas por microorganismos que han sido cultivados expresamente bajo condiciones en las cuales pierden o atenúan sus propiedades patógenas, suelen provocar una respuesta inmunológica más duradera y son las más usuales en los adultos. Esto se debe a que el microorganismo, aunque está debilitado, no se encuentra inactivado y crea una ligera infección que es combatida de forma natural por el sistema inmune. El inconveniente es que al tener el agente patógeno vivo, puede provocar la enfermedad en personas inmunodeprimidas o con problemas de salud graves. Entre las vacunas de este tipo se encuentran las de la fiebre amarilla, sarampión, rubéola, paperas o varicela.


· Las vacunas inactivadas están constituidas por microorganismos dañinos que han sido tratados con productos químicos o calor causando la muerte del patógeno, pero manteniendo su estructura. Este tipo de vacunas activa el sistema inmune, pero el agente dañino no ataca al huésped y es incapaz de reproducirse, ya que se encuentra inactivo. Esto genera menos efectos secundarios causados por el agente patógeno. La inmunidad generada de esta forma es de menor intensidad y suele durar menos tiempo, por lo que este tipo de vacuna suele requerir más dosis (dosis de refuerzo). Ejemplos de este tipo son las vacunas de la gripe (algunas), rabia o la hepatitis A.


· Los toxoides son componentes tóxicos inactivados procedentes de microorganismos, en casos donde esos componentes son los que de verdad provocan la enfermedad, en lugar del propio microorganismo. Estos componentes se podrían inactivar con formaldehído, por ejemplo. En este grupo se pueden encontrar el tétanos y la difteria.


· Las vacunas subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas utilizan partes específicas del germen, como su proteína, polisacáridos o cápsula (carcasa que rodea al germen). Dado que las vacunas solo utilizan partes específicas del germen, ofrecen una respuesta inmunitaria muy fuerte dirigida a partes claves del germen. También se pueden utilizar en prácticamente cualquier persona que las necesite, incluso en personas con sistemas inmunitarios debilitados o problemas de salud a largo plazo. Normalmente estas vacunas necesitan dosis de refuerzo para tener protección continua contra las enfermedades.


Entre las vacunas de este tipo están las de Haemophilus influenza del tipo B (también conocido como bacilo de Pfeiffer), hepatitis B o el virus del papiloma humano.


La influenza es una enfermedad infecciosa que normalmente se caracteriza por presentar fiebre, dolores musculares, dolor de garganta, dolor de cabeza y fatiga. Por lo general, la provoca uno de dos tipos de virus: influenza A o influenza B (la influenza C provoca infecciones en el tracto respiratorio superior en personas jóvenes, pero no es tan común como los otros dos tipos). La mayoría de las personas infectadas con influenza se sienten enfermas por varios días y luego se recuperan, pero en algunos casos, la influenza puede conducir a neumonía, otras complicaciones e incluso la muerte.


La protección de las personas depende de haber estado ya expuestas al virus, a través de una infección o de una vacuna. En cualquiera de los casos, el sistema inmunológico recuerda el virus y crea anticuerpos específicos para neutralizarlo la siguiente vez que penetre el cuerpo.



No obstante, los virus de la influenza pueden mutar, o cambiar, con mucha rapidez. Cada determinado número de años, los virus de la influenza mutan lo suficiente como para producir una cepa nueva; a este proceso se le conoce como tendencia antigénica.


Las personas que han estado expuestas a una cepa relacionada con ese virus probablemente tendrán alguna inmunidad previa a manera de anticuerpos, y la enfermedad que surja podría ser leve. En ocasiones, un cambio brusco en un virus produce una cepa muy diferente a las demás, antes de que los humanos tengan poca o ninguna inmunidad previa. A este proceso se le conoce como cambio antigénico, y puede tener como resultado una enfermedad prevalente y grave.


Una pandemia de influenza ocurre cuando un nuevo subtipo o cepa de virus de influenza se desarrolla a partir del cambio antigénico y se propaga a nivel mundial. En el siglo XX ocurrieron tres pandemias, y todas ellas fueron ocasionadas por el cambio antigénico de cepas de influenza A.


Ninguna otra pandemia ha segado tantas vidas como la de la influenza española en 1918-1919. De 40 a 70 millones de personas murieron en todo el mundo con esta enfermedad virulenta que se propagaba de una ciudad a otra.



La tasa de mortalidad fue más alta entre los adultos menores de 50. Los primeros casos de influenza aparecieron en Kansas a inicios de la primavera de 1918, posteriormente, se reportaron grandes cantidades de casos en Europa, y a finales del verano, el virus se hizo mortal. Pronto, oleadas de la infección atravesaron ciudades, países y continentes, saturando hospitales y abrumando al personal médico.


En 1918, la influenza no tenía ni un tratamiento ni una vacuna eficaz. Es más, la mayoría de los expertos de la época creían que la influenza era provocada por una bacteria, más que por un virus, y aunque ya existían vacunas para muchas otras enfermedades, y se habían preparado unas cuantas vacunas contra la gripe, estas resultaron ser inútiles y nocivas contra la influenza. Tampoco había antibióticos para tratar las infecciones bacterianas virulentas que surgieron a raíz de la influenza. Al terminar la primavera de 1919 se vio el final de la influenza española. El virus derivó en una relativa inocuidad en la década de 1920, y siguió circulando durante varias décadas.


Un tipo de influenza nuevo y virulento no surgió hasta inicios de 1957. En febrero de ese año, comenzaron a surgir pruebas de una oleada grave de gripe que abría su camino en China. La producción de vacunas enviando muestras del virus a los fabricantes, y exhortándolos a crear una vacuna tardó unos cuatro meses; sin embargo, la epidemia alcanzó su peor momento en octubre de 1957 en los Estados Unidos, cuando aproximadamente 7 millones de personas habían recibido la vacuna. En todo el mundo, de 1957 a 1958, aproximadamente 2 millones de personas murieron de la influenza asiática, y hubo aproximadamente 70 mil muertes en Estados Unidos.


Un nuevo virus de influenza llegó a Estados Unidos en septiembre de 1968 y alcanzó su nivel más alto en los meses de invierno. Se tuvo disponible una vacuna, pero no se produjo con la suficiente anticipación, como para brindar una protección significativa.


Aproximadamente 34 mil personas murieron en Estados Unidos durante esa pandemia.


La siguiente amenaza significativa que surgió con la influenza provino nuevamente de Asia, donde una influenza aviar infectó a pájaros, y luego se transmitió a humanos. Varias personas se enfermaron y murieron a causa del virus. Los brotes fueron graves particularmente en los años 2003-2004, cuando decenas de millones de aves de corral y acuáticas murieron por la gripe. Sin embargo, el virus no se contagiaba de una persona a otra, sino sólo entre las aves, y luego a los humanos. La falta de contagio entre humanos limitó la incidencia de la enfermedad. Después de una destrucción extensa de bandadas de ave de corral, se disminuyó la amenaza. Sin embargo, se mantiene la amenaza de la gripe aviar, pues podría surgir otra cepa mortal que podría ser capaz de contagiarse entre humanos y provocar una pandemia.


La última influenza pandémica apareció en México a mediados de marzo de 2009. En un principio, esta gripe pareció ser problemática, en particular porque las tasas de mortalidad en México parecían ser inusualmente elevadas. Muy pronto aparecieron casos en California y Texas, y la enfermedad continuó su propagación. Los científicos identificaron al virus como influenza con un posible origen en los cerdos. Aunque la enfermedad se propagó rápidamente, con un nivel inicial muy alto en Estados Unidos a principios de mayo, no resultó ser tan grave, aun así, la enfermedad se contagió entre muchos niños y adultos jóvenes, más que la cantidad normal de enfermos durante la temporada de gripe estacional.


Poco tiempo después de que los científicos identificaron el virus, se inició un esfuerzo masivo para producir la vacuna contra la nueva cepa. A Estados Unidos, la mayoría de las vacunas llegaron después del segundo pico de casos de influenza, a finales de octubre. De hecho, los expertos habían predicho que para mediados de octubre se tendrían disponibles 160 millones de dosis, pero para esa fecha solo se habían surtido 30 millones de dosis. En los Estados Unidos se presentaron entre 42 y 86 millones de casos entre abril del 2009 y febrero del 2010. En este periodo hubo entre 188 mil y 389 mil hospitalizaciones y hubo entre 8,520 y 17,620 muertes.


Los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diversas afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como pasó con el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio y del síndrome respiratorio agudo severo.



El Covid-19,​ es una enfermedad infecciosa detectada por primera vez en la ciudad china de Wuhan (provincia de Hubei), en diciembre de 2019. ​Habiendo llegado a más de 100 territorios, el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud la declaró pandemia.



Produce síntomas similares a los de la gripe, entre los que se incluyen fiebre, tos seca, ​ disnea, mialgia y fatiga. En casos graves se caracteriza por producir neumonía, síndrome de dificultad respiratoria aguda, sepsis y choque séptico que conduce a alrededor del 3 % de los infectados a la muerte. No existe tratamiento específico; las medidas terapéuticas principales consisten en aliviar los síntomas y mantener las funciones vitales.


El virus presenta, en su cápside (superficie), unas proteínas que actúan como llaves específicas que le sirven para abrir las cerraduras de las células humanas, a fin de infiltrarse en ellas. Una de las llaves que utiliza el virus, es la proteína S, que encaja muy bien con una cerradura, la proteína ACE2, que está presente en la superficie de una gran variedad de células del cuerpo humano. Una vez que el virus ha logrado entrar en las células eucariotas, se adueña de las maquinarias de síntesis, obligando a las células del cuerpo humano a fabricar millones de copias del virus. Esto sucede a través de la síntesis de ARN (el material genético del virus) y de la síntesis de proteínas que se ensamblan para crear nuevos virus.


Los nuevos virus sintetizados, destruyen las células como consecuencia de su acumulación intracelular. Al destruir la célula, los virus emergen prontos para infectar a las células vecinas y repetir en ellas el ciclo.


El 5 de enero de 2020, un equipo del Centro Clínico de Sanidad Pública de Shanghái consiguió secuenciar el ARN del nuevo virus. Este logro se mantuvo en secreto hasta que, seis días después, unos investigadores lo filtraron a varios sitios web. Este acto permitió a la comunidad internacional comenzar a desarrollar test y vacunas para el virus, y sus responsables fueron castigados con el cierre de su laboratorio.


La investigación para encontrar un tratamiento eficaz comenzó en enero de 2020, pero es probable que no haya resultados hasta 2021. El Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades empezó a comprobar, a finales de enero, la eficacia de algunos tratamientos eficaces preexistentes contra la neumonía en pacientes con Covid-19. Se ha experimentado también con Remdesivir, un inhibidor de la ARN polimerasa, ​y con interferón beta.


Se están investigando tres estrategias de vacunación. En primer lugar los investigadores apuntan a construir una vacuna de virus completa. El uso de dicho virus, ya sea inactivo o muerto, tiene como objetivo una pronta respuesta inmune del cuerpo humano a una nueva infección con Covid-19.


Una segunda estrategia, las vacunas de subunidades, tiene como objetivo crear una vacuna que sensibilice el sistema inmunitario a ciertas subunidades del virus. Dicha investigación se centra en la proteína de punta S (S-spike) que ayuda al virus a introducir la enzima ACE2.


Una tercera estrategia son las vacunas de ácido nucleico (vacunas de ADN o ARN, una técnica novedosa para crear una vacuna). Las vacunas experimentales de cualquiera de estas estrategias tendrían que ser probadas por seguridad y eficacia.


Varias organizaciones en distintos países están en proceso de desarrollar una vacuna. Los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos esperan realizar ensayos en humanos de una vacuna a partir de abril de 2020. El Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades (CCDC) ha comenzado a desarrollar vacunas contra el nuevo coronavirus y está probando la efectividad de los medicamentos existentes para la neumonía. ​La Academia Militar de Ciencias Médicas de la República Popular China aseguró haber desarrollado con éxito la vacuna recombinante contra el virus, y señaló que se prepara para su producción a gran escala, de acuerdo a un comunicado emitido por Ministerio de Defensa de este país.


La Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) está financiando tres proyectos de vacunas​ y espera tener una vacuna en ensayos para junio de 2020 y aprobada y lista en un año. La Universidad de Queensland en Australia recibió 10,6 millones de dólares en fondos del CEPI para desarrollar una plataforma de vacuna abrazadera molecular.


Moderna Inc. está desarrollando una vacuna de ARNm con fondos del CEPI.​ Inovio Pharmaceuticals recibió una subvención del CEPI y diseñó una vacuna en dos horas después de recibir la secuencia del gen. La vacuna se está fabricando para que pueda probarse primero en animales.


Científicos israelíes esperan tener lista una vacuna oral en 90 días, después de pasar por la fase de pruebas de seguridad. A principios de marzo de 2020, unos 30 candidatos a vacunas estaban en desarrollo, con productos de Gilead Sciences y Ascletis Pharma en ensayos clínicos de fase III.


El 31 de marzo se registraron dos ensayos clínicos en fase III con la vacuna BCG, usada tradicionalmente para prevenir la tuberculosis. Un estudio pendiente de publicar afirma que los países que no administran esta vacuna de manera generalizada están más afectados por la pandemia, pero ha recibido críticas por fallos en su metodología y en las conclusiones que obtiene.


Alemania dio luz verde a los ensayos en humanos de posibles vacunas contra el coronavirus desarrolladas por la compañía alemana de biotecnología BioNTech, que compite con equipos en su país, Estados Unidos y China para desarrollar un agente que detenga la pandemia. El ensayo, el cuarto a nivel mundial de una vacuna dirigida al virus, se llevará a cabo inicialmente en 200 personas sanas, con más sujetos, incluidos algunos con mayor riesgo de contraer la enfermedad, que se incluirán en una segunda etapa.


La ONU lanzó el viernes, 24 de abril de 2020, una iniciativa mundial histórica para acelerar la producción de vacunas, tratamientos y test de diagnóstico contra el nuevo coronavirus y garantizar un acceso equitativo. Vencer la pandemia exige el esfuerzo de salud pública más masivo de la historia. El presidente de la Alianza para las Vacunas, se declaró “optimista” sobre las perspectivas de desarrollar una vacuna, pero se mostró prudente en cuanto a la fecha, podría haber una vacuna en el mercado en 12 o 18 meses.


Una vacuna experimental protegió ampliamente y por primera vez a un grupo de monos contra el nuevo coronavirus. La vacuna, que usa agentes patógenos inertes del virus que provoca la covid-19, fue administrada a ocho macacos Rhesus, que posteriormente fueron contaminados artificialmente, según los resultados del ensayo. Los cuatro monos que recibieron la vacuna en una dosis alta no tenían ningún rastro del virus en los pulmones siete días después de su contaminación, asegura el laboratorio. Otros cuatro monos, a los que se les administró la misma vacuna, pero en dosis menores, tenían mayor carga viral en el organismo, pero también resistía ante la enfermedad. Estos resultados deben ser todavía validados por la comunidad científica.


La Universidad de Oxford dio inicio el jueves, 23 de abril a ensayos clínicos en humanos de una vacuna con la muy ambiciosa esperanza de que esté disponible antes de fin de año. En su primera etapa clínica, el ensayo realizado por el Instituto Jenner de la universidad para evaluar la seguridad y la eficacia de la vacuna involucrará a 1.112 voluntarios.


Recopilación de la Información y Restructuración por Antonio Jimenez.


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